Ser acusado de luterano era mucho más grave
que la adherirse a las doctrinas de Erasmo. Después de todo, Erasmo había
muerto en el regazo de la iglesia, mientras Lutero había muerto excomulgado. En
los procesos celebrados en el decenio siguiente al 1550 los luteranos eran
acusados por creer en la justificación solo por la fe, a la inutilidad de la
buenas obras para la salvación, a la negación del purgatorio, a la reducción
del número de sacramentos solo a dos, a la negación de la transubstanciación, a
la celebración de la eucaristía bajo las dos especies también para los laicos,
a la definición de la iglesia como conjunto de fieles, a la afirmación según la
cual el papa no tenía mayor poder de cualquier cristiano, a la descripción del
papa como el Anticristo y de los curas como fariseos. Esto por cuanto se refería
al luteranismo. En cuanto a las sentencias derivadas de las acusaciones de
calvinismo se citaba la doctrina de la predestinación, mientras a los
zwinglianos se les imputaba la interpretación espiritual de la Santa Cena. En
algunos casos las culpas consistían en las críticas dirigidas a los cantos
litúrgicos y a las vestimentas que usaban los celebrantes, o en el fragmentar
el pan común en la celebración de la eucaristía, entonces se trataba de
secuaces a las sectas radicales.
Como ejemplo de un proceso contra una
mujer acusada de luteranismo, he elegido el proceso de Marina di Guevara,
acontecido a lo largo de dieciséis meses que van desde mayo de 1558 hasta
septiembre de 1559. El periodo en el cual fue sometida a la inquisición fue
relativamente breve. Largos años de ansiosa espera eran frecuentemente parte
esencial del tormentoso procedimiento. A los inquisidores se les
reconocía, a pesar de todo, de su gran precisión: todas las audiencias eran
verbalizadas detalladamente. Además, los inquisidores no eran capciosos, aunque
si eran perspicaces cuando se trataba de individualizar las respuestas
evasivas.
María de Guevara era una monja que tenía más
de cuarenta años. El testimonio en su contra provenía principalmente de
las hermanas y de la madre abadesa, pero también de un hombre que la había
visitado y le había hablado a través de una ventana enrejada. Se tienen
declaraciones relativas a hechos acontecidos mientras Marina
estaba presente. El proceso verbal completo es revelador de todo lo que acaecía
en un convento. Por otra parte es preciso saber que algunos de los testigos
fueron ellos mismos sospechados y seguidamente ajusticiados.
He aquí algunos ejemplos de las declaraciones
sobre lo que acaecía mientras Marina estaba presente.
Una cierta Catalina de Hortega, mientras
visitaba el convento, declaro explícitamente que la sangre de Jesús cubre todos
los pecados. No existe un purgatorio en el cual el pecador continúe la
expiación, porque por obra de Cristo la expiación ya se completó. La
confesión debería ser dirigida exclusivamente a Dios. Una vez una monja le
entrego a Catalina una imagen del Niño Jesús y ella comenzó a reírse.
<>. Sin embargo el mismo testigo dijo que ella misma había dejado
de rezar en voz alta. Marina Guevara estaba presente.
Juan Sánchez, de cuyo arresto en Anversa
hablaremos a continuación, le había llevado a las monjas un libro que hablaba
de las epístolas de Pablo. La testigo lo había escondido en la
enfermería en donde un grupo de monjas se reunía para leerlo y discutirlo. Una
de ellas era Marina. Cuando Juan Sánchez fue informado que en una celda había
gotas de sangre, efecto de una flagelación, dijo que la mortificación de la
carne no le gustaba a Dios y que la ejecución en público de penas corporales
debían ser abolidas.
La doctora Cazalla fue a dar un sermón
a las monjas y les dijo que las buenas obras no contribuían a la salvación pero
eran la prueba de la salvación. La contribución no es una condición de la
salvación pero una señal de la acaecida justificación. Las abstinencias debían
ser prescriptas como sentimientos interiores. Francisco de Vivero se retractó y
dijo que merecía la muerte eterna porque había abrazado la doctrina luterana.
Pero Catalina de Alcaraz dijo intrépidamente que el pecador le debe presentar a
Dios la sangre de Jesús solo como expiación por los pecados que debían
ser desaprobados y confesados. Doña Margarita dice que en misa tenemos que
alegrarnos porque nuestros pecados son perdonados. <>. La misma Marina, según cuanto viene
declarado por alguien, había dicho que una de las monjas en la antecámara
durante la misa rezaba por los vivos en vez que por los muertos.
Vayamos ahora a la deposición de la misma
Marina, que era de extracción cristiana, sin ninguna traza de sangre hebraica o
morisca. Tres años antes se había sometido a penitencias tan ásperas que la
abadesa le había advertido de tener cuidado de su propia salud. Pero
después<>. En cuanto a la
doctora Cazalla, había creído que era una buena cristiana, y la noticia de su
arresto la había turbada. En cuanto a Sánchez y a su libro, le había sacado
mucho provecho hasta que se enteró que no estaba aprobado.
