Para
Jael de la Luz
Eldin
Villafañe es un experto del tema y participante activo en el movimiento que
analiza. En su libro Manda fuego, Señor: introducción al
pentecostalismo (Abingdon Press, 2012), el autor hace una muy valiosa
síntesis histórica y teológica del pentecostalismo latino.
Villafañe
es de Puerto Rico, con experiencia de haber vivido en Nueva York, donde se
involucró con el pentecostalismo. Es doctor por la Universidad de Boston,
profesor de ética social cristiana en el Seminario Teológico Gordon-Conwell de
Boston. Tras haber sido ministro de educación en la Iglesia Cristiana Juan
3:16, en el Bronx neoyorquino, Eldin fundó, junto con otros, y fue primer
presidente de la Hispanic American Scholars of Theology and Religion.
Igualmente cofundó y presidió la Asociación para la Educación Teológica
Hispana, y ha sido presidente de la Society for Pentecostal Studies. Es
ministro ordenado de las Asambleas de Dios. Es autor de Seek the Peace of
the City: Reflections on Urban Ministry (el prólogo es de Harvey Cox); Beyond
Cheap Grace: A Call to Radical Discipleship, Incarnation and Justice; en
castellano esta disponible El Espíritu liberador: hacia una ética social
pentecostal hispanoamericana (Nueva Creación, 1993).
Como
buen pentecostal, Eldin Villafañe inicia su libro narrativamente. Escribe: “Dicen que hay recuerdos de
la niñez que uno nunca olvida. Tal fue aquella noche fría y con nieve a
principios de 1950 en la ciudad de Nueva York. Estábamos reunidos en un
‘templo’, o mejor dicho, en un storefront, de una humilde congregación
pastoreada por el Rdo. ‘Tony’ Hernández. Estaba frío afuera, pero adentro el
culto ‘estaba encendido’, ya que la pequeña feligresía a todo pulmón y con
panderetas cantaba ‘Manda fuego, Señor, manda fuego, Señor y avívanos con tu
poder’. Cantaba con gran pasión ese corito ‘clásico’ pentecostal –sí clásico,
ya que su letra y su ritmo cantan el ‘espíritu’ del pueblo pentecostal en su
búsqueda, afirmación y promesa del Espíritu Santo”.
Después
de seguir recordando la impronta pentecostal desde su infancia, Villafañe se da
a la tarea de definir su objeto de estudio, reconociendo que cuando se habla
del pentecostalismo es hacer referencia a “un movimiento religioso complejo y
multifacético”. Hace suya la definición de Kilian McDonell: “[son
pentecostales] aquellos cristianos que ponen el acento en el poder y la
presencia del Espíritu Santo, y los dones del Espíritu, orientados hacia la
proclamación de que Cristo Jesús es Señor para la gloria de Dios Padre”, por
esto el contraste principal entre los pentecostales y otros cristianos “es el
distintivo énfasis pentecostal en la persona, la obra y los dones del
Espíritu”.
La
clasificación tipológica de los pentecostalismos desarrollada por Vinson Synan
es resumida por Villafañe, y describe cinco grandes familias: 1. Movimientos
pentecostales clásicos, cuyor orígenes se remontan a las enseñanzas de Charles
F. Parham (Topeka, 1901) y William J. Seymour (Azusa Street, Los Ángeles,
1906); “aquí se deben incluir otras iglesias que son producto del comienzo policéntrico
del pentecostalismo global”. 2. Protestantes históricos carismáticos
(nopentecostales), “este grupo representa al movimiento carismático dentro de
las denominaciones tradicionales que comenzó alrededor de 1960”. 3. Los
católicos carismáticos, son los de la renovación carismática que se han
apropiado de buena parte de expresiones cúlticas pentecostales. 4. Los grupos
independientes, iniciados por personajes carismáticos que no se articulan con
el pentecostalismo clásico sino que dan origen a lo que tiempo después será una
nueva denominación. 5. Grupos autóctonos del Tercer Mundo, son “los movimientos
pentecostales de mayor crecimiento en el mundo”, sin relación con juntas
misioneras occidentales, y “practican formas de teología y adoración pentecostales
no ortodoxas”.
La
obra de Villafañe es de gran utilidad para quienes sin ser pentecostales, o
siéndolo, buscan una visión panorámica de los orígenes y rasgos distintivos del
movimiento. En sus páginas retoma investigaciones a las que necesariamente
deberán acudir interesados en adentrarse al ethos del pentecostalismo:
Walter Hollenweger, Pentecostalism: Origins and Developments (versión
ampliada de Pentecostalismo: historia y doctrina, La Aurora, 1976); Allan
Anderson, An Introduction to Pentecostalism (hay versión castellana
publicada por Akal Ediciones); Harvey Cox, Fire from Haven: The Rise of
Pentecostal Spirituality and the Reshaping of Religion in the Twenty-First
Century. Hace algunos años debí conseguir otro ejemplar del libro de Cox,
porque el primero que tuve se lo regalé a mi entrañable amigo el escritor
Carlos Monsiváis, quien se mostró muy interesado en el acercamiento de Cox al
pentecostalismo. Villafañe también incluye a estudiosos pentecostales
latinoamericanos, como Darío López y Bernardo Campos, de Perú, Juan Sepúlveda,
de Chile, y Norberto Saracco, de Argentina.
Finalmente
comento que el libro de Eldin Villafañe ha sido estimulante para mí, ya que
me identifico como “pentonita”, por ser pentecostal y menonita. En este
sentido mi interés en el tema es tanto intelectual como vital. La próxima
semana me referiré al recorrido histórico que hace Eldin sobre los orígenes y
desarrollos del pentecostalismo.
Fuente:
Protestantedigital, 2015.
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