Por. Will Graham, España
Me
encanta el Credo apostólico.
Así
es. Me encanta. Tanto su profundidad doctrinal como su claridad de expresión
son abrumadoras. No es de extrañar que haya pasado a la historia de la iglesia
como una obra de grandeza incomparable.
Ya
que la Navidad está a la vuelta de la esquina, quiero examinar la famosa frase
del Credo que habla sobre la encarnación de Jesús - "concebido por el
Espíritu Santo, nacido de la virgen María"- y explicar su denso
significado teológico.
1.-
Concebido por el Espíritu
Esta
frase pretende ser fiel a los textos bíblicos tales como Mateo
1:18-20 y Lucas
1:35 donde el nacimiento de Jesús de Nazaret se atribuye exclusivamente
a la mano del Espíritu de Dios.
1.1-
El hombre pecador no pinta nada
La
simiente de José no tenía nada que ver con eso. Fue un asunto totalmente
divino. Incluso María fue completamente pasiva en todo el evento. Ella no
hizo nada. Todo era del Señor. La Navidad, entonces, se trata de lo que Dios
obró. Es por eso que Él recibe toda la gloria por la encarnación. El
Espíritu de Dios vino sobre María y, de alguna forma misteriosa, concibió para
que el Hijo eterno de Dios asumiese la naturaleza humana en el vientre de la
joven sierva del Señor. El hombre fue dejado a un lado mientras Dios desplegaba
su exorbitante gloria.
1.2.-
El Hijo y el Espíritu andan juntos
Otro
elemento a destacar es la manera en que el Hijo y el Espíritu trabajan juntos
en la encarnación. Si el precioso ruaj (Espíritu) no hubiese obrado en
la virgen, no se habría dado la unión hipostática. El Hijo de Dios y la
naturaleza humana entran en contacto por el soplo del Espíritu. Y gracias al
Hijo, el ser humano es reconciliado con Dios el Padre. Esta observación tiene
una trascendencia especial para cualquier hombre o mujer nacido(a) de
Dios. Nosotros, los seres humanos entramos en comunión con el Padre por
medio de los ministerios del Hijo y el Espíritu de Dios.
En
cierto sentido, la encarnación de Cristo es una analogía de lo que sucede
durante la regeneración (nuevo nacimiento) del ser humano. El Espíritu nos une
de modo eficaz al Verbo. El apóstol Juan conecta estas dos ideas (la
encarnación de Cristo y el nuevo nacimiento) en Juan
1:12-14. Tanto la encarnación de Cristo como la regeneración son eventos
cien por cien trinitarios. Gracias al Hijo y al Espíritu, ahora vivimos de
verdad delante de Dios.
1.3.-
El Espíritu trae revelación e iluminación
El
hecho de que el Credo apele a la concepción por el Espíritu Santo también
significa que es por el Espíritu Santo que Dios se revela a los hombres. En
el caso de Jesús el Espíritu hace que el Mesías sea un portador de la
revelación, mientras que en nuestro caso nos convertimos en receptores de dicha
revelación. Nadie puede conocer la verdad sino por el Espíritu. Él es quien
nos abre los ojos, los oídos y transforma nuestro corazón de piedra en uno de
carne para que creamos su anuncio. Como Pablo dijo, "Pero Dios nos las
reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo
profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino
el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de
Dios, sino el Espíritu de Dios” (1 Corintios 2:10-11). Es sólo mediante
el Espíritu que podemos tener verdadero conocimiento del Altísimo. En palabras
del exégeta Gordon Fee, “La clave para comprender la sabiduría de Dios estriba
en el Espíritu. […] Los seres humanos por su propia cuenta no poseen la
cualidad que les posibilitaría conocer a Dios o la sabiduría de Dios”.
1.4.-
Algo más allá de lo empírico
El
cuarto punto que me gustaría subrayar es que la concepción del Espíritu Santo
nos muestra que lo que le sucedió a Jesús va mucho más allá de los límites
modernos de la biología, la química y la física. No puede haber una
explicación materialista de lo que ocurrió en el seno de María. La
encarnación no es un evento para ser analizado matemáticamente sino algo para
impulsarnos a adorarle al Señor con reverencia.
