Por. Carlos Martínez García, México
El emperador Carlos V tuvo una pesadilla en la que el hereje era el papa
León X y no Martín Lutero. Así comienza su novela Jesús Bastante Liébana (Cisma, Ediciones B,
Barcelona, 2009). La obra es una recreación literaria de las posiciones de
distintos personajes de la época sobre las críticas del monje agustino al
clericalismo romano y sus excesos.
En la escena inicial, Bastante Liébana describe al joven emperador (Carlos
I de España y V de Alemania), entonces de veintiún años, torturado en sueños
por una posibilidad inimaginable para él: declarar traidor a la Iglesia
católica al papa obstinado en perseguir y exterminar a Lutero. Es así que ante
un auditorio azorado toma la palabra y expresa: “Yo, Carlos, emperador por la
gracia de Dios, entregando mi vida, mi alma y mis fuerzas en ello, decreto que
el falsamente llamado papa León X no es más que un servidor del mismísimo
Satanás, que indignamente ha tomado la forma del sucesor del Pescador, declaro
falsas las doctrinas impartidas durante sus años al frente de la Iglesia, que
serán borradas de la historia de la fe, invalidó sus órdenes; y lo someto al
juicio de Dios […] Las amenazas son serias y reales: el Demonio ha acampado
entre nosotros, tomando la peor forma que cualquier hombre pudiera imaginar: la
del vicario de Cristo en la tierra”.
En la ficción narrada por el autor, “el emperador se despertó sobresaltado.
Su camisón estaba completamente empapado. El corazón le latía con fuerza, como
si quisiera salírsele del pecho. Debía tener algo de fiebre, y respiraba con
evidente dificultad”. El imaginario desvarío del emperador aconteció pocas
horas antes de que Lutero llegara a Worms para comparecer ante la Dieta Imperial
convocada por Carlos V. Era abril de 1521, y la reunión estaba planificada para
que el teólogo germano se retractara de lo escrito por él a partir de las 95
tesis contra las indulgencias, que fijó en las puertas de la capilla del
castillo de Wittenberg el 31 de octubre de 1517.
Jesús Bastante Liébana estudió periodismo en la Universidad Complutense de
Madrid, ha sido responsable de la fuente religiosa del periódico ABC,
columnista de asuntos socio religiosos en las revistas 21RS y Tiempo,
así como en el sitio religióndigital.com y es autor de varios libros, entre
ellos Los curas de ETA (2004), y uno sobre el sucesor de Juan Pablo II: Benedicto
XVI, el nuevo Papa (2005). Al ser cuestionado sobre por qué escribió Cisma,
esta fue su respuesta “Tiene cierta carga autobiográfica, ya que yo soy
católico, pero estoy casado con una persona evangélica” (http://www.lavozdegalicia.es/noticia/coruna/2009/01/22/iglesia-actual-asemeja-ciertos-aspectos-propuesta-lutero-defendida-1520/0003_7478050.htm).
La novela de Bastante tiene tras de sí un sólido entramado histórico. Aunque se trata de una
recreación literaria, el autor se basa en fuentes históricas que sustentan el
desarrollo del enfrentamiento de Lutero con los papas León X y Clemente VII.
Entre uno y otro, hubo el periodo de Adriano VI, quien presidió la Iglesia
católica romana menos de dos años. Es precisamente en este breve papado en el
cual Jesús Bastante plantea “una reunión entre Lutero, el Papa Adriano VI y
Carlos V que no está documentada, pero pudo tener lugar algún intento semejante
de frenar el cisma”.
En el volumen, porque así fue históricamente, además del emperador Carlos V
tienen importantes roles Federico el Sabio, Felipe Melanchton, los
representantes del papa en la dieta de Worms, como el nuncio Jerónimo Aleandro
(quien publicó la bula de excomunión contra Lutero, Exsurge Domine, en
1520), y Spalatin (amigo y protector del teólogo alemán). Sin embargo, tal vez
como toda novela histórica, se deslizan algunos anacronismos, como es el caso
de mencionar a Juan Calvino liderando la Reforma en Ginebra al tiempo en que
tiene lugar la Dieta de Worms. Cuando ésta se desarrolló Calvino tenía doce
años.
Pese a deslices anacrónicos, como el mencionado, considero que la novela
Cisma es un buen intento por capturar en términos literarios el contexto
religioso, social y político en que aconteció el reto de Lutero al sistema
eclesiástico católico romano. Me parece bien lograda, por ejemplo, la
sección en que se describen los preliminares de la Dieta de Worms, las
presiones de Aleandro al emperador por ahí mismo condenar a Lutero y mandarlo
ejecutar. Bastante Liébana lleva de manera ascendente a sus lectores y lectoras
a ser testigos de la comparecencia del monje Martín, el 17 y 18 de abril de
1521, frente al emperador, su hermano Fernando, los representantes papales y
“seis príncipes electores, veintiocho duques, once marqueses, siete cardenales,
veinte obispos y varios centenares de príncipes y señores ocupaban la sala. Los
acompañantes de Lutero, con von Staupitz, aguardaban junto a una columna.
Afuera, miles de personas esperaban una noticia”.
La trama presentada por Jesús Bastante sobre la comparecencia de Lutero en
Worms, atestiguada por una mil quinientas personas (según consigna César Vidal
en El caso Lutero, p. 171), es tensa y hace posible ser uno de quienes,
con distintos ánimos y convicciones, siguieron los dichos de los acusadores de
Lutero, la defensa que él hizo de su causa y la convicción del emperador sobre
que estaba ante un hereje consumado pero, al mismo tiempo, no podía ordenar
encarcelarlo en Worms porque él mismo había dado un salvoconducto a Lutero para
que se presentara en la Dieta y al final de la misma pudiera regresar a
Wittenberg. Cumplió su palabra y el sagaz príncipe elector de Sajonia, Federico
el Sabio, maniobró para evitar que tras regresar a Wittenberg, y así cumplir
Carlos V con el salvoconducto decretado, Lutero fuera detenido y ejecutado.
La buena narración literaria, y en varios momentos la de Bastante Liébana
lo es, tiene la virtud de presentarnos a los protagonistas de Cisma como
seres humanos con ideas y sentimientos que no son lineales ni unívocos. A veces
los acercamientos historiográficos son fríos y presentan a los actores
históricos como si tuvieran plena conciencia de su contexto y las partes que lo
integran. Los acercamientos a la historia, además de rigurosos e inquisitivos
con las fuentes de información, pueden, quizás deben, reflejar la humanidad de
quienes participaron en los acontecimientos descritos.
Es en la humanización de los personajes que, así lo consideró, está uno de
los mayores aciertos de Cisma. Es así que, después de Worms, el autor de la novela sigue los pasos de
Lutero tras el secuestro por enviados de su protector Federico el Sabio,
quienes lo llevan al castillo de Wartburgo y allí traduce el Nuevo Testamento
al alemán, el cual es publicado en 1521. Los episodios subsecuentes narrados
por Jesús Bastante dan cuenta de cómo coincidieron distintos factores, personas
y grupos para evitar que Lutero fuese llevado a la muerte por sus
perseguidores, a la vez que se ensanchó la grieta que abrió el ex monje agustino
con la cúpula de la Iglesia católica romana. Ya no era solamente la querella de
un teólogo alemán contra el sistema eclesial romano, sino el impulso de un
movimiento que tenía partidarios en prácticamente todos los rincones del
Imperio Romano Germánico. Carlos V pretendió cortar de tajo el movimiento en la
Dieta de Worms, lo cuenta la novela, y al no poder hacerlo el horizonte del
cisma se hizo realidad.
Fuente: Protestantedigital, 2017
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