Por. Renato
Lings, España
El
Dr. Renato Lings es traductor e interprete; doctor en Teología y escritor. Ha
trabajado entre otras cosas como intérprete en el Parlamento Europeo, como
profesor en la Universidad Bíblica Latinoamericana o
investigador en la Queen’s Foundation for Ecumenical Theological Education. En
2011 publicó: “Biblia y homosexualidad; ¿se equivocaron los
traductores?”. Reproducimos la entrevista de blog
Homoprotestantes-Carlos Osma.
Empecemos
por el principio. Naciste en Dinamarca dentro de una familia evangélica muy
activa dentro de la Iglesia, de hecho tu padre era maestro y encargado
parroquial. ¿Cómo fue para ti descubrir tu homosexualidad en ese contexto? ¿Y
para tu familia?
Descubrir
mi homosexualidad fue una experiencia muy extraña. A partir de los once años
aproximadamente me fui dando cuenta que algunos varones me atraían poderosamente.
Al mismo tiempo no me atrevía a mostrarles ningún afecto especial. Crecía en un
ambiente rural cerrado y represivo en el que era peligroso “pasarse” y reinaba
la conformidad en todo. La homosexualidad era un tema tabú y, como medida de
autoprotección, yo guardaba instintivamente mi secreto. Durante toda mi
adolescencia, nadie se enteró de mi vida sentimental.
¿Cómo
era el Dios que tenías dentro del armario? ¿Cambió en algo cuando finalmente
pudiste salir de allí?
Era un
Dios contradictorio. Por un lado me enseñaron en la escuela dominical la
importancia de Juan 3,16, versículo que dice: “Tanto amó Dios al mundo
que dio a su hijo unigénito para que todo el que crea en él no perezca sino que
tenga vida eterna.” Es una afirmación hermosísima que me ha permitido
conservar mi fe cristiana hasta la fecha. Al mismo tiempo, sin
embargo, el Dios que reinaba en mi ambiente familiar tenía bastante de dictador
porque muchas cosas nos estaban prohibidas. Por ejemplo, a mí y a mis hermanas
y hermanos no nos permitían aprender a bailar y no podíamos leer libros y
revistas con contenido erótico. A los 18 años intenté salir del armario
acudiendo al médico de cabecera pero él me remitió a un psiquiatra bastante
retrógrado que me aconsejó esperar algunos años más. Fue una etapa dura y
depresiva, de una gran soledad. Sólo conseguí liberarme del armario cuando
cumplía 24 años. Fue una auténtica experiencia liberadora. Empecé a entender a
Dios de otra manera, aceptándolo como Creador de todo el universo y, por tanto,
de la sexualidad humana.
Tus
primeros estudios a mediados de los años sesenta fueron “Literatura y
Cristianismo” y “Filosofía, griego y hebreo”… interpreto que tenías
interés por conocer más profundamente la Biblia. En aquel momento,
¿Qué significaba para ti la Biblia? ¿Era una fuente de liberación o de condena?
Durante
mi adolescencia llegó a aburrirme la Biblia hasta el punto de saciedad debido a
la manera autoritaria en que nos la imponían. Para una persona joven
como yo era prácticamente un documento fosilizado. Además, no me permitían
cuestionar nada. Cuando tenía 21 años escuché una charla en que un teólogo
analizaba el pecado de Sodoma y Gomorra. Terminó su reflexión afirmando que
este relato bíblico condenaba “la homosexualidad”. Eso me asustó y
aquel día la Biblia empezó a preocuparme de verdad. A partir de aquella
experiencia me he esforzado por entender la naturaleza de la supuesta condena
bíblica y desde entonces busco el lado liberador de las escrituras.
Si
nos centramos ahora en los textos bíblicos que tradicionalmente son utilizados
por los cristianos conservadores para condenar a las personas homosexuales, me
pareció interesante la propuesta de tu artículo “Los –yaceres- de una
mujer”[1] en la que afirmabas que Levítico
18,22 se puede traducir como.“No cometerás actos de incesto con varones”. Nos
puedes explicar brevemente, y para que podamos entenderlo, las razones de esta
traducción y sus implicaciones.
Es muy
interesante el versículo 18,22 del Levítico. El lenguaje hebreo del texto
original es opaco, muy difícil de entender. Por eso vienen acumulándose, desde
tiempos antiguos, diferentes interpretaciones. Actualmente mis investigaciones
bíblicas me permiten catalogar 14 lecturas distintas de Lev 18,22. ¿Cuál es la
correcta? La respuesta es sencilla: “No sabemos”. La lectura menos probable es
la que pretende presentar el versículo como una condena de “la homosexualidad”.