Tal
misterio nos debe cautivar en temor reverente. ¿Cómo puede ser que el Verbo
descendiese a la tierra? ¿O que Dios caminara entre nosotros? ¿O que el Hijo se
encarnase? Cuando Dios se mueve, ocurren milagros. Sus manos no están atadas
por leyes humanas. La ciencia, al fin y al cabo, no es la madre del Señor sino
su hija, su sierva. En el vientre de una virgen, el Espíritu hace lo imposible
y engendra vida. ¿Habrá algo demasiado difícil para Dios?
1.5-
Conclusión
Esta
Navidad, asegúrate de recordar que 1) la encarnación es de origen completamente
divino; 2) que el ser humano se reconcilia con Dios por medio de los
ministerios del Hijo y el Espíritu; 3) que es a través del Espíritu que Dios
trae revelación e iluminación; 4) que el aliento libre de Dios no está limitado
por principios materialistas. ¡Si Dios está obrando, no hay nada imposible!
Gloria
in excelsis Deo.
2.-
Nació de la virgen María
Después
de afirmar que Jesús fue "concebido por el Espíritu Santo", el Credo
apostólico continúa diciendo que "nació de la virgen María".
Ahora vamos a echar un vistazo al contenido teológico de esta declaración en
seis puntos.
2.1- Era “virgen” pero no para siempre
En
primer lugar, debo señalar que María no fue virgen toda su vida. Después de dar
a luz a Jesús, tuvo hijos con su esposo José y formó así una preciosa familia (Mateo
1:25; 12:46;
13:55;
Juan
7:10; Hechos
1:14; Gálatas
1:19). Menciono esto porque algunos sectores del Catolicismo Romano todavía
mantienen que la virginidad de María fue perpetua, dado que el celibato es
considerado como una especie de llamamiento “más santo” o “más elevado”. La
Biblia para nada condena el sexo (excepto cuando se practica fuera de los
límites del matrimonio heterosexual). María fue virgen cuando Cristo fue
concebido; pero no permaneció virgen después de su primogénito.
2.2-
La pasividad del ser humano en la revelación
La
virginidad de María es importante porque nos enseña que el hombre (mujer) es
totalmente pasivo cuando Dios se revela. Nuestra hermana María no tenía
capacidad innata para dar a luz al Hijo de Dios en este mundo. Fue totalmente
la obra del Señor. El vientre vacío de María habla de la incapacidad del
hombre para estar en el lugar de Dios. La semilla de José era inútil. Sólo
el Espíritu de Dios podría preparar el camino para Jesús. Dios se tiene que
revelar a sí mismo. De lo contrario, no hay ni habrá ninguna revelación. El
hombre puede correr y sudar y torturarse a sí mismo casi hasta la muerte, pero
a menos que el Señor baje o descienda para revelar su gloria, no habrá
manifestación de Dios. La revelación es toda de gracia.
2.3-
Dios se da a conocer en lugares inesperados
También
vemos cómo Dios usa las cosas insignificantes cuando se trata de revelar su
sabiduría. Si yo fuera Dios, habría elegido que mi amado Hijo naciera como un
hijo del emperador romano o en alguna sabia secta filosófica de la antigua
Grecia o Egipto, pero Dios elige el vientre despreciado de una mujer humilde
que podía sólo darse el lujo de ofrecer dos tórtolas en su tiempo de
purificación ritual. ¿Qué pinta la Palabra de Dios en un apestoso pesebre
que olía a estiércol y orina de vaca y burro? ¿Es esto, de alguna manera,
digno del Rey de reyes? Pero, he aquí ¡qué humildad y qué bajeza! Dios elige a
las pequeñas cosas para confundir la sabiduría del hombre (1 Corintios 1:28).
Sin el Espíritu Santo, ¿quién puede comprender esta incomprensible sabiduría de
Dios? La gloria y la grandeza del Señor estaban escondidas en una tierra de
esterilidad, en el vientre de una virgen judía.
