Richard J. Mouw, presidente del Seminario Fuller, de Pasadena, California, publicó un artículo titulado “Los dos Calvinos”, en el que, siguiendo muy de cerca algunas afirmaciones de William Bouwsma (1924-2004), biógrafo de Calvino, refuta con humor e ingenio los estereotipos que caracterizan al reformador francés como “rígido” e “intolerante”. Citando un mensaje enviado al diario The Grand Rapids Press, afirma: “Como alguien que no sólo aprecia los detalles de la contribución teológica de Calvino sino que incluso está orgulloso de la etiqueta de ‘calvinista’, tengo que reconocer el núcleo de verdad que hay en algunas afirmaciones de ‘Stevekazoo’ [autor del mensaje].
Hubo ocasiones en que Calvino se vengó del proyecto “constantiniano”, es decir, del maridaje entre la Iglesia y el Estado. Y existen demasiadas historias de personas para las cuales la frase ‘una educación calvinista’ denota una forma de abuso espiritual y psicológico que simplemente debe hacerse a un lado”. (1)
Más adelante, Mouw menciona que Bouwsma, en su biografía, “observa las tensiones en la teología del reformador como brotando de los conflictos tan profundos en su psique, tanto así que se refiere a los ‘dos Calvinos’, coexistiendo incómodamente dentro del mismo personaje histórico. Por un lado, según él, tenemos al Calvino que favoreció una ‘ortodoxia estática’ y ‘ansiaba desesperadamente inteligibilidad, orden y certidumbre. Desconfiando de la libertad, luchó por controlarse a sí mismo y al mundo, simultáneamente’. Pero, agrega Bouwsma, tenemos, por otra parte, un segundo Calvino, ‘retórico y humanista’, que ‘fue flexible hasta el oportunismo y revolucionario, a pesar de su propia persona’. Este fue un Calvino que ‘se inclinó a celebrar las paradojas y el misterio en el corazón de la existencia’”.
Las citas de Bouwsma proceden del final de su libro, en donde llega a la conclusión de que, para tener acceso a un retrato más adecuado del reformador, es necesario atender la existencia de esos dos aspectos en su personalidad. Por ello, escribe:
Estos dos “tipos” son en sí mismos demasiado complejos para ser descritos como “ideales”. Como tipos ideales genuinos, los atributos contrastantes de los dos Calvinos estuvieron, como Calvino podría haber puntualizado, no sólo combinados sino confundidos de manera promiscua dentro del Calvino histórico, y se han combinado también en el curso total de la civilización occidental. De este modo, entonces, Calvino no fue solamente un representante un personaje representativo del siglo XVI; porque ese siglo atravesó una crisis de elección entre adaptaciones alternativas al mundo que estaba siempre disponible en la cultura occidental: él fue también cada hombre. Al rechazar la “mezcla” y la inusual sensibilidad a su presencia, fue más heroico que la mayoría de nosotros, si no necesariamente más exitoso, en su lucha por enfrentar las tensiones que lo habitaban. (2)
Acaso un horizonte biográfico que interprete en este sentido algunas de las acciones de Calvino y sus motivaciones podría ayudar para que, en nuestro tiempo, podamos ser capaces de ir más allá de los análisis unilaterales, pues de una y otra parte, la favorable y la contraria a su figura, surgen planteamientos apologéticos o virulentos que, lejos de enriquecer el debate lo debilitan, pues no es posible colocarlo en un altar o rechazarlo por completo, como lo hacen muchos de sus defensores o detractores.
Y es que, en el ámbito religioso, resulta inevitable toparse con su figura a la hora de tratar de definir, por ejemplo, los necesarios ajustes que tuvo que realizar el cristianismo en su búsqueda de seguir siendo pertinente en plena modernidad.
Hubo ocasiones en que Calvino se vengó del proyecto “constantiniano”, es decir, del maridaje entre la Iglesia y el Estado. Y existen demasiadas historias de personas para las cuales la frase ‘una educación calvinista’ denota una forma de abuso espiritual y psicológico que simplemente debe hacerse a un lado”. (1)
Más adelante, Mouw menciona que Bouwsma, en su biografía, “observa las tensiones en la teología del reformador como brotando de los conflictos tan profundos en su psique, tanto así que se refiere a los ‘dos Calvinos’, coexistiendo incómodamente dentro del mismo personaje histórico. Por un lado, según él, tenemos al Calvino que favoreció una ‘ortodoxia estática’ y ‘ansiaba desesperadamente inteligibilidad, orden y certidumbre. Desconfiando de la libertad, luchó por controlarse a sí mismo y al mundo, simultáneamente’. Pero, agrega Bouwsma, tenemos, por otra parte, un segundo Calvino, ‘retórico y humanista’, que ‘fue flexible hasta el oportunismo y revolucionario, a pesar de su propia persona’. Este fue un Calvino que ‘se inclinó a celebrar las paradojas y el misterio en el corazón de la existencia’”.
