Por.
Luis Marian
Comenzaré
destacando que me resulta llamativo que un autor evangélico concluya su
análisis diciendo que «lo verdadero no es nuevo y lo nuevo no es verdadero»
cuando se trata de un eslogan del catolicismo para rechazar la Reforma
protestante. Durante siglos también fue una premisa de los teólogos que se
oponían a los movimientos abolicionistas. Para ellos la esclavitud siempre
había estado ahí y además –decían ellos- tenía el apoyo de La Biblia. “Lo nuevo
no es verdadero” es un lema cuanto menos peligroso. No es el mejor punto de
partida para tratar de cambiar situaciones injustas anquilosadas sino más bien una
evidencia del error de lógica de quienes se posicionan en contra de que las
mujeres puedan enseñar a la congregación hoy. Trataré de explicarlo:
Confusión entre los principios espirituales y sociales Tanto el posicionamiento a favor de la esclavitud como el negar el ejercicio pleno de dones a mujeres comparten paralelismos de interpretación bíblica equivocados que han resultado históricamente muy perjudiciales para los más débiles. Y esto es justo lo contrario de lo que pretende La Escritura. Y es que en ambas conclusiones se confunden los principios espirituales de La Biblia con los principios políticos y sociales que envuelven las culturas en las que se desarrolla.
Confusión entre los principios espirituales y sociales Tanto el posicionamiento a favor de la esclavitud como el negar el ejercicio pleno de dones a mujeres comparten paralelismos de interpretación bíblica equivocados que han resultado históricamente muy perjudiciales para los más débiles. Y esto es justo lo contrario de lo que pretende La Escritura. Y es que en ambas conclusiones se confunden los principios espirituales de La Biblia con los principios políticos y sociales que envuelven las culturas en las que se desarrolla.
De
este modo, los criterios argumentales usados por Andrés Messmer en sus 3
artículos para prohibir el pastoreado de la mujer también podrían ser usados
para justificar la esclavitud. De hecho, así se hizo durante siglos. Desde una
interpretación literalista textos como Efesios 6: 5-9. Colosenses 3: 22; 1
Pedro 2, 18 podría ser considerado “claros” al respecto. Muchos han dicho: ¡La
Biblia dice que los esclavos deben someterse a sus dueños! Pero ¿Es esto un
mandato divino atemporal? ¿Dónde radica el error?
La
confusión está en ver una supuesta bendición espiritual del modelo social de
aquel tiempo ¡Pero esto no es así! La Biblia no bendice la esclavitud sino que
simplemente la asume. El Nuevo Testamento llama a ser un buen ciudadano
cristiano dentro del estrato y rol social que le corresponde a cada uno. El
punto era que el cristianismo no debía comenzar como una revuelta política
antisistema. El cambio no debía llegar así y esa era la preocupación.
Nos
metemos en un lío si minusvaloramos la radical diferencia entre aquel contexto
social y el nuestro. El autor de la serie no menciona aspectos determinantes de
los primeros siglos como era que el marido era dueño de los demás miembros de
la familia “sin limitación sobre la persona y bienes de la mujer o de sus
descendientes, poder superior a cualquier injerencia del Estado en nombre del
bien común o por la tutela encomendada sobre sus ciudadanos1”. Esta
circunstancia es más que un mero detalle de contexto ¡Lo cambia todo! No
podemos hacer un copia/pega de estos versículos para hoy como si nada pasara
entonces con la situación legal de la mujer o los esclavos. Debemos escudriñar
el marco social de entonces y desde ahí averiguar qué principios espirituales
debemos aplicar hoy.
Cuando
Pablo dijo: “Sométase toda persona a las autoridades superiores” (Romanos 13,
1) ¿Estaba diciendo que la dictadura pagana Roma era un modelo para los
cristianos? No. Se trataba de un llamado a someterse y ser buenos ciudadanos.
El matrimonio no era entre iguales como hoy y el respeto a las leyes de
sometimiento era parte del cuadro para la incipiente comunidad cristiana.
