Por. Leopoldo Cervantes - Ortiz, México*
Una de las más recientes y creativas incorporaciones al ámbito de los estudios sobre la Reforma protestante y, en particular, sobre Juan Calvino, es la de Marta García Alonso, profesora del departamento de Filosofía Moral y Política de la Universidad a Distancia (UNED). Su video “Nuevos retos del laicismo” es más destacable si se recuerda que en España la figura del reformador francés sigue generando polémica y rechazo, sobre todo por el trágico episodio de Miguel Servet.
García Alonso se suma así a una lista de estudiosos españoles que incluye nombres tan prestigiados como el de José Luis L. Aranguren. Otros más son Jesús Larriba (autor de Eclesiología y antropología en Calvino. Madrid, Cristiandad, 1975), Joan Gomis (Calvino, una vida por la reforma. Barcelona, Planeta, 1993, primera biografía de autor español) y Antonio Rivera García (Republicanismo calvinista. Murcia, Res Publica-Diego Marín, 1999, p. 13), con quien ella ha tenido una interesante discusión académica. Los expertos en el caso Servet, entre quienes sobresale Ángel Alcalá, se centran más en la figura del médico y teólogo nacido en Villanueva en 1511, que en su acérrimo rival.
La profesora García Alonso obtuvo su doctorado con la tesis titulada La teología política de Calvino (Barcelona, Anthropos, 2008), brillante análisis de las perspectivas calvinianas sobre el tema. Además, García Alonso tiene una creciente lista de artículos y reseñas, entre los que se puede citar: “El Lutero de los teólogos y el Lutero de los filósofos” (2001), “¿Calvino republicano?” (sobre Republicanismo calvinista, 2001), “Reforma y tolerancia” (2003), “Poder, derecho y secularización. Un apunte sobre Lutero” (2005); “Una ética para los cristianos: el fundamento bíblico de la moral calvinista” (2006), “La contrarrevolución jurídica de Calvino” (2007).
El profesor Alberto Roldán, en una reseña de la tesis doctoral de García Alonso advierte: “La autora se plantea hasta qué punto el protestantismo y, particularmente Calvino, puede ser considerado la génesis de la modernidad secular”.(1) Y agrega: “”. El objetivo de la obra se expone claramente “Trataremos de restituir a Calvino su contexto intelectual mediato: como teólogo protestante, nos interesa averiguar en qué medida se distanció de sus antecesores católicos y cómo se relacionan sus ideas con las de sus coetáneos protestantes”.(2) El libro se divide en tres partes: Moral y política: fundamentos, Calvino como reformador y III. Calvino como político. Roldán encuentra que la última sección es “la más enjundiosa de la obra”. Y discute:
Destaca que la importancia que la política tuvo para Calvino se manifiesta en que su primer comentario que dio a publicar fue el de la carta a los Romanos, que precisamente vincula a la Iglesia y el Estado a partir del texto clave de Romanos 13.1 ss. Para Calvino, la sujeción del creyente a los poderes públicos estaba en oposición a “hombres obstinados y bárbaros” y a “aduladores de príncipes” (Institución de la Religión Cristiana, IV. 20.1). […] Otro paralelo que la autora hace, a modo de contrafigura, es entre Calvino y Schmitt. Para el reformador francés, así como para Schmitt, la política es el único medio para oponerse al desorden que amenaza la sociedad. La clave de la teología política de Calvino radica en que tanto la Iglesia como el Estado tienen un origen divino. “No sólo el Estado, sino la misma autoridad de los gobernantes de Dios, sin mediación eclesial o popular. Lejos estamos de las tesis de los teólogos pontificios que atribuyen al papa el poder de erigir príncipes y reyes.” (p. 222). (3)
En este sentido, Roldán advierte también cómo García Alonso se refiere a las divergencias con Lutero, uno de los puntos más complicados a la hora de estudiar las posturas políticas de los reformadores. La actitud de Calvino para definir las enredadas relaciones con los gobiernos es desglosada por la autora:
Para García Alonso, otro punto de divergencia con Lutero fue que Calvino evitó poner en manos del Estado a la organización eclesiástica al tiempo que defendió la independencia estatal. De ese modo logra mantener un equilibrio entre las dos instituciones. A modo de conclusión, la autora dice que no podemos atribuir a Calvino la responsabilidad que tuvo la ética capitalista ni tampoco que su intención fuera estructurar doctrinas democráticas y republicanas. “Probablemente, no pretendió otra cosa que servir a la Voluntad de Dios”, otro modo de decir que vivió, pensó, escribió y actuó: ad maiorem Dei gloriam. Deja la puerta entreabierta para otros estudios ulteriores que indaguen cómo sus ideas políticas continuaron en sus seguidores a fin de tener más elementos de juicio en torno a su aportación a la modernidad.(4)
Ahora, García Alonso acaba de publicar un pequeño volumen introductorio en una prestigiada colección de divulgación para el gran público (Calvino. Madrid, Ediciones del Orto). Luego del cuadro cronológico, el siguiente capítulo se ocupa del pensamiento filosófico de Calvino, en donde demuestra, primeramente, la importancia del debate sobre el peso específico del reformador en la modernidad, especialmente a partir de los estudios de Max Weber, quien a pesar de tergiversar, hasta cierto punto, los énfasis estrictamente calvinianos, es ampliamente citado. Para ello, pasa revista a la idea de Dios, su voluntad y la importancia de las Escrituras; la idea de hombre, su antropología, y en esa sección hace algunas observaciones importantes sobre la fe y la llamada “doble predestinación”. Así, para esclarecer el verdadero papel de la famosa doctrina dentro de la teología calviniana, afirma lo siguiente: “No se puede imputar a Calvino el razonamiento pietista —recuperado por Weber—, según el cual, uno puede eliminar las dudas de su elección con el trabajo incesante. Eso sería hacer de la predestinación el motor de la ética calviniana, cuando el verdadero motor lo constituye la fe. Es la fe en Cristo la que permite eliminar la angustia psicológica, pues toda acción se guiará por su enseñanza, y no por el éxito social o económico, ni por el cumplimiento de las normas en abstracto”.
Del mismo modo pasa revista al tema de la libertad humana. Y luego analiza la perspectiva calviniana sobre la ley, en sus aspectos natural y moral. Al referirse al Estado como Ordinatio Dei, García Alonso toca el tema de los dos reinos, la concepción positiva de la política y de la autoridad, la función de los gobernantes y los deberes del pueblo, además de los límites de la autoridad política y el derecho de resistencia. Por último, se ocupa de la eclesiología, las raíces de la misma, las Ordenanzas eclesiásticas “como punto de inflexión en su eclesiología” y, como corolario del asunto, del derecho eclesial reformado y el funcionamiento del Consistorio. (A estos temas dedicaremos un segundo artículo.)
La selección de textos, basada en su mayoría en la Institución de la Religión Cristiana (22), con dos fragmentos del comentario a la carta a los Romanos, complementa muy bien lo expuesto en el cuerpo del libro. La bibliografía, sumamente actualizada, refiere las obras en su idioma original. Hay que decir que García Alonso muestra una enorme solvencia al momento de discernir los aspectos teológicos más debatidos, armada como está de herramientas filosóficas y políticas. Pocos autores, incluso en el terreno estrictamente teológico, alcanzan la claridad que ella maneja para moverse en medio de las doctrinas calvinianas y protestantes.
Por todo ello, resulta totalmente explicable la participación de la doctora García Alonso en el evento de la Iglesia Evangélica Española (noviembre) y en el Coloquio de diciembre en el Instituto Teológico Protestante de París, “Calvino y Hobbes”, adonde presentará la ponencia “Bayle, entre Calvino y Hobbes”,. Pues como bien dice Roldán, García Alonso se ha vuelto lectura obligada para teólogos/as reformados y filósofos de la política.
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1) A.F. Roldán, “La teología política de Calvino ¿comienzo de la modernidad?”, en Boletín del Jubileo de Calvino, núm. 2, p. 5, http://www.calvin09.org/
2) M. García Alonso, La teología política de Calvino. Barcelona, Anthropos, 2008, p. 15.
3) Ibid., p. 6.
4) Idem.
*Cervantes-Ortiz es escritor, médico, teólogo y poeta mexicano.
Fuente: © L. Cervantes-Ortiz, ProtestanteDigital.com (España, 2009).
Una de las más recientes y creativas incorporaciones al ámbito de los estudios sobre la Reforma protestante y, en particular, sobre Juan Calvino, es la de Marta García Alonso, profesora del departamento de Filosofía Moral y Política de la Universidad a Distancia (UNED). Su video “Nuevos retos del laicismo” es más destacable si se recuerda que en España la figura del reformador francés sigue generando polémica y rechazo, sobre todo por el trágico episodio de Miguel Servet.
García Alonso se suma así a una lista de estudiosos españoles que incluye nombres tan prestigiados como el de José Luis L. Aranguren. Otros más son Jesús Larriba (autor de Eclesiología y antropología en Calvino. Madrid, Cristiandad, 1975), Joan Gomis (Calvino, una vida por la reforma. Barcelona, Planeta, 1993, primera biografía de autor español) y Antonio Rivera García (Republicanismo calvinista. Murcia, Res Publica-Diego Marín, 1999, p. 13), con quien ella ha tenido una interesante discusión académica. Los expertos en el caso Servet, entre quienes sobresale Ángel Alcalá, se centran más en la figura del médico y teólogo nacido en Villanueva en 1511, que en su acérrimo rival.
La profesora García Alonso obtuvo su doctorado con la tesis titulada La teología política de Calvino (Barcelona, Anthropos, 2008), brillante análisis de las perspectivas calvinianas sobre el tema. Además, García Alonso tiene una creciente lista de artículos y reseñas, entre los que se puede citar: “El Lutero de los teólogos y el Lutero de los filósofos” (2001), “¿Calvino republicano?” (sobre Republicanismo calvinista, 2001), “Reforma y tolerancia” (2003), “Poder, derecho y secularización. Un apunte sobre Lutero” (2005); “Una ética para los cristianos: el fundamento bíblico de la moral calvinista” (2006), “La contrarrevolución jurídica de Calvino” (2007).
El profesor Alberto Roldán, en una reseña de la tesis doctoral de García Alonso advierte: “La autora se plantea hasta qué punto el protestantismo y, particularmente Calvino, puede ser considerado la génesis de la modernidad secular”.(1) Y agrega: “”. El objetivo de la obra se expone claramente “Trataremos de restituir a Calvino su contexto intelectual mediato: como teólogo protestante, nos interesa averiguar en qué medida se distanció de sus antecesores católicos y cómo se relacionan sus ideas con las de sus coetáneos protestantes”.(2) El libro se divide en tres partes: Moral y política: fundamentos, Calvino como reformador y III. Calvino como político. Roldán encuentra que la última sección es “la más enjundiosa de la obra”. Y discute:
Destaca que la importancia que la política tuvo para Calvino se manifiesta en que su primer comentario que dio a publicar fue el de la carta a los Romanos, que precisamente vincula a la Iglesia y el Estado a partir del texto clave de Romanos 13.1 ss. Para Calvino, la sujeción del creyente a los poderes públicos estaba en oposición a “hombres obstinados y bárbaros” y a “aduladores de príncipes” (Institución de la Religión Cristiana, IV. 20.1). […] Otro paralelo que la autora hace, a modo de contrafigura, es entre Calvino y Schmitt. Para el reformador francés, así como para Schmitt, la política es el único medio para oponerse al desorden que amenaza la sociedad. La clave de la teología política de Calvino radica en que tanto la Iglesia como el Estado tienen un origen divino. “No sólo el Estado, sino la misma autoridad de los gobernantes de Dios, sin mediación eclesial o popular. Lejos estamos de las tesis de los teólogos pontificios que atribuyen al papa el poder de erigir príncipes y reyes.” (p. 222). (3)
En este sentido, Roldán advierte también cómo García Alonso se refiere a las divergencias con Lutero, uno de los puntos más complicados a la hora de estudiar las posturas políticas de los reformadores. La actitud de Calvino para definir las enredadas relaciones con los gobiernos es desglosada por la autora:
