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miércoles, 17 de enero de 2018

Martin Luther King, un hombre que dejó huella

Una de las figuras que marcaron el siglo XX para bien fue la del pastor evangélico Martin Luther King Jr. El 15 de enero de cada año se recuerda su figura, aunque en Estados Unidos siempre se dedica el tercer lunes del mes de enero a su conmemoración. Pastor evangélico y activista político, Premio Nobel de la Paz en 1964, Martin Luther King Jr. nació en Atlanta (Georgia) el 15 de enero de 1929. Fue pastor de la Iglesia Bautista Ebenezer en Atlanta, así como lo fueron su padre y su abuelo. Ya desde muy joven se manifiestó como un luchador nato por la defensa de los derechos de la población negra. Como presidente del Consejo Directivo de la Asociación de Cristianos del Sur se negó a emplear la violencia para conseguir estos objetivos, abogando por una resistencia pasiva. Esta actitud le hizo merecedor del Premio Nobel de la Paz en 1964. Un año después lograba que en los estados sureños se abolieran algunas leyes discriminatorias con la población negra. Pero esto no significó que se consiguiera la igualdad a pesar de su intensa lucha. Un tiro asestado por James Earl Ray acabó con su vida en 1968 en Memphis.
EL BOICOT AL AUTOBÚS
King se graduó en la Morehouse College de la carrera de Sociología Bachiller de Artes B.A. en 1948 y del Crozer Theological Seminary con un B.D. en 1951. Recibió su Doctorado de Filosofía Ph.D. de Boston University en el año 1955.
En 1954, King fue elegido pastor de la Iglesia Bautista de Dexter Avenue en Montgomery, Alabama. Lideró en el boicot al bus de Montgomery en 1955, el cual empezó cuando Rosa Parks rehusó acatar la ley Jim Craw, que obligaba a las personas de color a ceder su asiento a personas blancas. La situación se volvió tan tensa que la casa de King fue atacada. El Dr. King fue arrestado durante esta campaña, la cual finalizó con la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos de separar los autobuses entre estados. Continuando con la campaña, en 1957 King participó en la fundación de la Conferencia Sureña del Liderazgo Cristiano (SCLC, siglas en inglés), un grupo creado para organizar el activismo por los Derechos Civiles.
MANIFESTACIONES EN TODO EL PAÍS
King continuó liderando la organización hasta su muerte, una posición criticada por el más radical y democrático Comité de Coordinación Estudiantil de la No violencia. El SCLC obtuvo esta afiliación principalmente de comunidades negras asociadas con iglesias Bautistas.
King fue un defensor de las filosofías de la no violencia y la desobediencia civil, usada satisfactoriamente en India por Gandhi, y aplicó esta filosofía a las protestas organizadas por el SCLC. King aplicó estos principios en la protesta no violenta contra el sistema racista conocido como Jim Craw. La respuesta racista desde diferentes entornos a las marchas pacíficas crearon una ola en pro de los Derechos Civiles en la opinión pública, lo que fue clave para la aprobacion de los Derechos Civiles a principios de la década de los Años 1960.
NOBEL DE LA PAZ  
MLK, Premio Nobel. El 14 de octubre de 1964, King se convirtió en el ganador más joven del Premio Nobel de la Paz, el cual le fue entregado por liderar la resistencia no violenta al fin de los prejuicios raciales en los Estados Unidos. En 1965 King empezó a expresar dudas sobre el papel de los Estados Unidos en la Guerra de Vietnam. En febrero y de nuevo en abril de 1967, King se expresó fuertemente contra el papel de los Estados Unidos en la guerra. En 1968, King y el SCLC organizaron la “Campaña de la Gente Pobre” en defensa de los derechos de los más desfavorecidos. La campaña culminó en una marcha en Washington demandando ayuda económica a las comunidades más pobres de los Estados Unidos.
ASESINATO DE M.L. KING
En la tarde del 4 de abril de 1968, King, de 39 años de edad, salió a tomar un poco de aire en un balcón del Hotel Lorraine, el único de Memphis que aceptaba negros. El predicador había ido a esa ciudad de Tennessee para apoyar una protesta de trabajadores de la limpieza. King, afectado por la depresión, ya había pasado la cima de su carrera y el movimiento de protesta pacífica se enfrentaba a la impaciencia de grupos más jóvenes que proclamaban el “poder negro” y bordeaban el recurso de la violencia. “Dios ha permitido que llegara a la cima de la montaña y desde allí he visto la tierra prometida”, dijo la noche anterior a su muerte King ante los fieles congregados en Mason Temple. “Y es posible que no vaya a la tierra prometida con ustedes”. Añadió: “Estoy feliz esta noche. Nada me preocupa. No temo a hombre alguno. Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor”, añadió.
LAS CONSECUENCIAS DE SU MUERTE
Una bala, disparada desde el otro lado de la calle, le penetró por la mejilla derecha y le alcanzó la columna vertebral. King murió poco después en el Hospital St. Joseph. El asesinato en el violento año de protestas que circundaron el mundo provocó disturbios en 125 ciudades de Estados Unidos en los que murieron 46 personas, 2.800 resultaron heridas y más de 26.000 fueron arrestadas. El hecho de que el hombre acusado, juzgado y condenado por el asesinato de King, James Earl Ray, muriese en 1998 en prisión tras negar su culpabilidad ha alimentado variadas teorías de conspiraciones que incluyen desde la mafia a grupos supremacistas blancos y diversas agencias del Gobierno. Los conceptos de desobediencia civil, resistencia y protesta pacífica encarnados por el pastor bautista King han marcado las bregas de figuras como el polaco Lech Walesa, la guatemalteca Rigoberta Menchú, los sudafricanos Desmond Tutu y Nelson Mandela, y en Argentina Adolfo Pérez Esquivel y las Madres de Plaza de Mayo. En 2012, el presidente de Estados Unidos Barack Obama inauguraba el Memorial de Martin Luther King, un monumento de piedra en el que se recuerda su vida y algunos de los mensajes más relevantes de su carrera.