Víctimas
de su tiempo: La misoginia de los Padres de la Iglesia Andrés Messmer dedica su
segundo artículo a mostrar citas de los Padres de la Iglesia para defender que
la mujer no enseñe ni ejerza como pastora hoy. Parece ser que así lo
entendieron muchos destacados teólogos de los primeros siglos. Pero no podemos
ignorar que también podemos mostrar cómo estos mismos autores no pensaban en
abolir la esclavitud. De nuevo se confunde la injusticia social de su tiempo
con un plan atemporal divino. La mayor prueba de esto es que en dicho artículo
no se dice nada de las rechazables ideas de los autores citados acerca de la
mujer. Tertuliano de Cartago (s. II y III) dijo:“Tú [mujer] eres la puerta del
diablo, tú quien destapó el árbol prohibido, tú la primera transgresora de la
Ley divina; tú fuiste quien persuadió a aquél a quien el diablo no tuvo
suficiente coraje para acercarse, tú estropeaste la imagen de Dios: el hombre
Adán; por tu castigo, la muerte, incluso el Hijo de Dios hubo de morir [...]
¿No sabes que cada una de vosotras es una Eva? La sentencia del Señor sobre tu
sexo está vigente hoy; la culpa, necesariamente, sobrevive hoy también2”. Juan
Crisóstomo (S. IV y V) concluye sin rubor que: “En resumen, las mujeres toman
todas sus corruptas costumbres femeninas y las imprimen en las almas de los
hombres3”. La cuestión es simple: Una cultura que penetraba en la Iglesia para
considerar a la mujer cómplice del diablo e inferior al varón no debe ser
referente para nosotros hoy.
12 apóstoles varones
Conocer
cómo era el mundo del Imperio romano nos ayudará a entender por qué las mujeres
no hubieran tenido una gran aceptación como supervisoras o pastoras de hombres.
El mundo no estaba aún preparado. Y tal y como se anunció en Génesis 3: 15, el
abuso de los hombres a las mujeres sería el patrón dominante en la humanidad
desde entonces como una maldita consecuencia del pecado. No por ser un
maravilloso plan divino a seguir.
Nada
en La Biblia nos puede hacer pensar que escoger solo a varones deba ser un
requisito atemporal. Cuando en la Judea del año 30 (aprox.) se escogieron
apóstoles varones había motivos para ello. El simbolismo de los 12 apóstoles
como las 12 tribus judías encabezadas por hombres era evidente. Además: ¿Por
qué reducir las exigencias al género? ¿Y qué de la nacionalidad? Si Jesús
escogió a 12 judíos ¿Deberíamos entonces prohibir pastores gentiles en nuestros
días? Jesús tampoco escogió a esclavos que legalmente debían estar sometidos a
sus amos. Jesús no rompió la escala legal de supervisión y autoridad en la que
las mujeres eran una posesión del marido o del padre. Todo esto era muy
importante a nivel práctico y de comprensión de aquella mentalidad.
La
elección de los apóstoles es una de las decisiones más trascendentales de la
historia de la humanidad. Ellos serían la plataforma mundial para la
predicación a toda criatura. El evangelio recoge con naturalidad cómo con las
mujeres no se debía intercambiar palabra (Juan 4, 27). Haber puesto a mujeres
como mensajeras del Reino de Dios no habría sido una buena idea para su
extensión por los prejuicios de su tiempo. Para nuestra completa formación del
cuadro debemos contar con la falta de acceso a una capacitación de la mujer
para la enseñanza pública (1ª Pedro 2, 9. Apocalipsis 1, 6. Hechos 2, 17-18.
Gálatas 3, 28). El testimonio de ellas valía menos que el de un hombre y
carecían de derechos. Por ejemplo.