Para García Alonso, otro punto de divergencia con Lutero fue que Calvino evitó poner en manos del Estado a la organización eclesiástica al tiempo que defendió la independencia estatal. De ese modo logra mantener un equilibrio entre las dos instituciones. A modo de conclusión, la autora dice que no podemos atribuir a Calvino la responsabilidad que tuvo la ética capitalista ni tampoco que su intención fuera estructurar doctrinas democráticas y republicanas. “Probablemente, no pretendió otra cosa que servir a la Voluntad de Dios”, otro modo de decir que vivió, pensó, escribió y actuó: ad maiorem Dei gloriam. Deja la puerta entreabierta para otros estudios ulteriores que indaguen cómo sus ideas políticas continuaron en sus seguidores a fin de tener más elementos de juicio en torno a su aportación a la modernidad.(4)
Ahora, García Alonso acaba de publicar un pequeño volumen introductorio en una prestigiada colección de divulgación para el gran público (Calvino. Madrid, Ediciones del Orto). Luego del cuadro cronológico, el siguiente capítulo se ocupa del pensamiento filosófico de Calvino, en donde demuestra, primeramente, la importancia del debate sobre el peso específico del reformador en la modernidad, especialmente a partir de los estudios de Max Weber, quien a pesar de tergiversar, hasta cierto punto, los énfasis estrictamente calvinianos, es ampliamente citado. Para ello, pasa revista a la idea de Dios, su voluntad y la importancia de las Escrituras; la idea de hombre, su antropología, y en esa sección hace algunas observaciones importantes sobre la fe y la llamada “doble predestinación”. Así, para esclarecer el verdadero papel de la famosa doctrina dentro de la teología calviniana, afirma lo siguiente: “No se puede imputar a Calvino el razonamiento pietista —recuperado por Weber—, según el cual, uno puede eliminar las dudas de su elección con el trabajo incesante. Eso sería hacer de la predestinación el motor de la ética calviniana, cuando el verdadero motor lo constituye la fe. Es la fe en Cristo la que permite eliminar la angustia psicológica, pues toda acción se guiará por su enseñanza, y no por el éxito social o económico, ni por el cumplimiento de las normas en abstracto”.
Del mismo modo pasa revista al tema de la libertad humana. Y luego analiza la perspectiva calviniana sobre la ley, en sus aspectos natural y moral. Al referirse al Estado como Ordinatio Dei, García Alonso toca el tema de los dos reinos, la concepción positiva de la política y de la autoridad, la función de los gobernantes y los deberes del pueblo, además de los límites de la autoridad política y el derecho de resistencia. Por último, se ocupa de la eclesiología, las raíces de la misma, las Ordenanzas eclesiásticas “como punto de inflexión en su eclesiología” y, como corolario del asunto, del derecho eclesial reformado y el funcionamiento del Consistorio. (A estos temas dedicaremos un segundo artículo.)
La selección de textos, basada en su mayoría en la Institución de la Religión Cristiana (22), con dos fragmentos del comentario a la carta a los Romanos, complementa muy bien lo expuesto en el cuerpo del libro. La bibliografía, sumamente actualizada, refiere las obras en su idioma original. Hay que decir que García Alonso muestra una enorme solvencia al momento de discernir los aspectos teológicos más debatidos, armada como está de herramientas filosóficas y políticas. Pocos autores, incluso en el terreno estrictamente teológico, alcanzan la claridad que ella maneja para moverse en medio de las doctrinas calvinianas y protestantes.
Por todo ello, resulta totalmente explicable la participación de la doctora García Alonso en el evento de la Iglesia Evangélica Española (noviembre) y en el Coloquio de diciembre en el Instituto Teológico Protestante de París, “Calvino y Hobbes”, adonde presentará la ponencia “Bayle, entre Calvino y Hobbes”,. Pues como bien dice Roldán, García Alonso se ha vuelto lectura obligada para teólogos/as reformados y filósofos de la política.
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1) A.F. Roldán, “La teología política de Calvino ¿comienzo de la modernidad?”, en Boletín del Jubileo de Calvino, núm. 2, p. 5, http://www.calvin09.org/
2) M. García Alonso, La teología política de Calvino. Barcelona, Anthropos, 2008, p. 15.
3) Ibid., p. 6.
4) Idem.
*Cervantes-Ortiz es escritor, médico, teólogo y poeta mexicano.
Fuente: © L. Cervantes-Ortiz, ProtestanteDigital.com (España, 2009).
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