Hace años que esta lectura está de moda porque a los traductores les facilita
grandemente su trabajo. No obstante, es un anacronismo atribuir al redactor del
texto hebreo actitudes “homófobas”. Este versículo no aporta ningún dato de
interés para la gente LGTB de nuestros días. Si nos valemos de
criterios literarios y lingüísticos a la hora de analizarlo, la clave
interpretativa aparecerá por otro lado. Hasta tiempos muy recientes los
estudiosos han hecho caso omiso del tema del incesto. No obstante, una amplia
parte del capítulo 18 habla justamente de ese problema. Por tanto, recomiendo
que tengamos en cuenta el tema del incesto a la hora de reflexionar sobre Lev
18,22.
En
otro de tus artículos, “Sodoma, escenario de un choque cultural”[2] afirmas que dramas como el de Sodoma
pueden convertirse en instrumentos de liberación para las personas LGTB.
¿Puedes ponernos un ejemplo? ¿Cómo podemos acercarnos a esta historia bíblica
desde nuestra realidad lgtb y sentirnos liberados?
De
acuerdo, es muy buena la pregunta porque a primera vista mi propuesta tal vez
pueda parecer contradictoria. Si nos atenemos estrictamente a la tradición
cristiana, el drama de Sodoma y Gomorra es opresor y violento. Ahí está el
origen de toda nuestra vía crucis. Ahora bien, hay otra manera muy distinta de
acercarnos al relato bíblico. Si deseamos respetar el testimonio que nos
presenta la Biblia hebrea, ahí tenemos a los profetas Isaías, Ezequiel,
Jeremías, y otros. Históricamente son los primeros intérpretes del drama de
Sodoma. Según esta corriente interpretativa, el pecado de la ciudad no tiene
nada que ver con supuestos delitos sexuales. Todas las voces proféticas
utilizan el nombre de Sodoma como metáfora para criticar sin pelos en la lengua
a los gobernantes y políticos de su época, tildándoles de idólatras, egoístas,
arrogantes, opresores y violentos. Por ejemplo, léete el capítulo 1 de Isaías,
fijándote en los versículos 10-17. También vale la pena estudiar Ezequiel
capítulo 16, versículos 46-51. Si aprendemos a escuchar a los profetas para que
nos enseñen a interpretar bíblicamente el drama de Sodoma, el proceso nos
ayudará a liberarnos a nosotros mismos, a denunciar la injusticia y a ser
solidarios con los desfavorecidos que malviven en nuestro entorno.
Y
si vamos al Nuevo Testamento y a las cartas Paulinas, por ejemplo en textos
como Rm 1:26-27 o 1 Cor 6:9-10, podríamos interpretar que el Apóstol se
posiciona en contra de las relaciones sexuales entre dos hombres. ¿Crees que es
así? ¿Cómo deberíamos acercarnos las cristianas y cristianos de hoy a esos
textos?
Bueno,
son textos muy curiosos y cada uno tiene sus complejidades. Te sugiero que
vayamos por partes. Si nos acercamos primero a 1 Cor 6:9-10, te diré que muchos
traductores se equivocan a la hora de interpretar dos vocablos griegos como
son malakoi y arsenokoitai. Por su parte, malakoi significa
“blandos”, “blandengues” o “débiles”, mientras que no se sabe prácticamente
nada de arsenokoitai. Literalmente vendría a significar
“varones-cama” o “varones que se acuestan”. Posiblemente la palabra tenga que
ver con los burdeles y con el tráfico ilegal de prostitutas y de prostitutos
jóvenes, negocio muy lucrativo en el imperio romano. Insisto, sabemos muy poco
de este vocablo. Es importante darse cuenta que no aparece en la literatura
erótica redactada en griego. Por esta razón no podemos interpretarlo como
referencia a varones homosexuales. Debemos rechazar enérgicamente las
traducciones equivocadas, de las que hay, lamentablemente, unas cuantas.
En
cuanto a Rom 1:26-27 la situación es distinta. Según la tradición cristiana,
Pablo critica allí a las personas homosexuales. Sin embargo, si sometemos estos
versículos a un cuidadoso análisis literario, veremos que todos los verbos
principales aparecen en tiempo pasado indicando que el apóstol se refiere a
sucesos históricos conocidos. Algunos traductores de nuestra época se han
atrevido a modificar los verbos convirtiéndolos en tiempo presente, tal vez
para herir a la gente LGTB de hoy, pero se equivocan gravemente. El
apóstol cita hechos ocurridos en el pasado remoto. Con respecto al versículo
26, se refiere probablemente a un grupo de mujeres que se prestó, en un momento
determinado, para dedicarse a actividades sexuales “antinaturales” con varones.
