“La iglesia no es para sí, decía
Bonhoeffer, sino para el mundo: es ahí donde la aportación de este teólogo es
relevante”, explica Eduardo Delás, estudioso de la obra del pastor que fue
ejecutado por los nazis el 9 de abril de 1945.
Por. Jacqueline Alencar, España
Por. Jacqueline Alencar, España
El pastor, teólogo y profesor alemán
Dietrich Bonhoeffer fue encarcelado en 1943 y ejecutado el 9 de abril de 1945
por el régimen nazi. Su ejemplo de vida ha inspirado a los cristianos de
distintas tendencias y sensibilidades desde entonces. Pero también ha tenido
una influencia importante en el pensamiento y desarrollo teológico, el cual
sigue resultando relevante ahora que se cumplen 70 años después de su muerte.
Entrevistamos a Eduardo Delás, teólogo y pastor de la Primera Iglesia
Evangélica Bautista de la Calle Quart, quien ha realizado su tesis doctoral
sobre el pensamiento eclesiológico y cristológico de Bonhoeffer. Además, ha
escrito, entre otros libros: Dietrich Bonhoeffer: Un teólogo a contratiempo
(2006).
¿Por qué eligió Delás profundizar en la
persona y teología de Bonhoeffer? “El de Bonhoeffer - comenta Delás - es un
pensamiento eclesiológico y cristológico que necesitamos revalorizar en un
momento como el actual, poniéndolo al servicio del pueblo de Dios en el siglo
XXI”. Además “si tuviese que definirse su aportación al pensamiento teológico
contemporáneo, Bonhoeffer tendría que pasar a la historia como un teólogo de la
realidad. La realidad de la iglesia, dentro de la realidad del mundo, desde la
realidad de un Dios que se ha revelado en la persona de Jesús de Nazaret”.
En la Introducción General de su tesis,
Eduardo Delás define a Bonhoeffer como “un pensador cristiano capaz de rescatar
de las ruinas de la teología liberal y de la iglesia estatal nominal, una nueva
comprensión del acontecimiento Cristo nacida, a la par, de la erudición
académica y de la experiencia eclesial, así como de una nueva visión de la
Iglesia que no brota de teorizaciones metafísicas, ni de discursos domesticados
por el poder, sino de un compromiso radical e insobornable con la vida en
comunidad desde el seguimiento de Jesús”. Bonhoeffer también escribió:
Sanctorum Communio, ¿Quién es y quién fue Jesucristo?, El Precio de la gracia,
Ética, Resistencia y sumisión.
Pregunta.-
Comenzaremos hablando del libro Vida en Comunidad, escrito por Dietrich
Bonhoeffer, pero antes me gustaría preguntarle qué le ha motivado a elegirlo
como tema de su tesis doctoral. ¿Podría comentarnos que aspectos abordó en la
misma?
Respuesta.- En realidad, la
tesis se encuentra construida sobre un diálogo con las obras más importantes
del autor. “Vida en Comunidad” no es una obra muy conocida para el gran
público, pero se trata de uno de los libros más emblemáticos de Dietrich Bonhoeffer.
Sobre todo, por el tema que trabaja: La eclesiología.
P.-
Usted comenta en una separata de su tesis que la época en que se escribe Vida
en Comunidad está dominada por la convicción central de que lucha y piedad
confesante son los dos pilares sobre los que ha de sostenerse la vida
comunitaria... ¿Podría especificar un poco más?
R.-
Hace años escribí un libro sobre el autor titulado: “Dietrich Bonhoeffer: Un
teólogo a contratiempo”. La suya fue, exactamente, una vida así: Corta, intensa
y comprometida hasta sus últimas consecuencias. La Iglesia Confesante, de la
que Bonhoeffer había sido miembro fundador, formada por un puñado de cristianos
contrarios al régimen nazi y decididos a jugarse la vida por defender la esencia
del evangelio, imponía un modo de vivir que sólo podía ser descrito en términos
de lucha y piedad. Importa recordar que este libro fue escrito en 1938.
P.-
¿Qué motivos llevaron a Bonhoeffer a escribir esta obra? ¿Cuál era el trasfondo
socio-político y teológico en el que se escribió?
R.-
He citado antes algo del trasfondo socio-político general. Pero, sobre todo, en
este marco dramático en el que la iglesia estatal (Protestante y Católica) se
había entregado en los brazos de Hitler y su modelo de cristianismo, era
necesario disponer de un lugar donde pudieran formarse teológicamente nuevos
pastores para cuidar, orientar y enseñar a las iglesias en la fe del evangelio.