2.4-
Cristo nace sin pecado original
Otro
punto teológico importante a destacar es que la virginidad de María liberó a
Jesús de haber nacido manchado por el pecado original. La maldición de Adán se
transmite de generación en generación a través de la semilla del hombre, pero
puesto que Cristo fue de origen divino, Él no quedó afectado por la caída. En
este sentido, Jesús se convirtió en un segundo Adán, un nuevo comienzo. No
obstante, algunos han preguntado: "Pero si Jesús participó de la
naturaleza de María, ¿eso no le constituye pecador desde su nacimiento?"
La respuesta es no. De alguna manera soberana y misteriosa, el Espíritu
Santo protegió la naturaleza humana de Cristo para que no heredase la
naturaleza pecaminosa de su madre según la carne. Martyn Lloyd-Jones lo
explicó de la siguiente manera: "Todo lo que sabemos es que algo fue
tomado, fue limpiado y quedó liberado de toda contaminación, de manera que su
naturaleza humana era sin pecado y completamente libre de todos los efectos y
resultados de la caída. Tal fue el efecto de la operación del Espíritu Santo
sobre [María]". Jesús nació perfectamente sin pecado.
2.5-
Cristo no era un fantasma gnóstico
El
hecho de que la Palabra eterna de Dios también participara de la naturaleza
humana de María es una afirmación vital para combatir herejías neo-gnósticas
que niegan que Jesús fuese verdaderamente humano. El docetismo fue ferozmente
condenado por el apóstol Juan como una obra del anticristo. "Todo espíritu
que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios: y éste es el
espíritu del anticristo" (1 Juan 4:2) y de nuevo: "Porque muchos
engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido
en carne. Este es el engañador y el anticristo." (2 Juan 7). El
nacimiento virginal es una salvaguardia doctrinal contra dichas teologías que
buscan convertir a Jesús en un fantasma etéreo. Jesús asumió un cuerpo
humano real y un alma racional para que los hombres y las mujeres pudiesen ser
redimidos en su totalidad.
2.6-
La renovación de todas las cosas
Un
último punto que vale la pena notar es que por medio del nacimiento virginal
Dios hace que algo nuevo surja de lo antiguo. Jesús rompe con el pasado
pecaminoso de la humanidad caída y esclavizada. Toma la humanidad sobre sí
mismo con el fin de devolver todas las cosas a la obediencia de Dios.
Esto
explica la razón por la que no me siento cómodo cuando algunos pensadores
proponen que la encarnación de Jesús sea análoga a la creación en el Génesis.
Estoy totalmente en desacuerdo. La creación inicial fue ex-nihilo. En
otras palabras, en el principio Dios creó todo a partir de la nada. Pero, en
la encarnación, Dios está haciendo algo nuevo a partir de algo que ya existía.
En este sentido, para ser más fiel a la Biblia –como ya destacamos antes- la
encarnación es más bien análoga al nuevo nacimiento cuando Dios convierte almas
depravadas en trofeos de su gracia y misericordia. Dios convierte lo viejo en
nuevo. Él resucita lo que está muriendo y languideciendo. Transforma el
desierto en un paraíso abundante. Las cadenas se convierten en libertad en la
gloriosa economía de Dios.
2.7-
Conclusión
Yo
no sé vosotros, pero yo estoy muy feliz por el nacimiento virginal. Me alegro
de que Dios revele a Dios, que el Señor escoja lo vil e insignificante, que
Jesús sea libre del pecado, que Jesús sea verdadero hombre y que Dios haga algo
hermoso de las viejas vestiduras de Adán. Esta Navidad vamos a dar gracias a
Dios por la bendita encarnación y por todas las preciosas verdades que conlleva.
¡A Dios sea la gloria!
¡Acabo
deseándoos a todos una muy feliz Navidad!
Gracias
por todo el apoyo y amor que me habéis demostrado a lo largo del último año.
¡Sigamos peleando la buena batalla de la fe hasta que vuelva aquél que fue
concebido por el Espíritu y nacido de la virgen!
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1
FEE, Gordon, Primera epístola a los corintios (Nueva Creación: Buenos
Aires, 1994), pp. 125-126.
Fuente:
Protestantedigital, 2015.
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