Por.
Will Graham, España
A
lo largo de los últimos años, algunos hermanos me han hecho la siguiente
pregunta: ¿Por qué estudiar teología?
Aquí
tenéis una lista de diez razones.
1.-
Aprendemos sobre lo bueno del pasado
Cuando
estudiamos sobre el pasado, entendemos los tiempos en los cuales vivimos. No
somos la primera generación de cristianos. El Espíritu de Dios ha usado a
muchos hermanos de otros siglos para edificar a su iglesia.
Hacemos
bien en aprender de todo lo bueno que han aportado. Sus enseñanzas y escritos
teológicos siguen fortaleciendo al pueblo del Señor hoy.
2.-
Aprendemos sobre lo malo del pasado
Al
mismo tiempo que aprendemos sobre lo bueno del pasado también aprendemos sobre
lo malo. Muchas de las desviaciones doctrinales que se están dando actualmente
no son nuevas.
Por
ejemplo, la corriente contemporánea de ‘Solo Jesús’ que enseña que el Padre es
el Hijo y el Hijo es el Espíritu se trata de la resurrección de una herejía
conocida como el modalismo condenada en la época patrística. El pasado nos
ayuda a discernir los peligros doctrinales del presente.
3.-
Aprendemos a usar la mente
A
veces nos olvidamos de que el Señor nos llama a glorificarle con toda nuestra
mente. El estudio teológico sirve para vigorizar nuestros músculos cerebrales.
Simplemente hay que tener en cuenta que el estudio y la humildad cristiana han
de andar juntos.
Dios
no quiere que seamos todólogos carentes de amor por el rebaño de Cristo (esta
tentación es particularmente fuerte para los varones jóvenes como yo).
4.-
Aprendemos a diferenciar entre los asuntos cardinales y los secundarios
Al
estudiar la teología reconocemos que hay ciertas verdades indubitables que
tenemos que defender sí o sí: la autoridad de las Escrituras, la Trinidad, la
doble naturaleza del Hijo de Dios, la justificación por la sola fe en Cristo,
la vida eterna para los salvos y la condenación eterna para los impíos.
Pero
luego hay un sinfín de temas secundarios que no atentan contra la salvación.
Pienso en el tema de la escatología. Un hermano podría ser amilenialista, otro
posmilenialista y otro premilenialista. A pesar de sus diferencias secundarias,
aquellos tres hermanos se pueden unir en el evangelio de Cristo.
Otros
temas controversiales que no tienen porqué dividir a los hermanos serían: el
cesacionismo/ continuacionismo, el calvinismo/ arminianismo, el bautismo de
adultos/ de niños, el modo de bautismo, el gobierno de la iglesia, cuántas
veces hay que celebrar la santa cena, etc.
5.-
Aprendemos a adorar mejor
Cuánto
más aprendemos sobre las grandes obras de Dios y su verdad, nuestro corazón
rebosa de alabanza. Frecuentemente cuando estamos leyendo algún libro de
teología sistemática, lo mejor que podemos hacer es parar, levantar nuestras
manos y adorar al Señor por todo lo que nos va enseñando.
Esta
riqueza intelectual ha de engendrar una adoración cada vez más profunda en
nosotros.
6.-
Aprendemos a predicar mejor
Al
estudiar, aprendemos a ordenar mejor nuestros pensamientos a la hora de
predicar. De esta manera, somos más útiles para la iglesia local ya que la
congregación podrá crecer en su conocimiento de la verdad de Dios.
Si
no hay una clara línea doctrinal desde el púlpito, la congregación estará
confundida y no sabrá discernir otras corrientes contrarias.
7.-
Aprendemos a defender nuestra fe
La
teología sirve para nuestra defensa de la fe. Nos convertimos en apologetas
cuando aprendemos sobre cómo otros gigantes han defendido al Señor en sus
generaciones. Gracias al estudio doctrinal, podemos aprender a refutar los
errores de otras cosmovisiones que van en contra el meollo del evangelio de
Cristo.
8.-
Nos topamos con nuevos héroes
Me
encanta la teología porque por medio de ella he descubierto a un montón de
héroes que antes desconocía. Actualmente mis tres favoritos son todos
británicos (claro, soy norirlandés), a saber, Charles Spurgeon, J.C. Ryle y
Martyn Lloyd-Jones.
Disfruto
de leer a esos hombres porque además de ser doctrinalmente ortodoxos, eran
pastores y predicadores de la Palabra y sabían aplicar las grandes verdades que
proclamaban con sensibilidad pastoral. No tengo nada en contra de los teólogos
académicos; pero mis héroes son los teólogos pastores.
9.-
Aprendemos a ser humildes
Gracias
al Señor, casi todos los grandes pensadores en la historia de la iglesia usaron
sus dones intelectuales de manera humilde, levantando a sus iglesias locales.
Si el estudio sirve para inflar nuestro ego, algo va mal.
Estudiamos
con el fin de edificar a los demás y de proteger al pueblo de Dios de los
lobos. ¡Seamos humildes y seamos útiles para la iglesia!
10.-
Aprendemos a maravillarnos
En
último lugar, hay que estudiar la teología porque nos quita el aliento. Platón
comentó que la filosofía nace con el asombro. Diría exactamente lo mismo en
cuanto a la teología.
Es una
asignatura que nos deja con la boca abierta una y otra vez. Nos maravillamos
repetidamente ante las gloriosas verdades de Dios y todo lo que Él es y hace.
Conclusión
Así
que, ¿a qué esperas? ¡A estudiar!
Fuente:
Protestantedigital, 2017
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