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viernes, 4 de diciembre de 2015

Literatura sapiencial: Proverbios



Por. César Vidal, España
Entre los mayores aportes conocidos en el campo de la literatura universal se encuentra la denominada literatura sapiencial, es decir, aquella que está relacionada con la sabiduría.
Naturalmente, la sabiduría hay que entenderla no como la acumulación de datos sino como el conocimiento de una manera de vivir sabiamente.
Los ejemplos egipcios al respecto son excepcionales –traduje algunos para mi libro La sabiduría del Antiguo Egipto– pero no puede dudarse de que la cima de la literatura sapiencial fue alcanzada por Israel y estuvo vinculada de una manera especial al rey Salomón.
De hecho, Salomón llegó a tener una importancia tan acusada que en siglos posteriores se publicaron obras atribuidas a él que, por supuesto, los judíos no aceptaron como suyas, pero que en algún caso, como en el del libro de la Sabiduría, encontraron su lugar en el canon católico del Antiguo Testamento demostrando una notable capacidad para aceptar documentos falsos como auténticos y una no menos clamorosa ignorancia en relación con lo referido a las Escrituras.
El primer libro de la literatura sapiencial contenido en la Biblia es el libro de los Proverbios. La obra presenta varios bloques muy concretos.
El primero (1: 1 – 9: 18) recoge una extraordinaria colección de máximas en las que se entreveran poemas, alegorías y digresiones. Su finalidad confesa es adquirir la sabiduría (1: 2-6), una sabiduría cuyo principio “es el temor de YHVH” (1: 7).
De manera bien significativa, esa sabiduría está vinculada a una educación en el seno de la familia, un concepto pasado por alto en la actualidad, pero esencial en una sociedad verdaderamente equilibrada (1: 7-9). Vivir sabiamente implica no dejarse amoldar a las modas (1: 10ss) ya que éstas pueden quizá satisfacer la codicia, pero su final es que arranca la vida (1: 19).
A partir del 1: 20, el autor desarrolla un hermoso canto en el que la sabiduría llama a los seres humanos a atender sus enseñanzas.
Naturalmente, ese llamamiento se puede desatender, pero sólo el hombre sabio “habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal” (1: 33).
Los capítulos 2-4 son una invitación a vivir sabiamente, invitación que en el capítulo 5 se concreta en la pureza sexual y que en los capítulos 6 y 7 incluye instrucciones sobre el trabajo, la veracidad y la fidelidad conyugal.
Son todas estas cualidades muy claras en la Biblia aunque no se pueda decir que formen parte sobresaliente de sociedades como las sociológicamente católicas donde el trabajo se considera un castigo de Dios, la mentira constituye un pecado venial y la prohibición de divorcio ha ido históricamente más que ligada al adulterio que, en el caso del varón, se contemplaba con innegable benevolencia.
Los capítulos 8 y 9 contienen un hermoso canto a la Sabiduría como una entidad existente antes de la Creación.
El hecho de que la Sabiduría aparezca personificada ha llevado a algunos a considerar que se trata de una de las personas de la Trinidad y, en especial, el Hijo. La realidad es que lo más probable es que nos encontremos ante una prosopopeya, es decir, una figura que presenta como personas a cualidades y uno de cuyos ejemplos más destacados históricamente es el Elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam, donde el autor se mofa con sobrada razón de papas, obispos, emperadores y letrados poniendo las burlas en boca de la locura.
A partir del capítulo 10, comienza otro bloque de proverbios de Salomón cuya forma es diferente. En este caso concreto, más que exposiciones generales, hallamos principios breves relacionados con cuestiones como los bienes materiales (10: 2; 11: 24; 23: 4); el trabajo (10: 4; 15: 19; 20: 13); la seguridad del que sigue los caminos de Dios (10: 30; 11: 8); el uso de la lengua (10: 31; 12: 22; 14: 23; 18: 13 – por cierto, algo bastante visto en este muro en la conducta de algunos); el necio y sus peligros (14: 8; 23: 9); la apreciación del presente (14: 12; 16: 25 ); los peligros del alcohol (20: 1); la educación (23: 12); la compasión (19: 17); la familia (17: 6; 18: 22; 20: 20; 23: 13; 23: 22); la administración de justicia (17: 15); o el temor de Dios (14: 26-7; 15: 33; 23: 17-8).
Por supuesto, en tan breve espacio, la exposición no puede ser exhaustiva, pero espero que sirva para proporcionar una idea aproximada de la inmensa riqueza del libro de los Proverbios al que nos seguiremos refiriendo en el próximo estudio.
Textos recomendados: Lea las citas agrupadas temáticamente en el texto.

Fuente: Protestantedigital, 2015.

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