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miércoles, 17 de enero de 2018

Martin Luther King, un hombre que dejó huella

Una de las figuras que marcaron el siglo XX para bien fue la del pastor evangélico Martin Luther King Jr. El 15 de enero de cada año se recuerda su figura, aunque en Estados Unidos siempre se dedica el tercer lunes del mes de enero a su conmemoración. Pastor evangélico y activista político, Premio Nobel de la Paz en 1964, Martin Luther King Jr. nació en Atlanta (Georgia) el 15 de enero de 1929. Fue pastor de la Iglesia Bautista Ebenezer en Atlanta, así como lo fueron su padre y su abuelo. Ya desde muy joven se manifiestó como un luchador nato por la defensa de los derechos de la población negra. Como presidente del Consejo Directivo de la Asociación de Cristianos del Sur se negó a emplear la violencia para conseguir estos objetivos, abogando por una resistencia pasiva. Esta actitud le hizo merecedor del Premio Nobel de la Paz en 1964. Un año después lograba que en los estados sureños se abolieran algunas leyes discriminatorias con la población negra. Pero esto no significó que se consiguiera la igualdad a pesar de su intensa lucha. Un tiro asestado por James Earl Ray acabó con su vida en 1968 en Memphis.
EL BOICOT AL AUTOBÚS
King se graduó en la Morehouse College de la carrera de Sociología Bachiller de Artes B.A. en 1948 y del Crozer Theological Seminary con un B.D. en 1951. Recibió su Doctorado de Filosofía Ph.D. de Boston University en el año 1955.
En 1954, King fue elegido pastor de la Iglesia Bautista de Dexter Avenue en Montgomery, Alabama. Lideró en el boicot al bus de Montgomery en 1955, el cual empezó cuando Rosa Parks rehusó acatar la ley Jim Craw, que obligaba a las personas de color a ceder su asiento a personas blancas. La situación se volvió tan tensa que la casa de King fue atacada. El Dr. King fue arrestado durante esta campaña, la cual finalizó con la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos de separar los autobuses entre estados. Continuando con la campaña, en 1957 King participó en la fundación de la Conferencia Sureña del Liderazgo Cristiano (SCLC, siglas en inglés), un grupo creado para organizar el activismo por los Derechos Civiles.
MANIFESTACIONES EN TODO EL PAÍS
King continuó liderando la organización hasta su muerte, una posición criticada por el más radical y democrático Comité de Coordinación Estudiantil de la No violencia. El SCLC obtuvo esta afiliación principalmente de comunidades negras asociadas con iglesias Bautistas.
King fue un defensor de las filosofías de la no violencia y la desobediencia civil, usada satisfactoriamente en India por Gandhi, y aplicó esta filosofía a las protestas organizadas por el SCLC. King aplicó estos principios en la protesta no violenta contra el sistema racista conocido como Jim Craw. La respuesta racista desde diferentes entornos a las marchas pacíficas crearon una ola en pro de los Derechos Civiles en la opinión pública, lo que fue clave para la aprobacion de los Derechos Civiles a principios de la década de los Años 1960.
NOBEL DE LA PAZ  
MLK, Premio Nobel. El 14 de octubre de 1964, King se convirtió en el ganador más joven del Premio Nobel de la Paz, el cual le fue entregado por liderar la resistencia no violenta al fin de los prejuicios raciales en los Estados Unidos. En 1965 King empezó a expresar dudas sobre el papel de los Estados Unidos en la Guerra de Vietnam. En febrero y de nuevo en abril de 1967, King se expresó fuertemente contra el papel de los Estados Unidos en la guerra. En 1968, King y el SCLC organizaron la “Campaña de la Gente Pobre” en defensa de los derechos de los más desfavorecidos. La campaña culminó en una marcha en Washington demandando ayuda económica a las comunidades más pobres de los Estados Unidos.
ASESINATO DE M.L. KING
En la tarde del 4 de abril de 1968, King, de 39 años de edad, salió a tomar un poco de aire en un balcón del Hotel Lorraine, el único de Memphis que aceptaba negros. El predicador había ido a esa ciudad de Tennessee para apoyar una protesta de trabajadores de la limpieza. King, afectado por la depresión, ya había pasado la cima de su carrera y el movimiento de protesta pacífica se enfrentaba a la impaciencia de grupos más jóvenes que proclamaban el “poder negro” y bordeaban el recurso de la violencia. “Dios ha permitido que llegara a la cima de la montaña y desde allí he visto la tierra prometida”, dijo la noche anterior a su muerte King ante los fieles congregados en Mason Temple. “Y es posible que no vaya a la tierra prometida con ustedes”. Añadió: “Estoy feliz esta noche. Nada me preocupa. No temo a hombre alguno. Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor”, añadió.
LAS CONSECUENCIAS DE SU MUERTE
Una bala, disparada desde el otro lado de la calle, le penetró por la mejilla derecha y le alcanzó la columna vertebral. King murió poco después en el Hospital St. Joseph. El asesinato en el violento año de protestas que circundaron el mundo provocó disturbios en 125 ciudades de Estados Unidos en los que murieron 46 personas, 2.800 resultaron heridas y más de 26.000 fueron arrestadas. El hecho de que el hombre acusado, juzgado y condenado por el asesinato de King, James Earl Ray, muriese en 1998 en prisión tras negar su culpabilidad ha alimentado variadas teorías de conspiraciones que incluyen desde la mafia a grupos supremacistas blancos y diversas agencias del Gobierno. Los conceptos de desobediencia civil, resistencia y protesta pacífica encarnados por el pastor bautista King han marcado las bregas de figuras como el polaco Lech Walesa, la guatemalteca Rigoberta Menchú, los sudafricanos Desmond Tutu y Nelson Mandela, y en Argentina Adolfo Pérez Esquivel y las Madres de Plaza de Mayo. En 2012, el presidente de Estados Unidos Barack Obama inauguraba el Memorial de Martin Luther King, un monumento de piedra en el que se recuerda su vida y algunos de los mensajes más relevantes de su carrera.