Las citas de Bouwsma proceden del final de su libro, en donde llega a la conclusión de que, para tener acceso a un retrato más adecuado del reformador, es necesario atender la existencia de esos dos aspectos en su personalidad. Por ello, escribe:
Estos dos “tipos” son en sí mismos demasiado complejos para ser descritos como “ideales”. Como tipos ideales genuinos, los atributos contrastantes de los dos Calvinos estuvieron, como Calvino podría haber puntualizado, no sólo combinados sino confundidos de manera promiscua dentro del Calvino histórico, y se han combinado también en el curso total de la civilización occidental. De este modo, entonces, Calvino no fue solamente un representante un personaje representativo del siglo XVI; porque ese siglo atravesó una crisis de elección entre adaptaciones alternativas al mundo que estaba siempre disponible en la cultura occidental: él fue también cada hombre. Al rechazar la “mezcla” y la inusual sensibilidad a su presencia, fue más heroico que la mayoría de nosotros, si no necesariamente más exitoso, en su lucha por enfrentar las tensiones que lo habitaban. (2)
Acaso un horizonte biográfico que interprete en este sentido algunas de las acciones de Calvino y sus motivaciones podría ayudar para que, en nuestro tiempo, podamos ser capaces de ir más allá de los análisis unilaterales, pues de una y otra parte, la favorable y la contraria a su figura, surgen planteamientos apologéticos o virulentos que, lejos de enriquecer el debate lo debilitan, pues no es posible colocarlo en un altar o rechazarlo por completo, como lo hacen muchos de sus defensores o detractores.
Y es que, en el ámbito religioso, resulta inevitable toparse con su figura a la hora de tratar de definir, por ejemplo, los necesarios ajustes que tuvo que realizar el cristianismo en su búsqueda de seguir siendo pertinente en plena modernidad.
Mouw es uno de los estudiosos más creativos de Calvino y su tradición en la actualidad, pues en su libro Calvinism in the Las Vegas Airport. Making connections in today’s world (Calvinismo en el aeropuerto de Las Vegas. Haciendo conexiones el mundo de hoy. Grand Rapids, Zondervan, 2004), a partir de una escena de la película Hardcore, de Paul Schrader (quien en su juventud estudió teología en el Calvin College y hasta los 18 años nunca había entrado a un cine debido a las creencias ultraconservadoras de su familia), lleva a cabo una lectura sumamente actual y sugerente, ¡incluso de los famosos cinco puntos calvinistas provenientes del Sínodo de Dordrecht (los llamados cánones)! Así, afirma: “Creo que el TULIP [siglas que abrevian en inglés los cinco puntos mencionados], bien entendido, captura algo sumamente central del Evangelio. Y deseo traer ese Evangelio a Niki [prostituta en el film de Schrader] y a gente como ella”.(3) Sin ser un examen detallado del calvinismo, es un magnífico intento, sin ningún tinte apologético, por mostrar la vigencia de las creencias calvinistas para el mundo de hoy y el tipo de creyentes que estas doctrinas producen.
Mouw termina su breve texto sobre los “dos Calvinos” haciendo una peculiar confesión de fe: “Para quienes, como ‘Stevekazoo’, conocen solamente al primer Calvino, el 500o cumpleaños no es algo digno de celebración. Estamos otros, sin embargo, que hemos apreciado muchísimo al ‘segundo Calvino’, hasta el punto de que lo vemos como un guía confiable para encontrar ‘las paradojas y el misterio en el corazón de la existencia’. Para nosotros, el ‘segundo Calvino’ es digno de escuchar el clásico ‘¡Feliz cumpleaños!’, con el agregado obligatorio: ‘¡Muchos días de éstos!’”.
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(1) R.J. Mouw, “The two Calvins”, en The Washington Post, 11 de julio de 2009, http://newsweek.washingtonpost.com/onfaith/panelists/richard_mouw/2009/07/the_two_john_calvins.html Trad. de L. Cervantes-O.
(2) W.J. Bouwsma, John Calvin: A Sixteenth Century Portrait. Nueva York-Oxford, Universidad de Oxford, 1988, p. 231. Trad. de L. Cervantes-O.
(3) Cf. Tim Challies, “Calvinism in the Las Vegas airport”, en www.challies.com/archives/book-reviews/calvinism-in-th.php
Mouw termina su breve texto sobre los “dos Calvinos” haciendo una peculiar confesión de fe: “Para quienes, como ‘Stevekazoo’, conocen solamente al primer Calvino, el 500o cumpleaños no es algo digno de celebración. Estamos otros, sin embargo, que hemos apreciado muchísimo al ‘segundo Calvino’, hasta el punto de que lo vemos como un guía confiable para encontrar ‘las paradojas y el misterio en el corazón de la existencia’. Para nosotros, el ‘segundo Calvino’ es digno de escuchar el clásico ‘¡Feliz cumpleaños!’, con el agregado obligatorio: ‘¡Muchos días de éstos!’”.
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(1) R.J. Mouw, “The two Calvins”, en The Washington Post, 11 de julio de 2009, http://newsweek.washingtonpost.com/onfaith/panelists/richard_mouw/2009/07/the_two_john_calvins.html Trad. de L. Cervantes-O.
(2) W.J. Bouwsma, John Calvin: A Sixteenth Century Portrait. Nueva York-Oxford, Universidad de Oxford, 1988, p. 231. Trad. de L. Cervantes-O.
(3) Cf. Tim Challies, “Calvinism in the Las Vegas airport”, en www.challies.com/archives/book-reviews/calvinism-in-th.php
Artículos anteriores de esta serie:
1 Emile Doumergue
2 André Biéler
3 Alexandre Ganoczy
4 Wendel y las fuentes del pensamiento calviniano
5 La visión panorámica de Wilhelm Niesel
Cervantes-Ortiz es
© L. Cervantes-Ortiz, ProtestanteDigital.com (España, 2009).
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