En tiempos antiguos, lo de “antinatural” quiere decir que sucede al margen del
coito vaginal. Puede tratarse del sexo oral o anal. Los varones descritos en el
versículo 27 parecen haber participado activamente en orgías, tal vez dedicadas
a la Cibeles, diosa originaria de Asia Menor. En todo caso, el discurso de
Pablo en este pasaje se inspira grandemente en el Libro de la Sabiduría que
contiene una larga serie de denuncias de las prácticas idolátricas y de los
excesos que acarrean. Ante todo, las críticas de Pablo se centran en la
idolatría. Enningún momento le interesa condenar a dos personas que viven en
pareja. La gente a que se refiere el apóstol en este pasaje no es cristiana
sino pagana. Es absurdo aplicar esta polémica puntual, que surge en un debate ocurrido
hace dos mil años, a las personas LGTB cristianas de nuestro tiempo que vivimos
en una realidad muy distinta.
Para
entender mejor a Pablo en la Carta a los Romanos, hay que leer la carta entera
hasta llegar al capítulo 16. Demasiados lectores se limitan a estudiar algunos
versículos del capítulo 1, ignorando que el texto continúa y que sirve para
criticar a una persona determinada que vive en Roma. Esa persona aparece en el
capítulo 2. En tiempos del apóstol no existía la división en capítulos que conocemos
nosotros. Las denuncias expresadas en el capítulo 1 desembocan en el capítulo
siguiente donde Pablo castiga verbalmente al “instructor” de origen judío que
siembra la confusión en la comunidad cristiana recién constituida. Hacia el
final de la carta (16:17) Pablo previene a sus lectores contra quienes predican
doctrinas que le son ajenas: “Os ruego, hermanos, que os guardéis de los que
suscitan divisiones y escándalos contra la doctrina que habéis aprendido”.
Para
estudiar este contexto, recomiendo las obras de los teólogos James
Alison y Douglas Campbell. Este último intuye que la diatriba expresada en
el capítulo 1 de la carta pertenece realmente al instructor judío y que Pablo
la cita para después rechazarla enérgicamente. O sea, las opiniones vertidas en
los versículos 1,26-27 no las comparte el apóstol sino todo lo contrario. Leída
así, la carta comienza a tener una coherencia profunda, permitiéndonos apreciar
mejor cuál es la misión principal del Apóstol de los Gentiles. Como él mismo
dice en Rom 1:1 y 1:3, su cometido es anunciar y compartir el evangelio de
Cristo Jesús.
Si
analizamos hoy el camino andado durante varias décadas por muchos cristianos y
cristianas lgtb intentando aclarar o reinterpretar los textos bíblicos que los
conservadores utilizan para condenarlos… ¿No te parece que intentar siempre
justificarnos sólo muestra que no nos hemos liberado realmente de la homofobia?
¿Qué todavía les estamos intentando pedir que nos acepten en sus iglesias y en
su mundo? ¿No te parece que esa dinámica siempre sitúa a las personas LGTB como
las que tienen que justificarse y a las heterosexuales las que tienen que ser
convencidas para dar su visto bueno?
Es muy
importante esa pregunta. Reconozco de plano que yo mismo caigo a veces en la
postura defensiva viéndome obligado a justificar mi compromiso cristiano y mi
derecho de pertenecer a una iglesia determinada. Hace tantos años que nos
tienen acostumbrados a esta rutina que nos cuesta una barbaridad salir de ella,
por muy incómoda y desagradable que sea. Yo he dedicado los últimos diez años
de mi vida a reinterpretar los textos bíblicos explicándolos como mensajes que
no condenan a las personas LGTB. Ya estoy seguro, completamente convencido, de
que la Biblia no es enemiga sino una gran amiga nuestra. Pero todos necesitamos
educarnos y estudiar mucho, tanto heterosexuales como las y los que nos
definimos de otro modo. Llevamos encima una larga tradición eclesiástica que
nos ha amargado la vida. Seamos claros: el problema está en la
tradición y no en las escrituras. Volviendo a tu pregunta inicial, me parece
que ya es hora que nos acostumbremos a interrogar y cuestionar a los que
quieren condenarnos para conocer el motivo de tales actitudes. Ellos piensan
tener a su lado la Biblia y la realidad es muy otra. Y, desde luego, insisto y
repito que nos urge aprender a analizar las traducciones de la Biblia que
usamos habitualmente para poder exponer y denunciar los fallos y errores que
cometen los traductores con escalofriante frecuencia. A nosotros nos toca demostrarle
al mundo lo que significa amar los escritos bíblicos.