Así
que mujeres o esclavos no fueran apóstoles, o que Jesús defendiese que la
dictadura pagana de Roma debía financiarse con los impuestos de los ciudadanos
(Mateo 22, 11) eran condicionantes que había que asumir. Y no hay que darle
demasiadas vueltas. Si hoy un cristiano dice que debemos pagar el IVA no estará
defendiendo el capitalismo como el sistema de Dios. Estará fomentando el buen
comportamiento cristiano. Son situaciones injustas que un evangelio bien
entendido debería llevarnos a superarlas con el tiempo y no a tomarlas como un
ideal divino para hoy, pues nunca se dice que deba ser así. Pero un evangelio
bien entendido debería llevarnos hoy a superar innumerables injusticias
discriminatorias. No a tomarlas como un ideal divino tan solo porque formaron
parte del marco mental y social de los tiempos bíblicos.
Hoy en
Occidente la mujer no es una propiedad del marido. Y a diferencia del siglo I,
ellas tienen acceso a la educación, a La Palabra de Dios, a seminarios… y
pueden ser escuchadas por hombres sin las sospechas ni escándalos sociales que
provocaban en el auditorio por causa de su género en tiempos del Imperio. En
este sentido, no entiendo bien la extraña petición inicial de Andrés Messmer
para que entre las mujeres se fomenten dones de vírgenes (¿?) o abadesa pero no
la enseñanza a varones. La rareza de su conclusión me parece otra evidencia
derivada de la confusión entre principios espirituales y culturales de los
tiempos bíblicos.
Los roles y la mujer en La Biblia
Llegados
a este punto muchos dirán con razón: ¡Todo esto está muy bien! ¿Pero qué pasa
con los textos que mandan silencio a las mujeres (1ª Corintios 14)? ¿Y la
prohibición de que ellas enseñen (1ª Timoteo 2)? ¿No va La Biblia más allá de
la cultura? ¿No son estos claros principios espirituales para que ellas no
enseñen? Estas preguntas son necesarias para quienes creemos en La Biblia como
La Palabra de Dios. Y precisamente por esto, si leemos bien los porqués dados
por Pablo comprobaremos que el apóstol estaba dando respuestas a problemas
concretos con mujeres de su tiempo.
Además
de la dominante misoginia social había problemas poderosos provocados por las
emergentes falsas enseñanzas que tenían a las mujeres como sus portavoces
especiales. Una especie de médiums. Había un problema generalizado entre
mujeres que habían “quebrantado su primera fe”, estando, “no solamente ociosas,
sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran”, razón por
la que Pablo afirma: “quiero [yo], pues, que las viudas jóvenes se casen, críen
hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia.
PORQUE ya algunas se han apartado en pos de Satanás” (1ª Timoteo 5, 11-15).
Como vemos, hubo unos porqués muy concretos.
Por
citar a autores conservadores, César Vidal afirma que “la gnosis había hecho
especialmente estragos entre el elemento femenino de las mujeres cristianas […]
Si la ofensiva gnóstica se había infiltrado así entre las mujeres, sería más
prudente impedir a estas que enseñaran4”. Había un problema generalizado con
las mujeres y era necesario tomar una decisión urgente al respecto. Y la decisión
tomada por Pablo fue la que consideró como menos mala. Pero no deberíamos
tomarla como un propósito perfecto del corazón de Dios para la mujer. Y tal y
como estamos viendo, es el mismo Pablo quien da nos hace pensar así.
Pablo
Wickham, (en referencia a 1ª Ti. 2, 11-12), aclara que “[el apóstol Pablo] está
prohibiendo la clase de enseñanza falsa que llegue a cautivar y atrapar a sus
oyentes, independientemente del sexo del enseñador(a). Aquí es necesario un
estudio más profundo del contexto efesio, como también lo es en el corintio en
cuanto a caps.11 y 14 de la primera epístola. Por otros pasajes en las
epístolas dirigidas al contexto efesio (Efesios y Timoteo), podemos notar la
propensidad de ciertas mujeres a dominar y a creer y hacer circular doctrinas
erróneas, y Pablo tiene que cortar esa tendencia de raíz, no para que se
deduzca que una mujer no pueda enseñar en la iglesia a hombres, como muchos han
interpretado, sino que nadie, hombre o mujer, enseñase tales doctrinas falsas.