Fuente: Protestantedigital, 2018.

jueves, 19 de enero de 2017

Martin Luther King, un hombre que dejó huella



Una de las figuras que marcaron el siglo XX para bien fue la del pastor evangélico Martin Luther King Jr. El 15 de enero de cada año se recuerda su figura, aunque en Estados Unidos siempre se dedica el tercer lunes del mes de enero a su conmemoración.
Pastor evangélico y activista político, Premio Nobel de la Paz en 1964, Martin Luther King Jr. nació en Atlanta (Georgia) el 15 de enero de 1929. Fue pastor de la Iglesia Bautista Ebenezer en Atlanta, así como lo fueron su padre y su abuelo.
Nació en Atlanta, Georgia y desde muy joven se manifiestó como un luchador nato por la defensa de los derechos de la población negra. Como presidente del Consejo Directivo de la Asociación de Cristianos del Sur se negó a emplear la violencia para conseguir estos objetivos, abogando por una resistencia pasiva.
Esta actitud le hizo merecedor del Premio Nobel de la Paz en 1964. Un año después lograba que en los estados sureños se abolieran algunas leyes discriminatorias con la población negra. Pero esto no significó que se consiguiera la igualdad a pesar de su intensa lucha. Un tiro asestado por James Earl Ray acabó con su vida en 1968 en Memphis.
EL BOICOT AL AUTOBÚS
King se graduó en la Morehouse College de la carrera de Sociología Bachiller de Artes B.A. en 1948 y del Crozer Theological Seminary con un B.D. en 1951. Recibió su Doctorado de Filosofía Ph.D. de Boston University en el año 1955.
En 1954, King fue elegido pastor de la Iglesia Bautista de Dexter Avenue en Montgomery, Alabama. Lideró en el boicot al bus de Montgomery en 1955, el cual empezó cuando Rosa Parks rehusó acatar la ley Jim Craw, que obligaba a las personas de color a ceder su asiento a personas blancas. La situación se volvió tan tensa que la casa de King fue atacada. El Dr. King fue arrestado durante esta campaña, la cual finalizó con la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos de separar los autobuses entre estados.
Continuando con la campaña, en 1957 King participó en la fundación de la Conferencia Sureña del Liderazgo Cristiano (SCLC, siglas en inglés), un grupo creado para organizar el activismo por los Derechos Civiles.
MANIFESTACIONES EN TODO EL PAÍS
King continuó liderando la organización hasta su muerte, una posición criticada por el más radical y democrático Comité de Coordinación Estudiantil de la No violencia. El SCLC obtuvo esta afiliación principalmente de comunidades negras asociadas con iglesias Bautistas.
King fue un defensor de las filosofías de la no violencia y la desobediencia civil, usada satisfactoriamente en India por Gandhi, y aplicó esta filosofía a las protestas organizadas por el SCLC. King aplicó estos principios en la protesta no violenta contra el sistema racista conocido como Jim Craw.
La respuesta racista desde diferentes entornos a las marchas pacíficas crearon una ola en pro de los Derechos Civiles en la opinión pública, lo que fue clave para la aprobación de los Derechos Civiles a principios de la década de los Años 1960.
NOBEL DE LA PAZ
El 14 de octubre de 1964, King se convirtió en el ganador más joven del Premio Nobel de la Paz, el cual le fue entregado por liderar la resistencia no violenta al fin de los prejuicios raciales en los Estados Unidos.
En 1965 King empezó a expresar dudas sobre el papel de los Estados Unidos en la Guerra de Vietnam. En febrero y de nuevo en abril de 1967, King se expresó fuertemente contra el papel de los Estados Unidos en la guerra. En 1968, King y el SCLC organizaron la “Campaña de la Gente Pobre” en defensa de los derechos de los más desfavorecidos. La campaña culminó en una marcha en Washington demandando ayuda económica a las comunidades más pobres de los Estados Unidos.
ASESINATO DE M.L. KING
En la tarde del 4 de abril de 1968, King, de 39 años de edad, salió a tomar un poco de aire en un balcón del Hotel Lorraine, el único de Memphis que aceptaba negros. El predicador había ido a esa ciudad de Tennessee para apoyar una protesta de trabajadores de la limpieza.
King, afectado por la depresión, ya había pasado la cima de su carrera y el movimiento de protesta pacífica se enfrentaba a la impaciencia de grupos más jóvenes que proclamaban el “poder negro” y bordeaban el recurso de la violencia.
“Dios ha permitido que llegara a la cima de la montaña y desde allí he visto la tierra prometida”, dijo la noche anterior a su muerte King ante los fieles congregados en Mason Temple. “Y es posible que no vaya a la tierra prometida con ustedes”. Añadió: “Estoy feliz esta noche. Nada me preocupa. No temo a hombre alguno. Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor”, añadió.
LAS CONSECUENCIAS DE SU MUERTE
Una bala, disparada desde el otro lado de la calle, le penetró por la mejilla derecha y le alcanzó la columna vertebral. King murió poco después en el Hospital St. Joseph.
El asesinato en el violento año de protestas que circundaron el mundo provocó disturbios en 125 ciudades de Estados Unidos en los que murieron 46 personas, 2.800 resultaron heridas y más de 26.000 fueron arrestadas.
El hecho de que el hombre acusado, juzgado y condenado por el asesinato de King, James Earl Ray, muriese en 1998 en prisión tras negar su culpabilidad ha alimentado variadas teorías de conspiraciones que incluyen desde la mafia a grupos supremacistas blancos y diversas agencias del Gobierno.
Los conceptos de desobediencia civil, resistencia y protesta pacífica encarnados por el pastor bautista King han marcado las bregas de figuras como el polaco Lech Walesa, la guatemalteca Rigoberta Menchú, los sudafricanos Desmond Tutu y Nelson Mandela, y en Argentina Adolfo Pérez Esquivel y las Madres de Plaza de Mayo.
En 2012, el presidente de Estados Unidos Barack Obama inauguraba el Memorial de Martin Luther King, un monumento de piedra en el que se recuerda su vida y algunos de los mensajes más relevantes de su carrera.

