Por.
César Vidal, España
Entre
los mayores aportes conocidos en el campo de la literatura universal se
encuentra la denominada literatura sapiencial, es decir, aquella que está
relacionada con la sabiduría.
Naturalmente,
la sabiduría hay que entenderla no como la acumulación de datos sino como el
conocimiento de una manera de vivir sabiamente.
Los
ejemplos egipcios al respecto son excepcionales –traduje algunos para mi libro
La sabiduría del Antiguo Egipto– pero no puede dudarse de que la cima de la
literatura sapiencial fue alcanzada por Israel y estuvo vinculada de una manera
especial al rey Salomón.
De
hecho, Salomón llegó a tener una importancia tan acusada que en siglos
posteriores se publicaron obras atribuidas a él que, por supuesto, los judíos
no aceptaron como suyas, pero que en algún caso, como en el del libro de la
Sabiduría, encontraron su lugar en el canon católico del Antiguo Testamento
demostrando una notable capacidad para aceptar documentos falsos como
auténticos y una no menos clamorosa ignorancia en relación con lo referido a
las Escrituras.
El
primer libro de la literatura sapiencial contenido en la Biblia es el libro de
los Proverbios. La
obra presenta varios bloques muy concretos.
El
primero (1: 1 – 9: 18) recoge una extraordinaria colección de máximas en las
que se entreveran poemas, alegorías y digresiones. Su finalidad confesa es adquirir la
sabiduría (1: 2-6), una sabiduría cuyo principio “es el temor de YHVH” (1: 7).
De
manera bien significativa, esa sabiduría está vinculada a una educación en el
seno de la familia, un concepto pasado por alto en la actualidad, pero esencial
en una sociedad verdaderamente equilibrada (1: 7-9). Vivir sabiamente implica
no dejarse amoldar a las modas (1: 10ss) ya que éstas pueden quizá satisfacer
la codicia, pero su final es que arranca la vida (1: 19).
A
partir del 1: 20, el autor desarrolla un hermoso canto en el que la sabiduría
llama a los seres humanos a atender sus enseñanzas.
Naturalmente,
ese llamamiento se puede desatender, pero sólo el hombre sabio “habitará
confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal” (1: 33).
Los
capítulos 2-4 son una invitación a vivir sabiamente, invitación que en el
capítulo 5 se concreta en la pureza sexual y que en los capítulos 6 y 7 incluye
instrucciones sobre el trabajo, la veracidad y la fidelidad conyugal.
Son
todas estas cualidades muy claras en la Biblia aunque no se pueda decir que
formen parte sobresaliente de sociedades como las sociológicamente católicas
donde el trabajo se considera un castigo de Dios, la mentira constituye un
pecado venial y la prohibición de divorcio ha ido históricamente más que ligada
al adulterio que, en el caso del varón, se contemplaba con innegable
benevolencia.
Los
capítulos 8 y 9 contienen un hermoso canto a la Sabiduría como una entidad
existente antes de la Creación.
El
hecho de que la Sabiduría aparezca personificada ha llevado a algunos a
considerar que se trata de una de las personas de la Trinidad y, en especial,
el Hijo. La realidad es que lo más probable es que nos encontremos ante una
prosopopeya, es decir, una figura que presenta como personas a cualidades y uno
de cuyos ejemplos más destacados históricamente es el Elogio de la locura de
Erasmo de Rotterdam, donde el autor se mofa con sobrada razón de papas,
obispos, emperadores y letrados poniendo las burlas en boca de la locura.
A
partir del capítulo 10, comienza otro bloque de proverbios de Salomón cuya
forma es diferente. En este caso concreto, más que exposiciones generales,
hallamos principios breves relacionados con cuestiones como los bienes materiales (10: 2;
11: 24; 23: 4); el trabajo (10: 4; 15: 19; 20: 13); la seguridad del que sigue
los caminos de Dios (10: 30; 11: 8); el uso de la lengua (10: 31; 12: 22; 14:
23; 18: 13 – por cierto, algo bastante visto en este muro en la conducta de
algunos); el necio y sus peligros (14: 8; 23: 9); la apreciación del presente
(14: 12; 16: 25 ); los peligros del alcohol (20: 1); la educación (23: 12); la
compasión (19: 17); la familia (17: 6; 18: 22; 20: 20; 23: 13; 23: 22); la
administración de justicia (17: 15); o el temor de Dios (14: 26-7; 15: 33; 23:
17-8).
Por
supuesto, en tan breve espacio, la exposición no puede ser exhaustiva, pero
espero que sirva para proporcionar una idea aproximada de la inmensa riqueza
del libro de los Proverbios al que nos seguiremos refiriendo en el próximo
estudio.
Textos
recomendados: Lea las citas agrupadas temáticamente en el texto.
Fuente:
Protestantedigital, 2015.
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