El problema era que muchos de los candidatos provenían de universidades
liberales en las que la fe, la piedad y el cristianismo auténtico brillaban por
su ausencia. La idea de escribir un libro como “Vida en Comunidad” era disponer
de una “regla de vida” para discipular a los candidatos al pastorado en las
disciplinas de lo que llamamos la “Lectio divina: Lectura, Oración y
meditación. Pero, más allá de eso, la pretensión última era aprender a vivir en
comunidad desde los valores del reino de Dios: El amor, la misericordia, la
justicia, el perdón y la reconciliación. Ahí radica su carga de explosividad
social. Se trataba de un libro orientativo que todos los aspirantes a pastores
deberían leer y meditar.
P.-
Es decir que el pastor de la iglesia confesante alemana no se quedó de brazos
cruzados cuando la Gestapo cerró el seminario en el año 1937...
R.-
Nada de eso. La formación de pastores continuó a pesar de la prohibición que
incluía amenaza de cárcel. Que sepamos, se pudo seguir hasta que se inició la
guerra. La mayoría de los estudiantes fueron llamados a filas y casi todos
murieron en combate.
P.-
El libro fue censurado. Me gustaría saber qué paso posteriormente...
R.-
En realidad, hacía años que Bonhoeffer tenía prohibido enseñar teología en la
universidad y, por descontado, también escribir. Cuando Finkenwalde (El
Seminario) cerró, se continuaron haciendo copias del libro en pequeñas
imprentas clandestinas. No había otro camino.
P.-
Volvamos al Seminario. ¿Por qué piensa que además de sus clases de Teología
Bonhoeffer lo compartía todo con los aspirantes a pastores?
R.-
Realmente, era una “escuela de vida”. Bonhoeffer enseñaba, pero también
convivía, comía y fregaba con los estudiantes. Tenía muy pocos años más que la
mayoría y era un hombre con evidentes habilidades sociales. La razón última por
la que se sumergió con ese nivel de implicación en el día a día de la comunidad
de estudiantes sólo podía ser ésta: “La palabra moviliza, el ejemplo arrasa”.
No hace falta añadir nada más.
P.-
¿La meta era vivir una vida monacal, para no contaminarse con el exterior?
R.-
Claro que no. El objetivo último era aprender a creer y vivir. Para la mayoría
de los estudiantes lo que se enseñaba y compartía en el Seminario era nuevo y
distinto a todo lo que habían conocido. Pero jamás se interpretó como un fin en
sí mismo.
P.-
¿Por qué la insistencia en trabajar una vida en comunidad antes de salir al
exterior para difundir el mensaje de Jesús?
R.-
La vida en comunidad junto con la enseñanza teológica formaba parte de la
preparación para servir en las iglesias. La idea era aprender la imitación y el
seguimiento de Jesús, es decir, ser como él fue y vivir como él vivió.
P.- ¿Deben
los seminarios, institutos y facultades bíblico-teológicos tener en cuenta los
postulados de Bonhoeffer en sus programas académicos? Según entiendo, insiste
mucho en la praxis...
R.-
En casi todos los seminarios que conozco existe una materia obligatoria
llamada: “Servicio cristiano”. Significa que todos los estudiantes han de
comprometerse con alguna iglesia para practicar lo que reciben, desde los dones
que el Señor les ha dado. Además, la propia convivencia en la institución es
una disciplina de la que se aprende mucho, sobre todo, si se ejercita desde las
disciplinas cristianas de las que hablábamos antes: La lectura, la meditación y
la oración.
P.-
Usted afirma que necesitamos revalorizar el pensamiento eclesiológico y
cristológico de Bonhoeffer en un momento como el actual, poniéndolo al servicio
del pueblo de Dios en el siglo XXI. ¿Por qué? ¿Es que hoy no hay una iglesia
comprometida con el otro y no con ella misma?
R.-
Para Bonhoeffer hay dos preguntas fundamentales a las que es preciso responder.