Fuente: Protesantedigital, 2017

miércoles, 13 de abril de 2016

Jürgen Moltmann en sus noventa años



Por. Leopoldo Cervantes-Ortiz, México
Moltmann ha seguido y sigue siendo protestante, pero su teología desborda los límites confesionales, de manera que ha podido influir casi por igual en protestantes y católicos (y casi más en los católicos). Una parte considerable de la teología del último tercio del siglo XX habría sido impensable sin su influjo y su palabra, sin su presencia y testimonio creyente.1 Xabier Pikaza
Reconocido como uno de los mayores teólogos protestantes de la segunda mitad del siglo XX, Jürgen Moltmann llega este 8 de abril a los 90 años de edad. Nacido en Hamburgo en 1926 en el seno de una familia protestante bastante secularizada, según sus palabras (su padre era masón), tuvo que alistarse en las Fuerzas Aéreas Auxiliares y participó con el ejército terrestre en la Segunda Guerra Mundial en 1944.
Al año siguiente fue prisionero en Bélgica, donde presa de una fuerte falta de esperanza en la cultura germana, un capellán estadunidense le obsequió un Nuevo Testamento para que, más tarde, se adhiriera a un grupo cristiano. Recuerda esos años con estas palabras: “Yo no encontré a Cristo, fue Él quien me encontró a mí”. Llevado a Escocia, colaboró con otros prisioneros en tareas de reconstrucción.
Allí leyó su primer libro teológico: La naturaleza y el destino del hombre, de Reinhold Niebuhr, que le impactó profundamente. En uno de los campos donde estuvo preso, recuerda Stepehen Brown, se llevaron a cabo programas educativos que contaron con la visita de Willem Visser’t Hooft, secretario general del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), el cual estaba entonces en formación. “Las experiencias que Moltmann tuvo de la iglesia comenzaron en el extranjero y desde el principio fueron ecuménicas”, señala su biógrafo, Geiko Müller-Fahrenholz, “Por lo que desde el principio este ecumenismo fue el sello de su teología”.2
De nuevo en su ciudad natal, la que encontró en ruinas, reclamó el deber de la teología de llegar a los supervivientes de su generación, con lo que siguió las huellas de la Iglesia Confesante, la que se opuso a los dictados del nazismo desde1934. Su frustración fue grande al notar que muchos deseaban enterrar totalmente ese periodo. Luego de unirse a un movimiento de estudiantes cristianos, en Göttinga, donde algunos profesores como Otto Weber (1902-1966) y Hans Joachin Iwand, discípulos de Karl Barth, habían sido parte de esa Iglesia. Luego de doctorarse en 1952, se ordenó ministro de la Iglesia Reformada.
Fue pastor en Bremen-Wasserhorst y después se dedicó a la docencia y la reflexión en Wuppertal y en la Universidad de Bonn (1963), para luego ejercer en Tubinga (1967), donde trabajó hasta su jubilación en 1994, y en la que tuvo estrecho contacto con Hans Küng, pues ambos laboraron en el Instituto de Teología Ecuménica. Fue miembro de la Comisión de Fe y Constitución del CMI entre 1963 y 1983 y en 2000 ganó el Premio Grawemeyer por La venida de Dios: escatología cristiana. Está casado con la también teóloga Elisabeth Wendel desde 1952, con quien ha escrito un par de libros.
Entre sus influencias destaca Ernst Bloch (quien lo inspiraría para escribir Teología de la esperanza). Algunos de sus volúmenes son: Teología de la esperanza (1968), Planificación y esperanza de futuro (1977), El Dios crucificado (1972), Antropología cristiana en los conflictos del presente (1974), Conversión al futuro (1974), La iglesia en el poder del Espíritu (1975), El experimento esperanza (1976), Trinidad y reino de Dios (1980), Un nuevo estilo de vida: sobre la libertad, la alegría y el juego (1981), Diaconía en el horizonte del Reino de Dios (1987), Dios en la creación (1987); Teología política. Ética política (1987), La iglesia, fuerza del Espíritu (1989), ¿Qué es la teología hoy? (1992), El camino de Jesucristo (1993), Hablar de Dios como mujer y como hombre (1995, con E. Wendel), Cristo para nosotros hoy (1997), El Espíritu de la vida. Una pneumatología integral (1998), El Espíritu Santo y la teología de la vida (2000), En el fin el principio (2004), La venida de Dios. Escatología cristiana (Salamanca 2004), Pasión por Dios: una teología a dos voces (2007, con E. Wendel), Ética de la esperanza (2011).
ürgen Moltmann, uno de los mayores teólogos protestantes de la segunda mitad del siglo XX.
Así resume Xabier Pikaza la importancia de su trabajo: “Moltmann es uno de los maestros de la teología dogmática contemporánea; ha contribuido a la renovación del pensamiento protestante y ha ejercido una gran influencia sobre la teología católica, en especial en Latinoamérica, por su compromiso al servicio de una reflexión de una praxis abierta a la esperanza trascendente, pero comprometida con el cambio social e histórico de los hombres, en línea de evangelio”.3 En todos sus libros se trasluce una gran pasión teológica, “una forma de pensar provocadoramente excéntrica en la cultura secularizada de la posmodernidad y por ello mismo muy actual, a pesar de las apariencias”.4
Es famosa su relación con la teología latinoamericana de la liberación desde los años 70 del siglo pasado, cuando escribió una “Carta abierta” a José Míguez Bonino, en la que reprochó abiertamente la escasa presencia de autores latinoamericanos y externó duramente su opinión sobre algunas obras que prácticamente lo descalificaban: “De Latinoamérica no ha llegado, hasta el momento, una teología que como la japonesa o la africana replanteen los intereses y el arte de pensar de los europeos Escuchamos fuertes críticas a la teología occidental, pero en realidad, lo que en dichas críticas se nos ofrece no es sino parte del pensamiento de Marx y Engels, como genuino descubrimiento latinoamericano”.5 Antes, en la primavera de 1967, presentó como ponencia “El cristianismo como religión de libertad”, verdadero manifiesto sobre un tema que lo ocuparía intensamente.6
Desde entonces, el diálogo con esta corriente le permitió abordar temas que no había considerado e incluso participó en 1977 en un congreso en la Ciudad de México, donde discutió directamente con teólogos como Hugo Assmann, Jorge Pixley, Enrique Dussel, James Cone y Orlando Costas.7
Un fruto no menor de ese intenso debate fue que dirigiría la tesis doctoral de Reinerio Arce (hijo de Sergio Arce, teólogo y pastor cubano) sobre las aportaciones religiosas presentes en la obra de José Martí, que publicaría más tarde el Consejo Latinoamericano de Iglesias.8
Acerca de ese contacto fecundo y mutuamente crítico, agrega Pikaza: “Moltmann es el teólogo de la esperanza, entendida de forma receptiva y activa, como expresión de una Palabra de Dios (que es promesa de futuro) y como principio impulsor de una palabra humana, que ha de expresarse como protesta contra lo que existe y como impulso de perdón y reconciliación futura.
Portada del último libro de Jürgen Moltmann.
De esa manera ha vinculado el mejor protestantismo (teología de la gracia) con el impulso de la modernidad, que se ha expresado en los movimientos de liberación de los siglos XIX y XX”.9 Circula mucho la leyenda que cuenta que, en noviembre de 1989, cuando fueron asesinados varios profesores jesuitas de la Universidad Centroamericana de El Salvador, un ejemplar de El Dios crucificado terminó empapado de la sangre de Ignacio Ellacuría, teólogo de la liberación también.
Una de sus apariciones más recientes aconteció en el seminario de Princeton en 2015, adonde acudió a la Conferencia Anual sobre Karl Barth.10 En febrero pasado, el Consejo Mundial de Iglesias lanzó The living God and the fullness of life (El Dios viviente y la plenitud de la vida) y lo invitó a su sede en Ginebra a presentarlo.11 El libro es una “una serie de meditaciones sobre lo que significa vivir, pensar y esperar en la presencia del amor de Dios con las que Moltmann […] reflexiona sobre los temas tratados en sus obras durante su larga carrera teológica”.12
En el libro, señala: “En los seres humanos, el conocimiento del ‘Dios viviente’ despierta sed y hambre de vida […] les hace sentirse insatisfechos con lo que son y los impulsa a buscar un futuro en que entrará más vida en las vidas que ya tienen”. Según Brown, la insistencia en esa insatisfacción que tiene la mirada puesta en el futuro y se inspira de lo divino ha estado presente en la teología de Moltmann desde la publicación de Teología de la esperanza en 1964.
Y extrae una cita de ese libro: “El que espera en Cristo no puede conformarse ya con la realidad dada, sino que comienza a sufrir a causa de ella, a contradecirla. Paz con Dios significa discordia con el mundo, pues el aguijón del futuro prometido punza implacablemente en la carne de todo presente no cumplido”.
Ese mensaje estuvo inscrito en la turbulenta década de 1960, marcada por el surgimiento de grandes movimientos sociales, aunque, más de 50 años después, sigue siendo de inspiración para muchos. Tal como sugiere la arzobispa Antje Jackelén, de la Iglesia de Suecia, antigua alumna de Moltmann en la Universidad de Tubinga: “El discurso de la esperanza, lo que se puede esperar y la manera en que hablamos de la esperanza de forma realista son tan importantes en la actualidad. Rara vez puede uno citar cosas que se escribieron hace 50 años”. Ella ha escrito en Time and eternity (Tiempo y eternidad), una valoración crítica de la obra de Moltmann.
Fuerte impacto tuvo también su reflexión en la República Democrática Alemana, de lo que da testimonio Heino Falcke, un teólogo que dedicó muchos años a promover cambios en ese país:
“Para mí y para mis amigos de la RDA la teología de Moltmann fue literalmente reveladora, sobre todo teniendo en cuenta su enfoque contextual y su conocimiento de la situación contemporánea. En los años 60, después de la construcción del muro de Berlín, su obra nos animó, a pesar de todo, a esforzarnos por lograr un socialismo abierto a la historia, capaz de cambiar y de hacerse más humano.13 Sin embargo, como se lamentó el propio Moltmann en Ginebra, después de 1989 los teólogos han centrado su atención en la comunidad académica, pero la teología cristiana, agregó, “debe mantener unidas a las comunidades cristiana, pública y académica como una función del reino de Dios que todo lo abarca”.

Fuente: Protestantedigital, 2016.

sábado, 11 de julio de 2015

El CMI rinde homenaje a Jan Hus en el sexcentésimo aniversario de su muerte



Jan Hus, reformador cristiano checo, sacerdote y filósofo de los siglos XIV y XV, y una de las personalidades más destacadas de la historia europea, fue objeto de un sentido homenaje ofrecido por el arzobispo emérito Anders Wejryd, Presidente del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) de Europa.
En su mensaje durante las celebraciones del sexcentésimo aniversario, en Praga, los días 5 y 6 de julio, Wejryd dijo que en “una época de profundas divisiones en la iglesia -la más evidente entre Roma y Aviñón- pero también de múltiples intrigas políticas en torno a la cristiandad, Hus instó a sus seguidores a proclamar la iglesia única como el cuerpo místico de Cristo formado por el pueblo elegido de Dios”.
Considerado “fundador de su nación”, Hus tenía una importante influencia en los Estados europeos.
Admirando la capacidad de Hus para “discernir entre su lealtad temporal a su país de nacimiento y su vocación eterna por el reino de Dios”, Wejryd dijo que la Iglesia y el Estado eran para Hus reinos independientes y que una “confusión entre ambos podía llevar a la corrupción entre los líderes religiosos”.
“Hus entendía que la ciudadanía y el patriotismo eran cualidades importantes en esta vida, pero enseñaba que la mayor devoción del cristiano debe ser la Iglesia de Jesucristo”, añadió Wejryd.
Wejryd destacó que con la esperanza de lograr la unidad y la reconciliación, Jan Hus accedió a entablar un diálogo con sus más acérrimos críticos. A pesar de una garantía de salvoconducto del Concilio de Constanza, Hus fue detenido a su llegada y “se convirtió en víctima de un asesinato judicial” en julio 1415.
Wejryd comentó: “Con su muerte Jan Hus reveló la tremenda injusticia institucional”. Destacó que el papa Juan Pablo II y el papa Francisco habían expresado, en palabras de San Juan Pablo II, “un profundo pesar por la muerte cruel que se le impuso”.
“El Consejo Mundial de Iglesias rinde homenaje al sacrificio de Jan Hus y renueva su compromiso con el camino de renovación, de un nuevo despertar, del diálogo, la justicia y la paz”, dijo Wejryd.
Las conmemoraciones del sexcentésimo aniversario de la muerte de Hus forman parte de un proyecto de la Iglesia Evangélica de los Hermanos Checos y de la Iglesia Husita Checoslovaca, ambas iglesias miembros del CMI.
El CMI acogerá una exposición sobre la vida y el legado de Jan Hus a partir de 2 de octubre de 2015. La exposición se encontrará en el Centro Ecuménico de Ginebra, en coordinación con otros eventos conmemorativos que tendrán lugar durante todo el mes en la Universidad de Ginebra, en la Catedral de St. Pierre, el Auditorio de Calvino, la Iglesia de la Madeleine y el Museo Internacional de la Reforma.

Fuente: ALCNOTICIAS


Mensaje del CMI con ocasión del sexcentésimo aniversario de la muerte de Jan Hus
Blog del CMI: Un deseo centenario por la paz en Europa
Sitio web del evento sobre Jan Hus en Praga
Iglesias miembros del CMI en la República Checa