Fuente: Protestantedigital, 2018.

jueves, 19 de enero de 2017

Martin Luther King, un hombre que dejó huella



Una de las figuras que marcaron el siglo XX para bien fue la del pastor evangélico Martin Luther King Jr. El 15 de enero de cada año se recuerda su figura, aunque en Estados Unidos siempre se dedica el tercer lunes del mes de enero a su conmemoración.
Pastor evangélico y activista político, Premio Nobel de la Paz en 1964, Martin Luther King Jr. nació en Atlanta (Georgia) el 15 de enero de 1929. Fue pastor de la Iglesia Bautista Ebenezer en Atlanta, así como lo fueron su padre y su abuelo.
Nació en Atlanta, Georgia y desde muy joven se manifiestó como un luchador nato por la defensa de los derechos de la población negra. Como presidente del Consejo Directivo de la Asociación de Cristianos del Sur se negó a emplear la violencia para conseguir estos objetivos, abogando por una resistencia pasiva.
Esta actitud le hizo merecedor del Premio Nobel de la Paz en 1964. Un año después lograba que en los estados sureños se abolieran algunas leyes discriminatorias con la población negra. Pero esto no significó que se consiguiera la igualdad a pesar de su intensa lucha. Un tiro asestado por James Earl Ray acabó con su vida en 1968 en Memphis.
EL BOICOT AL AUTOBÚS
King se graduó en la Morehouse College de la carrera de Sociología Bachiller de Artes B.A. en 1948 y del Crozer Theological Seminary con un B.D. en 1951. Recibió su Doctorado de Filosofía Ph.D. de Boston University en el año 1955.
En 1954, King fue elegido pastor de la Iglesia Bautista de Dexter Avenue en Montgomery, Alabama. Lideró en el boicot al bus de Montgomery en 1955, el cual empezó cuando Rosa Parks rehusó acatar la ley Jim Craw, que obligaba a las personas de color a ceder su asiento a personas blancas. La situación se volvió tan tensa que la casa de King fue atacada. El Dr. King fue arrestado durante esta campaña, la cual finalizó con la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos de separar los autobuses entre estados.
Continuando con la campaña, en 1957 King participó en la fundación de la Conferencia Sureña del Liderazgo Cristiano (SCLC, siglas en inglés), un grupo creado para organizar el activismo por los Derechos Civiles.
MANIFESTACIONES EN TODO EL PAÍS
King continuó liderando la organización hasta su muerte, una posición criticada por el más radical y democrático Comité de Coordinación Estudiantil de la No violencia. El SCLC obtuvo esta afiliación principalmente de comunidades negras asociadas con iglesias Bautistas.
King fue un defensor de las filosofías de la no violencia y la desobediencia civil, usada satisfactoriamente en India por Gandhi, y aplicó esta filosofía a las protestas organizadas por el SCLC. King aplicó estos principios en la protesta no violenta contra el sistema racista conocido como Jim Craw.
La respuesta racista desde diferentes entornos a las marchas pacíficas crearon una ola en pro de los Derechos Civiles en la opinión pública, lo que fue clave para la aprobación de los Derechos Civiles a principios de la década de los Años 1960.
NOBEL DE LA PAZ
El 14 de octubre de 1964, King se convirtió en el ganador más joven del Premio Nobel de la Paz, el cual le fue entregado por liderar la resistencia no violenta al fin de los prejuicios raciales en los Estados Unidos.
En 1965 King empezó a expresar dudas sobre el papel de los Estados Unidos en la Guerra de Vietnam. En febrero y de nuevo en abril de 1967, King se expresó fuertemente contra el papel de los Estados Unidos en la guerra. En 1968, King y el SCLC organizaron la “Campaña de la Gente Pobre” en defensa de los derechos de los más desfavorecidos. La campaña culminó en una marcha en Washington demandando ayuda económica a las comunidades más pobres de los Estados Unidos.
ASESINATO DE M.L. KING
En la tarde del 4 de abril de 1968, King, de 39 años de edad, salió a tomar un poco de aire en un balcón del Hotel Lorraine, el único de Memphis que aceptaba negros. El predicador había ido a esa ciudad de Tennessee para apoyar una protesta de trabajadores de la limpieza.
King, afectado por la depresión, ya había pasado la cima de su carrera y el movimiento de protesta pacífica se enfrentaba a la impaciencia de grupos más jóvenes que proclamaban el “poder negro” y bordeaban el recurso de la violencia.
“Dios ha permitido que llegara a la cima de la montaña y desde allí he visto la tierra prometida”, dijo la noche anterior a su muerte King ante los fieles congregados en Mason Temple. “Y es posible que no vaya a la tierra prometida con ustedes”. Añadió: “Estoy feliz esta noche. Nada me preocupa. No temo a hombre alguno. Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor”, añadió.
LAS CONSECUENCIAS DE SU MUERTE
Una bala, disparada desde el otro lado de la calle, le penetró por la mejilla derecha y le alcanzó la columna vertebral. King murió poco después en el Hospital St. Joseph.
El asesinato en el violento año de protestas que circundaron el mundo provocó disturbios en 125 ciudades de Estados Unidos en los que murieron 46 personas, 2.800 resultaron heridas y más de 26.000 fueron arrestadas.
El hecho de que el hombre acusado, juzgado y condenado por el asesinato de King, James Earl Ray, muriese en 1998 en prisión tras negar su culpabilidad ha alimentado variadas teorías de conspiraciones que incluyen desde la mafia a grupos supremacistas blancos y diversas agencias del Gobierno.
Los conceptos de desobediencia civil, resistencia y protesta pacífica encarnados por el pastor bautista King han marcado las bregas de figuras como el polaco Lech Walesa, la guatemalteca Rigoberta Menchú, los sudafricanos Desmond Tutu y Nelson Mandela, y en Argentina Adolfo Pérez Esquivel y las Madres de Plaza de Mayo.
En 2012, el presidente de Estados Unidos Barack Obama inauguraba el Memorial de Martin Luther King, un monumento de piedra en el que se recuerda su vida y algunos de los mensajes más relevantes de su carrera.

Fuente: Protesantedigital, 2017

domingo, 14 de febrero de 2016

¿Interpretamos los signos de los tiempos?



Por. Jaume Triginé, España*
Los datos objetivos son tozudos y ponen de manifiesto el limitado papel e influencia de la iglesia en nuestra vieja Europa. Sus raíces cristinas poca savia espiritual trasladan ya a este tronco añejo. Se impone el reconocimiento de la limitada significación de la iglesia en grandes espacios de la población. Sin duda hay grandes obstáculos difíciles de sortear. No siempre disponemos de respuestas lógicas y suficientes para explicar el problema del mal en el mundo. La utilización histórica del nombre de Dios por parte de tantos opresores, incluida la iglesia, ha provocado, como correlato, un importante rechazo del hecho y de la praxis religiosa.
Adquiere tintes de paradoja la falta de significación de la iglesia para algunos de sus propios miembros. Son demasiadas las personas que en los últimos años han abandonado sus comunidades a la búsqueda de nuevos espacios en los que poder vivir y practicar su espiritualidad de modo más coherente con su forma de entender las cosas; adentrándose, incluso, en modelos de orientación personalista y descomprometida con la institución. Son cristianos sin pertenencia eclesial. Triste contradicción.
Desde un punto de vista sociológico, hay una pluralidad de causas explicativas de tal desencanto en tantas personas. La crisis religiosa de la modernidad, resultado de la primacía del pensamiento racional, el empirismo que postula que sólo es posible conocer aquello que nos es accesible a través de los sentidos o mediante los métodos de la investigación científica y la influencia de los maestros de la sospecha (L. Feuerbach, K. Marx, S. Freud) han conducido al hombre contemporáneo a la secularización.
En un mundo globalizado, el fácil acceso a la información y al conocimiento comporta que muchos de nuestros conciudadanos cuestionen y rechacen la tutela histórica de la iglesia. Hoy coexisten muchas cosmovisiones y espiritualidades entre las que elegir. Asistimos a un creciente pluralismo con sus secuelas de relativismo.
Nos hallamos en una sociedad presidida por la ciencia, la técnica, el pragmatismo, la previsión… de la que han sido expulsados los elementos de misterio y las fuerzas sobrenaturales que antaño explicaban las vicisitudes humanas. Hoy es el hombre quien controla el mundo, a través del conocimiento de sus leyes, su propia situación y su futuro. No hay lugar para las fuerzas ciegas del destino o la voluntad omnímoda de los dioses. Todo puede ser explicado, desde las constantes universales que rigen el cosmos hasta los descubrimientos del genoma humano que explican nuestras ambivalencias individuales.
El pluralismo religioso, propio de nuestras sociedades libres, abiertas y democráticas, conduce, asimismo, al relativismo. Frente al mercado de las religiones, con su amplia oferta: monoteísmos, espiritualidades orientales, neopaganismo…, muchas personas se preguntan dónde se halla la verdad, ya que cada una de ellas pregona la propia.
Ahora bien, las causas de la desafección son plurales y no debemos caer en el reduccionismo cómodo y fácil. Considerar exclusivamente las causalidades externas comporta el riesgo de un repliegue endogámico de la iglesia y la falta de autocrítica, siempre necesaria para superar situaciones disfuncionales y seguir avanzando. Y es que, seguramente, alguna cosa, o más de una, no estamos haciendo suficientemente bien.
Si tenemos en cuenta las palabras del libro de Proverbios: Donde no hay dirección divina (otras versiones sugieren visión, profecía, liderazgo…), no hay orden (otros textos dejan entrever que el pueblo decae) concluimos que las personas con funciones de liderazgo tienen una gran responsabilidad en la gestión de la complejidad propia de nuestro tiempo histórico. De las personas al frente de las iglesias se espera que posean la capacidad para compartir una visión espiritual, establecer objetivos, gestionar recursos plurales e integrar a la comunidad en torno a unos objetivos consensuados y a la axiología del Reino de Dios. En la Biblia hallamos extraordinarios ejemplos de liderazgo con capacidad para transmitir grandes visiones y proyectos: Moisés y la salida de Egipto del futuro pueblo de Israel, Nehemías y la reconstrucción de Jerusalén tras años de abandono a causa del exilio, Pablo y la evangelización de los países del Mediterráneo…
Los líderes bíblicos no son superhéroes, no fueron perfectos en todo, como tampoco lo son nuestros líderes actuales; ahora bien, sí se espera de las personas que se hallan al frente de las comunidades eclesiales el más alto grado posible de desarrollo competencial: conocimientos, aptitudes, actitudes… para llevar a término la misión espiritual de la iglesia.
Diferentes estudios ponen de manifiesto que las iglesias que inciden significativamente en su entorno tienen, junto a otras características, un liderazgo eficaz compartido con un buen equipo de trabajo. Es una exigencia de la naturaleza de la función pastoral y de la complejidad del momento presente. Lo reclama también el grado de formación y preparación de las nuevas generaciones.
Otra cuestión a plantearse es acerca de algunos de nuestros relatos. Todo aquello que tiene que ver con Dios sólo puede ser expresado mediante la analogía. Dios no pertenece al espacio-tiempo, su ámbito es la eternidad. Nuestras categorías descriptivas no le alcanzan, son insuficientes. Por ello, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento encontramos tantos relatos simbólicos que así han de ser interpretados para disfrutar de su belleza estética y profundizar en su fondo teológico.
Pero con frecuencia, se pretende que la narración simbólica se entienda como historia objetiva y las personas de fuera o dentro de la iglesia, cada vez más preparadas y con más conocimientos objetivos sobre la realidad de las cosas, no admiten el discurso porque transmite demasiadas connotaciones de premodernidad, además de representar un lenguaje ininteligible y críptico, considerando que la cultura religiosa de las nuevas generaciones es prácticamente inexistente. Si el cristianismo es entendido como una cosa del pasado, cada vez interesará menos.
Cabe también plantearse si nuestra narrativa responde a los interrogantes de nuestros coetáneos. ¿No sería mejor escuchar primero sus inquietudes y preocupaciones? Las preguntas de la postmodernidad son de naturaleza existencial y reclaman respuestas útiles. Nuestras respuestas continúan siendo, con frecuencia, dogmáticas y conceptuales. Urge preguntarse cuál es su efecto.
Adquiere tintes de urgencia la interpretación de los signos de los tiempos y la adecuación de la iglesia a ellos para que nuestra generación pueda volver a encontrar en el cristianismo una respuesta significativa a su necesidad de sentido.

*Jaume Triginé, Licenciado en Psicología por la Universidad de Barcelona. Articulista y autor de LA IGLESA DEL SIGLO XXI ¿CONTINUIDAD O CAMBIO?, de ¿HABLAMOS DE DIOS? TEOLOGÍA DEL DECÁLOGO y de ¿HABLAMOS DE NOSOTROS? ÉTICA DEL DECÁLOGO.

Fuente: Lupaprotestante, 2016.