Por.
Juan Francisco Martínez, EE.UU
Una
de las situaciones más dolorosas al caminar con la comunidad indocumentada en
los Estados Unidos es tener que ayudar a los padres a hacer planes para el
cuidado de sus hijos si ellos son arrestados y deportados.
Nadie
quiere pensar en esta posibilidad y los padres de familia no quieren asustar
innecesariamente a sus hijos. Durante la administración del presidente Obama
padres de familia con hijos nacidos en los Estados Unidos no eran deportados,
apenas que hubieran cometido alguna felonía.
Pero
en la nueva situación los agentes de migración ya han recogidos a personas
que antes habrían podido estar seguros. Así que, hay que planificar
pensando en la posibilidad de la deportación.
Para
algunas personas la deportación de personas indocumentadas parece obvio. Al fin
y al cabo no tienen permiso para estar en el país. Sin embargo, la situación
real es que muchas de estas personas han estado en los Estados Unidos por
muchos años. Se han establecido en el país y sus hijos han nacido aquí.
Sus raíces ya establecieron aquí y algunos ya no tienen muchas ligas en sus
países de origen.
Somos
un país que decimos creer en la importancia de la familia. Por eso se le ha
dado la discreción a agentes de migración de poder posponer indefinidamente la
deportación de padres de familia y cualquier otra persona que no tuvieran
récord criminal.
Pero,
antes no se trataba como crimen mayor el estar sin autorización en el país y
utilizar documentos falsos para trabajar. Con los cambios que propone la
administración Trump, casi toda personas indocumentada que trabaja sería
criminal siendo que tendría que haber infringido en alguna ley para
conseguir trabajo. Así que, todos serían criminales y sujetos a ser deportados.
Si
se decide tratar de deportar a un porcentaje significativo de la población
indocumentada, el impacto se hará sentir a varios niveles. Por un lado tratar
de sacar a millones de personas del país se haría imposible en el sentido
práctico.
El
gobierno no tiene la infraestructura para hacerlo. Y prácticamente no lo podría
hacer sin infringir en los derechos legales de las personas y probablemente
también de algunos ciudadanos estadounidenses.
Pero
el impacto sobre las familias sería desastroso. Ya se han hecho estudios
sobre el temor en que viven los hijos de los indocumentados y el daño que les
hace vivir con el temor de la posible deportación de sus padres. Afecta su
salud mental, sus estudios y su desarrollo en general.
Si
se comienzan a hacer las deportaciones que prometió el presidente, un impacto
va a ser tener a miles de niños desconectados de sus padres al cuidado de otros
familiares o del estado.
Por
supuesto que también estará el daño social y económico. Serían muchas las
comunidades que sufrirían al perder trabajadores y personas que contribuyen a
la comunidad. También serían muchas las iglesias afectadas directamente. Algunas
hasta perderían a sus pastores. Y el daño económico sería fuerte.
La película
comíca Un día sin un mexicano se hizo la pregunta, ¿qué le pasaría a California
si desaparecieran todos los inmigrantes de América Latina? Y la reciente
protesta el 16 de febrero hizo la pregunta, ¿qué le pasaría a los Estados
Unidos sin inmigrantes? La respuesta clara en los dos casos es que el daño
económico sería fuerte.
Sin
embargo, estamos ante la realidad de que existe un espíritu anti-inmigrante
fuerte en un segmento de la población de este país y que la administración
actual representa esos intereses.
Así
que, necesitamos trabajar para ayudar a las familias potencialmente afectadas.
Aunque me duele, aunque quisiera que no se diera la situación, tengo que hacer
la pregunta: ¿Qué van a hacer si deportan a mamá, a papá o los dos?
Fuente:
Protestantedigital, 2017
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