En este caso se estaban “pasando” las mujeres, escuchando a los maestros del
error, y habría que silenciarlas por ello.5”
La
respuesta pastoral de Pablo podríamos resumirla desde la siguiente paráfrasis
“Hay un problema entre las mujeres. En general no están preparadas para enseñar
ni para ser escuchadas. Existen demasiadas portadoras de falsas doctrinas, así
que concluyo que es mejor que no digan nada en las reuniones públicas. Pero
enséñenlas en casa (1ª Co. 14: 35), aunque esto sea algo extraño en una cultura
en el que no se les enseñan estas cosas a las mujeres”. Partiendo de este
punto, hoy podemos deducir que si este problema del engaño generalizado entre
aquellas mujeres se soluciona, es obvio que ya no habrá problema para que las
mujeres enseñen. Esta es la idea. Así que en ningún caso deberíamos apelar a
textos bíblicos polémicos para la restricción de los dones que Dios ha dado a
cada uno en particular (1ª Co. 12: 7). Ningún texto bíblico apunta a esta idea.
El
tema de los roles de género es un argumento muy usado por quienes se oponen a
la enseñanza de mujeres hoy. Pero esta idea no estaba en la cabeza de Pablo.
Quienes defienden la atemporalidad de 1 Timoteo 2: 9-15 no pueden apelar al
reparto de roles de género. Quienes así piensan deberían volver a leer el
texto, ser coherentes con su literalismo, y afirmar que la razón real por la
que las esposas deben callar hoy es porque ellas van a engañar a la Iglesia
cada vez que hablen6, pues esto es lo que Pablo le argumenta a Timoteo al
mencionar a Eva. Como el mismo Pablo diría a Timoteo, el problema de fondo era
el engaño y el desorden, no de sexo ni de roles como algunos hoy dicen
pretendiendo endulzar el problema a ojos actuales. Afortunadamente, hoy nuestro
entorno religioso y sociocultural atraviesa una circunstancia radicalmente diferente.
Viendo
el desolador panorama machista dominante en la historia hasta hace pocos años
(e incluso hoy día) deberíamos soslayar la cita de Vicente de Lérins con la que
Messmer concluye su análisis: «En la Iglesia universal hay que poner el mayor
cuidado para mantener lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por
todos». Gracias a Dios, los reformadores o los abolicionistas cristianos tomaron
un mejor eslogan de “Iglesia reformada, siempre reformándose” pues son los
principios realmente espirituales de La Palabra de Dios los que deben guiarnos
y no inercias mundanas que durante siglos han podido anquilosarse en La
Iglesia. El evangelio siempre estuvo y estará a favor del débil y los
marginados. “He aquí yo hago todas las cosas nuevas” (Ap. 21, 5), dice el
Señor. Y es que lo nuevo, a veces, es verdadero. Siempre será verdad si es
bueno. Y por eso al evangelio le llamamos Buenas Nuevas.
NOTA:
Una
exégesis más detallada de los textos bíblicos más polémicos acerca del rol de
la mujer (Gn. 1, Ef. 5: 21-23, 1ª Co. 11: 3-14; 14: 34-35, 1ª Ti. 2: 9-15) ya
fue realizada por mí en este medio. Dicho análisis bíblico actualizado puede
ser consultado en: http://delirante.org/?p=255
N. del
E.: Puede consultar la serie de Andrés Messmer aquí.
1[1]
Mª Dolores Parra Martín. Mujer y concubinato en la sociedad romana. ANALES DE
DERECHO. Universidad de Murcia. Número 23. 2005. Pág. 241
2[1]
De cultu feminarum I, 1-2
3[1]
Crisóstomo, J.: Contra los que habitan con vírgenes 11
4[1]
César Vidal Manzanares. Los Orígenes de la Nueva Era. Grupo Nelson. 2010. p.
106-107
5[1]
Pablo Wickham. Revista Aletheia. nº 38. 2011. p. 76
6[1]
Teólogos de influencia como John MacArthur piensan que las mujeres deben callar
en la iglesia por haber guiado a los hombres al pecado cuando asumen el
liderazgo. Ver: https://www.youtube.com/watch?v=SolxB4xQBgQ&feature=youtu.be
Fuente:
Protestantedigital, 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario