Por.
Juan Francisco Martínez, México
Caminante,
no hay camino. Se hace camino al andar. Antonio Machado
[Cuarta
parte: Las notas anteriores se publicaron el 30 de abril, el 7 y el 14 de mayo]
Siendo
que estamos viviendo en momentos de mucho cambio y desorientación, necesitamos
estar abiertos a nuevas maneras de cumplir la misión de Dios. Eso implica darle
espacio a los creyentes a que busquen maneras nuevas de proclamar, servir y
vivir el evangelio. Muchos de estos medios no se parecerán a lo que ya
conocemos, siendo que combinarán ideas que no parecían congeniar y que nacerán
de personas que no han estado en el centro de los métodos ya establecidos.
¿Estamos listos a experimentar?
EXPLORACIONES
MÚLTIPLES POR TODA LA IGLESIA
En
las conversaciones de la iglesia misional se está utilizando mucho el vocablo
experimentos. El
mensaje detrás de esa palabra es que necesitamos estar atentos a nuevas ideas
sobre cómo ser y hacer iglesia y estar dispuestos a acompañar dichos
experimentos para ver si producen enfoque y cambio en nuestro entendimiento de
la iglesia en misión. Reconocemos que muchos de los métodos tradicionales de
fundar iglesias y de misión ya no parecen funcionar y aun cuando “funcionan” el
resultado muchas veces suscita más preguntas que iglesias fuertes.
Otro
concepto que nos podría ayudar a pensar sobre esto es mashups un
concepto que nació en el mundo de la música. La palabra se utiliza en varios
campos y significa juntar cosas que normalmente no consideraríamos que caben
juntas. Esto
significa invitar a la gente a pensar sobre ser iglesia y hacer misión en maneras
que rompen con nuestros modelos actuales. Nuestros modelos de iglesias han sido
tan marcados por la cristiandad occidental que nos cuesta “recordar” que las
iglesias primitivas no estaban ligadas a nuestros modelos actuales, sino que se
formaron en hogares, alrededor de sinagogas o en cuevas y escondites, cuando
comenzó la persecución de la iglesia. Esta realidad nos llama a considerar que
se están desarrollando comunidades que tienen poco en común con lo que
normalmente llamamos iglesia hoy.
Comenzamos
el proceso de cambio reconociendo que hay mucha variedad entre la gente. Esto
significa que no podemos asumir que lo “viejo” ya no funciona en ningún lado. No
todas las iglesias están en crisis, ni todas las denominaciones. En ciertos
contextos los patrones tradicionales y las congregaciones que siguen esos
modelos seguirán ayudando a gente a ser fiel al evangelio y la misión de la
iglesia. Algunos modelos tradicionales continuarán funcionando eficazmente en
esos contextos. En ese tipo de situación uno de los retos será ayudarle a la
gente a entender que el mundo está cambiando y que si desean seguir siendo
fieles necesitarán estar abiertos a nuevas maneras de pensar sobre su papel en
el mundo.
Para
las iglesias “tradicionales” que están fuertes y están creciendo será
importante que utilicen su fuerza actual como base para ver hacia el futuro
divino, en vez de esperar a que les venga una crisis. Si iglesias fuertes
desarrollan una visión misional, ellas podrán apoyar nuevos modelos de iglesia
y misión con sus recursos.
Si
le cuesta a las iglesias con “éxito” creer que necesitan cambiar, es probable
que le será aún más difícil a las que están en crisis. Ante el sentir de pérdida muchos
buscarán la nostalgia y una memoria selectiva del pasado. Es posible que la
crisis los haga menos propensos al cambio, determinados a reconstruir un pasado
que ellos percibían como más favorable. En vez de poder visualizar un futuro
nuevo, sólo pueden soñar con lo que fue, o con lo que recuerdan.
Para
algunas iglesias existentes, una analogía importante para la tarea tal vez sea
“construir aviones en el aire.”
Nuestras iglesias están en movimiento, sin embargo necesitamos reconocer que
tenemos que construir y reconstruir lo que estamos haciendo para poder
responder eficazmente a un ambiente cambiante.
Hay
muchas personas en nuestras iglesias que nos pueden guiar hacia experimentos,
si les damos la oportunidad. Un lugar obvio para buscar a los innovadores es
entre los jóvenes.
Cristianos más jóvenes que se criaron en la iglesia saben lo que no está
funcionando en sus congregaciones. Muchos están cuestionando la iglesia y
dejándola, pero también representan la posibilidad de modelos nuevos. Si los
líderes están listos a caminar con los cristianos jóvenes, discipulándolos y abriéndoles
camino, ellos pueden apuntar hacia el futuro y no sólo enfocar en sus
frustraciones con la iglesia de su niñez.
También
podemos aprender de los creyentes nuevos, particularmente los que han tenido una experiencia
fuerte de conversión. Por causa de su encuentro con Dios están muy interesados
en compartir su fe y todavía tienen muchas conexiones en el “mundo”. Algunas
iglesias pentecostales han tenido la costumbre de invitar los nuevos creyentes
a compartir su fe inmediatamente después de su conversión y bautismo.
Necesitamos discipularlos pero, siendo que muchos de ellos no han sido
socializados en una iglesia tradicional, se les pudiera animar a pensar sobre
la mejor manera de hacer iglesia y misión entre sus amigos y colegas no
creyentes.
La
mayoría de nuestras iglesias hispanas están llenas de inmigrantes y muchos de
ellos vienen de iglesias dinámicas en sus países de origen. Algunos asumen que
se pueden replicar los modelos de iglesia que conocen del sur. Pero lo que más
necesitamos de ellos es su dinámica espiritual, su flexibilidad y disposición a
adaptarse a situaciones nuevas. Muchos de ellos establecen iglesias y
ministerios en las situaciones más complejas y difíciles. Su flexibilidad es
crucial al ver hacia el futuro.
Los
inmigrantes están a la vanguardia de los cambios globales. Pero muchos de esos
cristianos también están cambiando los modelos tradicionales de misión. Están haciendo misión desde las
periferias y desde la pobreza. Algunos de sus modelos de misión nos están
invitando a pensar en la iglesia en misión en maneras que muchos de los que
nacimos en la “cristiandad” ni se nos ha ocurrido.
Otro
lugar donde debemos buscar líderes para estos experimentos nuevos es entre los
adultos “descartados” de nuestra sociedad. Muchas veces asumimos que los ancianos están atrapados
en modelos del pasado. Hoy se alaba mucho a la juventud y se marginaliza a los
ancianos. Pero vivimos en un mundo donde todas las generaciones necesitan
trabajar juntos. Hay muchos ancianos que tienen el tiempo, destrezas y energía
y ya no necesitan generar ingresos. Si se les plantea una visión de lo que
podría ser muchas personas de la tercera edad podrían “soñar sueños nuevos” y
también apoyar esos sueños.
Será
importante que los líderes reconozcan que muchos de los mejores experimentos
serán dirigidos por personas periféricas, aquellos que han estado fuera de los
centros del poder eclesiástico tradicional. Por lo general no han pasado por los procesos
“oficiales” y tal vez no “caben” muy bien. Así que todavía no se han ganado la
confianza del sistema. Sin embargo, esta es la gente que por lo general puede
visualizar una realidad diferente, nuevos modelos de iglesia y misión. Tal vez
sean mujeres que nunca han tenido una posición de autoridad o personas que han
salido de estilos de vida quebrantados. Muchas veces serán personas que no
tienen posiciones oficiales. Pero muchos de ellos tendrán la disposición de
experimentar y de pensar en formas nuevas.
Las
iglesias y organizaciones que van a estar listas para este tipo de innovación
serán las que creen en una cultura de experimentación y que valoren la
innovación. Por
ejemplo, en algunos denominaciones el fundar una iglesia nueva demanda tanta
planificación, organización y dinero que es imposible experimentar. Cualquier
fracaso constituye una pérdida significativa. Pero otras denominaciones hacen
este trabajo de una manera muy diferente. Si alguien dice que siente que Dios
los ha llamado a establecer una iglesia se les anima a intentarlo. Si tienen
éxito en establecer un grupo o un ministerio, entonces la denominación los
recibe y provee apoyo y acompañamiento.
En
cierto sentido, las iglesias y denominaciones que desean hacer misión en medio
de cambios profundos necesitan desarrollar un departamento de “experimentación”. Los que están dispuestos a descubrir
nuevos caminos podrán conectarse y apoyarse mutuamente. Al proveer apoyo
espiritual, moral y financiero, se va creando una cultura que anima a todo el
pueblo de Dios a pensar en nuevas maneras sobre su papel en lo que Dios está
haciendo en el mundo.
Un
espíritu de innovación también implica reconocer que necesitamos varios modelos
para desarrollar líderes.
La mayoría de los seminarios se desarrollaron basados en un modelo
universitario y asumiendo cierto tipo de iglesia. Sin embargo, son pocos los
líderes que se están formando hoy que van a pastorear ese tipo de iglesia. Eso
significa que también necesitamos modelos “mashup” de desarrollo de líderes que
combinen la flexibilidad de institutos bíblicos, el rigor de seminarios, la
mentoría, la educación continuada y todo tipo de apoyo y preparación en el
camino. Para preparar a líderes misionales también tendremos que experimentar
con modelos nuevos de desarrollo de líderes. Por supuesto que la innovación
será una parte clave del proceso de proveer el fundamento bíblico y teológico a
las personas que estén en el proceso de desarrollar maneras nuevas de formar
comunidades de personas con la visión de ser discípulos en Cristo en este
mundo.
Estos
líderes necesitan un fundamento bíblico y teológico sólido. Pero también
necesitan formación en áreas específicas. Necesitan un método de teología
práctica que les ayude a conectar las Escritura a realidades nuevas. También
necesitan formación como líderes, particularmente en el liderazgo interpretativo.
Pero
el desarrollo de liderazgo también necesita una eclesiología más robusta. Muchas de nuestras eclesiologías
reflejan un modelo de la cristiandad del lugar de las iglesias en la sociedad.
Necesitamos reenfocar nuestra perspectiva hacia los márgenes, a los lugares
donde las iglesias no tienen un lugar céntrico, sino que son siervos.
En
cierto sentido necesitamos más iglesias con una teología de “iglesia libre”, congregaciones que tengan la libertad
de desarrollarse en su contexto local, enfocando en la misión de su contexto
concreto.
Si
tomamos en serio el concepto de mashup tendremos que desarrollar nuevos
modelos de iglesia y misión que tal vez nos obliguen a preguntarnos si todavía
son iglesias.
Fuente:
Protestantedigital, 2017
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