La primera es ¿Quién es Jesucristo? la segunda es ¿Qué es la Iglesia? Pero las
respuestas no han de ser sólo respuestas de la razón, sino siempre también y
sobre todo, respuestas que impliquen la vida. La genialidad de este singular
teólogo radica en revalorizar la memoria provocativa de Jesús de Nazaret para
construir una propuesta eclesial que sólo tiene sentido y relevancia histórica
desde lo que el llamó: El seguimiento. Su obras “El precio de la gracia” y
“¿Quién es y quién fue Jesucristo?” constituyen el fundamento de un pensamiento
que muchos han llamado “Teología de la realidad”: La realidad de la iglesia
dentro de la realidad del mundo, desde la realidad de un Dios que se ha
revelado al mundo: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. La iglesia
no es para sí, decía Bonhoeffer, sino para el mundo. Es ahí donde creo que la
aportación de este teólogo es relevante y diferencial por su pragmatismo.
P.-
¿Piensa que estamos encerrando el mensaje del evangelio entre cuatro paredes?
D. Bonhoeffer habla de una ciudad visible que es una anticipación
misericordiosa del reino que ha de venir...
R.-
Si Cristo se encuentra en el centro de la iglesia, si esto es de verdad cierto,
entonces la iglesia no puede declararse fuera de la historia de sufrimiento del
mundo porque fue allí donde su Señor se encarnó, vivió y fue crucificado
entregando su vida. A la iglesia de todos los tiempos el Señor le pide una fe
pensada pero, sobre todo, una fe vivida en el espesor de la realidad. Como
decía el propio Bonhoeffer: “Puesto que Dios mismo no se ha quedado en el más
allá, sino que ha venido al más acá, la iglesia no se ha de encontrar con él en
las fronteras del más acá con el más allá, sino en el centro mismo de este
mundo”.
P.-
¿Por qué impacta tanto adentrarse en la vida y obra de Bonhoeffer?
R.-
La teología que Bonhoeffer practicó siempre fue, al decir de muchos, “una
teología arrodillada”. Buena parte de lo que ha sobrevivido a la vida y obra de
este creyente radical no vio la luz en un elegante escritorio de académico
profesional, sino en una celda individual de la prisión de Berlin-Tegel entre
la distribución del rancho, paseos por el patio, sesiones de interrogatorio y
alarmas aéreas. Una fe insobornable que se mantuvo brillando en medio de la más
atroz oscuridad.
P.-
¿Qué le ha aportado a usted?
R.-
Como creyente, pastor y aprendiz de teólogo, Bonhoeffer me ha enseñado a
comprender mejor lo que significa creer y vivir. Me ha enseñado el sentido de
una fe disidente y comprometida, que es capaz de llegar hasta sus últimas
consecuencias sin dar un paso atrás. Me ha ayudado a discernir que el
conocimiento no está reñido con la piedad cristiana. Se puede ser un destacado
doctor en teología, como él lo fue, y al mismo tiempo un hombre comprometido
con el evangelio de Jesucristo. Me ha enseñado humildad. Desde su punto de
vista, la iglesia no necesita personas que destaquen, ni protagonistas
aislados, ni líderes carismáticos. Lo que la iglesia necesita son hombres y
mujeres que crean y visibilicen con su modo de vivir comunitario a Jesús de
Nazaret. Porque el criterio de credibilidad de la fe siempre son las obras:
“Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder” Para concluir:
Dietrich Bonhoeffer exigía una postura firme y radical, de ir hasta las últimas
consecuencias, frente a la situación de la iglesia y de la sociedad de su
tiempo.
P.-
¿Qué opinión tendrían de él los cristianos de hoy, si estuviera entre nosotros?
R.-
La figura de Bonhoeffer ha sido cuestionada seriamente desde muchos frentes. En
la última parte de su vida escribió cartas desde la prisión a su amigo íntimo,
Eberhart Bethge, que muchos han interpretado de modo superficial cuestionando
su concepto de Dios. Fueron publicadas bajo el título “Resistencia y sumisión”.
Por otro lado, su decisión de atentar contra Hitler ha sido objeto, como es
natural, de abundantes críticas. No se entiende que un hombre que escribió
sobre el Sermón del Monte como él lo hizo, apostase a la vez por la violencia.
Lamentablemente, en la mayoría de los casos es más lo que se critica de él que
lo que realmente se conoce. En cualquier caso, su figura sólo puede ser
evaluada con justicia haciéndole “hijo de su tiempo” y, desde ahí, considero
que su pensamiento ha resistido el paso del tiempo de tal modo, que ha sido
capaz de fecundar buena parte de la teología contemporánea hasta nuestros días.
Fuente: Protestantedigital, 2015.
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