Siguieron los interrogatorios que reguardaban
las herejías por la cuales había estado acusada.
<>.
<>.
<>.
<>.
<>.
<>.
Dices que sin la fe las buenas obras son
completamente privadas de valor>>.
<>.
<>.
<>.
<>.
<>.
<>.
<>.
<>.
<>.
<<¿No sabes que la iglesia enseña que
hay un purgatorio para aquellos que en esta vida no han expiado suficientemente
sus pecados?>>
<>.
<< Que crees ahora?>>
<>.
<>
<>.
La abadesa pide que a Marina le concedan
recibir la extrema unción, porque parecía en punto de muerte, y dijo que
siempre había tenido una conducta absolutamente ejemplar; y sus hermanas
declararon que habrían preferido arrancarse los ojos o presentar delación
a cargo de los propios padres en vez de testimoniar en contra de ella.
Fue juzgada culpable de herejía y sometida al
brazo secular (es decir autoridad civil, porque la iglesia aborrece desparramar
sangre). Después de la proclamación de la sentencia, el auto de fe
lo presenciaron el rey Felipe II y su hermana Juana de Portugal, conjuntamente
al príncipe heredero don Carlos, la corte y los prelados, todos sentados
en la tribuna pública de la plaza Valladolid, el 8 de octubre de 1559.
<
Firmado: Julián de Alpuche>>
Hemos hecho referencia a algunos procesos
inquisitoriales de la época y lo que hemos expuesto nos permite
sacar algunas conclusiones. El ejemplo de Isabel de la Cruz, al que se podrían
agregar otros, demuestra que las mujeres podían desarrollar un rol importante
en la iglesia, mientras que no fueran sospechadas de herejía. Entre aquellos
que fueron sospechados y condenados, el número de mujeres fue casi igual al de
los hombres. En los auto de fe de marzo y de octubre de 1559, tuvo
lugar el primer caso, 11 mujeres entre 25 ajusticiados,
mientras en el segundo las mujeres fueron 10 entre 16 ajusticiados, todas
provenían de clases sociales muy elevadas.
En cuanto a la disponibilidad para
testimoniar en confronto de otros sospechosos, no descubrimos distinciones en
el comportamiento de los hombres y mujeres. Una vez una mujer tomo la
iniciativa, como en el caso de Mari Nuñez en contra de Isabel. A los
inquisidores se les imponía hacerles decir el nombre del cómplice o de simples
conocidos, los cuales eran como mínimo interrogados. Tenemos como ejemplo
la respuesta de Beatriz de Vivero en la instancia al declarar su fe.
Responde <>. ¿A quién se lo había dicho? <>
Al mismo tiempo las mujeres ponían
voluntariamente en riesgo la propia seguridad para facilitar la fuga de los
sospechosos. Doña Catalina y su madre favorecieron la fuga de Juan Sánchez.
Lamentablemente no suspendieron la correspondencia y una carta enviada por
él permitió su arresto en Anversa.
Los documentos nos permiten tener una mirada
íntima sobre la participación de las mujeres en el restringido conciliábulo
clandestino de aquellos que se arriesgaban a la hoguera. Una mujer refiere que
un fraile dominicano estaba dirigiendo las devociones de numerosos hombres y
mujeres, en una habitación del último piso, esperando comer juntos, cuando les
comunican que al final de la escalera había una mujer. Todos se miraron
perplejamente, hasta que alguien garantizo por ella y recién entonces fue
admitida.
Fraile Domingo junto a los presentes
alrededor de la mesa, y trozando un pan, le dio a cada uno una porción
diciendo:<< Este es mi verdadero cuerpo. Préndetelo >>, y así hizo
con el cáliz, con las palabras: <>.
Mano a mano que compartían el pan y el vino, decía:<>. La mitad de nosotros lloraba. Por lo
tanto consumimos la comida y nos dispersamos. Me había quedado sentada en
compañía de Catalina, y le dije: << ¿Sabes a que cosa estoy pensando? Me
viene a la mente lo que sucedió después de la cena de Cristo con sus
discípulos. Salió para rezar y fue arrestado, y sus discípulos fueron ultrajados>>,
y me dije a mi misma: <> Después
cuando estábamos todos juntos en la prisión, se lo recordé. Luego fraile
Domingo se despidió.
De otra fuente después supimos que fue
ajusticiado con el garrote.
———————————-
De ROLAND H. BAINTON. “Donne della
Riforma” Volume II. Claudiana. Torino 1997. Parte quarta. “Donne della
Riforma in Spagna”. Página 313 a 316.
Traducción de la versión italiana por la Lic.
Lucy Tufani. Buenos Aires. 2015
Fuente:
ALCNOTICIAS, 2015.
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