Supongo
que hay muchos textos bíblicos en los que has reconocido a un Dios que te habla
como cristiano y gay. Textos que te han liberado, dado fuerzas, te han
consolado o dado esperanza… pero sin tener que dejar tu orientación sexual
fuera. ¿Podrías compartir brevemente uno de ellos?
Un
texto bíblico que me ha inspirado grandemente es el libro de Rut. Se trata de
una perla literaria y teológica. El narrador demuestra cómo una joven mujer
pobre, viuda y extranjera (Rut) es aceptada por toda la comunidad de Belén, y
bendecida por el Dios de Israel, gracias a su amor incondicional por una mujer
israelita (Noemí). Cuando Rut ha dado a luz a Obed, su primogénito, todas las
vecinas llevan al bebé al regazo de Noemí diciendo: “A Noemí le ha nacido un
hijo”. De esta manera celebran públicamente el vínculo afectivo que existe
entre ambas mujeres.
La
experiencia nos confirma que la homofobia no puede tener nada que ver con el
evangelio de Jesús, ni con el amor de Dios. ¿Puedes compartir también un texto
bíblico que muestre la incompatibilidad del seguimiento de Jesús y la
homofobia?
La
homofobia es excluyente. Las personas que Jesús critica más a menudo son
aquellas que excluyen y desprecian al prójimo. Jesús no tiene nada de homófobo.
En Mateo 19:12 habla de los “eunucos”, término que abarca a personas que nacen
asexuales o sin ganas de casarse heterosexualmente, por el motivo que sea. Es
posible que esté incluida la gente LGTB. De todas maneras el texto
pone en evidencia que Jesús se refiere a estos grupos con respeto. Recordemos
también al centurión romano (Lucas 7 y Mateo 8). El diálogo que este oficial
mantiene con Jesús nos demuestra que cualquiera que se acerque al Maestro con
sinceridad y humildad será escuchado, por muy diferente que sea de la mayoría y
a pesar de ser, como en este caso, representante de nada menos que la odiada
ocupación militar romana. Por otra parte, es probable que el centurión lleve
una relación de afecto especial con el joven siervo moribundo y que es
justamente ese amor el que lo motiva a solicitar la intervención de Jesús. El
Maestro celebra la gran fe del oficial y lo bendice en términos prácticos
sanando inmediatamente al criado amado. También en esta situación cabemos, de
alguna manera, las personas LGTB, si nos identificamos con el centurión y su
pareja. Por último, he de señalar la relación de afecto que existe entre Jesús
y el discípulo amado como la plantea repetidamente Juan Evangelista a partir
del capítulo 11. AJesús no le inquietan en lo más mínimo las relaciones
entrañables entre dos personas del mismo sexo sino que las acepta en la
práctica. Tanto es así que él mismo se nutre de la ternura especial que lo
une a un discípulo muy querido.
Actualmente
los cambios sociales están haciendo que las iglesias tengan que posicionarse
respecto a las personas LGTB. Vemos como algunas iglesias en Europa abren sus
puertas para ellas, pero otras, como en el caso de España, todavía las tienen
cerradas. Todo eso se traduce en tensiones y enfrentamientos…. ¿Qué papel puede
tener la Biblia para superar todo esto? ¿Cómo deberíamos acercarnos a ella para
que fuera un lugar donde buscar luz y no un ladrillo que lanzarnos a la cabeza?
La persecución
homófoba que orquestan algunas iglesias poderosas se basa ante todo en el
prejuicio y en unos pocos textos bíblicos interpretados erróneamente. El
problema no está en la Biblia sino en sus intérpretes. Estos hechos vienen
documentándose cada año más como lo demuestran, por ejemplo, algunos libros
míos. La documentación más amplia de esta temática se encuentra en mi última
obra en inglés titulada Love Lost in Translation. Todo mi trabajo
teológico lo dedico a dos esfuerzos: (1) reinterpretar la Biblia y (2)
denunciar los múltiples errores cometidos por los traductores, quienes actúan
así no por maldad sino por ignorancia y debido a su formación en el seno de una
larga tradición eclesiástica de índole homófoba y misógina. Y mientras yo viva
no me cansaré de hablar de la gran riqueza psicológica y teológica que contiene
la Biblia para toda la gente LGTBque quiera profundizar su fe y crecer
espiritualmente. El mejor guía para el viaje es el que nos llama diciendo:
“Sígueme”.
Fuente:
ALCNOTICIAS, 2017
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