Por.
Juan Stam, Costa Rica*
En
2001, cuando los talibanes atacaron las torres gemelas de Nueva York, me acordé
de la experiencia parecida de Israel cuando Nabucodonosor conquistó Jerusalén,
destruyó el sagrado templo y muchos otros edificios de la ciudad, robó los
tesoros del templo y del palacio y llevaron a miles al exilio en Babilonia. En
muchos sentidos, era peor que el 11 de setiembre. Me puse a investigar cómo
respondieron los profetas hebreos a esa tragedia nacional parecida, o peor, a
la de las torres gemelas.
¡Qué
sorpresa! En vez de culpar a los babilonios, con enojo y odio, los profetas
señalan los muchos pecados de Israel y les llama al arrepentimiento. Para los
profetes, el problema comienza con el mismo Israel más que con Babilonia. En
contraste, en 2001 George W. Bush hizo lo contrario. Lejos de llamarnos al
arrepentimiento, para reconocer nuestros propios pecados y nuestra culpa, con
arrogancia (“Yo sé lo buenos que somos”) se la echó toda a los talibanes y
llamó al país y a sus aliados a una guerra sin cuartel, guerra que desde
entonces ha ido de mal en peor y hasta “en pésimo”.
Esto
me lleva a sugerir algunas pautas para responder a este interminable conflicto:
Humildad:
Nos equivocamos si nos creemos las víctimas inocentes de un terrorismo
irracional sin la menor justificación. De hecho, los EUA y sus aliados (incluso
Israel) han matado a más personas que los árabe-islámicos. Tenemos que
reconocer que todos somos co-culpables y son muchos los “terroristas”.
Empatía:
Tenemos que aprender a ver la realidad con los ojos de otros. Tenemos que
entender mejor por qué tantos jóvenes se radicalizan hasta el punto de entregar
sus vidas. Por ejemplo, sean justificables o no las repetidas masacres de los
palestinos de Gaza por Israel, debemos entender el impacto de tales sucesos en
la conciencia de los árabe-islámicos.
Perdón:
Cuando respondemos al odio con odio, y a la violencia con más violencia,
activamos un círculo vicioso del mismo odio y de la misma violencia. En cambio,
si perdonamos robamos a los agresores el odio que esperaban provocar. La
respuesta a la violencia no es más violencia, sino más amor.
Antoine
Leiris, periodista de radio francesa, quien perdió a su bella esposa en el
asalto al Teatro Bataclán, publicó una carta conmovedora sobre el odio y el perdón:
La
noche del viernes ustedes robaron la vida de un ser excepcional, el amor de mi
vida, la madre de mi hijo, pero ustedes no tendrán mi odio… Así que yo no les
daré el regalo de odiarlos. Eso es lo que ustedes están buscando, pero
responder al odio con el odio y la rabia sería ceder a la misma ignorancia que
hace de ustedes lo que son… Por supuesto que estoy devastado por el dolor, les
concedo esa pequeña victoria, pero esta será de corta duración… Porque no,
ustedes no obtendrán mi odio”.
Compasión:
La compasión es el amor en acción hacia los necesitados y, especialmente hacia
los enemigos. Es un deber, no solo una opción voluntaria. El caso de los muchos
miles de refugiados desesperados nos impone obligaciones de amor cristiano. Es
una vergüenza que esta situación esté siendo manipulada con fines políticos.
Protección:
Nada de esto contradice el deber del gobierno de proteger a su población dentro
de parámetros realistas y razonables. Un elemento para reducir la violencia y
así proteger a la ciudadanía sería promover cambios en nosotros y nuestros
aliados (arrepentimiento, humildad, empatía, compasión, diálogo). Todo lo que
frena el odio contribuye a la seguridad del pueblo.
Diálogo
intercultural e interreligioso: En estos conflictos son cruciales grandes
malentendidos religiosos. Es urgente conocernos mejor y respetarnos mutuamente
Oración:
“A Dios orando y con el mazo dando”. Clamemos al Dios de la historia y luchemos
incansablemente por la justicia y la paz.
“Si
mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala
conducta yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su
tierra” (2Cron 7:14).
Juan
Stam. Costarricense, Doctor en teología por la Universidad de Basilea, Suiza.
Por muchos años fue profesor del Seminario Bíblico Latinoamericano (hoy UBL),
de la Universidad Nacional Autónoma de Costa Rica, y de otras instituciones
teológicas en San José. Es autor de muchos artículos y varios libros, en
especial, el comentario a Apocalipsis de la serie Comentario Bíblico
Iberoamericano.
Fuente:
Lupaprotestante, 2015.
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