El
pastor cristiano pentecostal argentino Guillermo Prein analiza en esta
entrevista de Pulso Cristiano los tres primeros años del papado de Francisco,
que se cumplieron el 13 de marzo de 2016.
–¿Qué
evaluación hace de los tres primeros años del papado de Francisco? ¿Defarudó,
cumplió o superó sus expectativas?
–En
principio debo reconocer, quizás por no ser católico romano, mi ausencia de
expectativas en cuanto al papado de Jorge Bergoglio. Sí, soy un observador.
Reconozco
que los días que vivimos son intensos, los sucesos son repentinos y esa
realidad afecta a todos quienes, de una forma u otra, tenemos la
responsabilidad de guiar una grey. En este sentido, ante la radicalización de
las guerras y la pobreza, los cambios sociales y comunitarios, ha habido
declaraciones esperanzadoras de parte del Papa, las cuales quedaron en los
tímpanos y retinas de la humanidad como pasos de avances determinados hacia una
modernización del catolicismo, sin embargo, las decisiones tomadas resultaron
dirigirse en sentido contrario a lo prometido por sus dichos.
–Luego
de la llegada de Jorge Bergoglio al papado, ¿observó cambios en la relación de
la Iglesia Católica Romana con las iglesias evangélicas de su país, de América
latina y del mundo? ¿Cuáles fueron esos cambios? ¿Fueron positivos o negativos?
En
lo personal, aprecio grandes cambios en la relación de la Iglesia Católica
Romana para con la Iglesia Evangélica en el mundo entero y, en especial, en
nuestro país, Argentina.
La
dialéctica se ha acercado, pero en el campo de las acciones, la lejanía es cada
vez mayor. Basta recordar el avance del catolicismo en algunas provincias sobre
la educación laica, estableciendo la obligatoriedad de la enseñanza del
catecismo romano en las escuelas públicas. Acción que demuestra que las
declamaciones de igualdad no pasan de lo demagógico. Igual análisis podemos
hacer de todos los puntos de desigualdad, desde el sostenimiento “constitucional”,
que nos obliga a quienes no somos católicos a sostener compulsivamente a dicha
institución eclesial.
De
haber sido verdaderas las promesas de cambio, con una expresa renuncia a dichos
privilegios, se hubiese forzado a un cambio institucional maravilloso.
El
actual Papa conoce perfectamente todas las prebendas del catolicismo en nuestro
país, hubiese sido un excelente comienzo dar un paso de renuncia en nuestra
patria, para luego llevar a cabo en forma definitiva y general el desapego a
todo lo material tan proclamado. Muchas necesidades podrían solucionarse en
nuestra sociedad si las partidas de dinero que se utilizan para solventar un
credo fueran redistribuidas como corresponde.
Obviamente
no ignoramos los aportes estales en el campo de la educación confesional,
medios de comunicación y sus pautas publicitarias, aportes para planes
sociales… y demás. Cada peso dado aumenta la desigualdad.
Soy
defensor del estado laico, por lo tanto no expreso esta inequidad en procura de
beneficios. Creo que cada confesión religiosa debe ser sostenida por sus
miembros.
Sin
embargo, es evidentemente que la política de acercamiento desplegada ha dado su
fruto en la pastoral argentina y de muchos lugares del mundo. Evidencia esto
las declaraciones de pastores en ese sentido, tema sobre el cual mucho se ha
escrito.
La
Iglesia Evangélica es amplia, plural y diversa, por lo tanto, en su seno
convivimos quienes creen que se han dado pasos positivos y quienes tenemos
profundas dudas sobre la sinceridad e intención de los mismos.
Creo
que debemos estar atentos a los frutos, dejando de lado la retórica.
Es
en el campo de lo institucional, social, político, económico y teológico donde
debemos ver cambios rotundos y sostenidos, para dar vuelta una página oscura de
la historia, en la cual la sangre ha corrido siempre del mismo bando.
Solo
para dar un ejemplo sencillo, mucho he escuchado en boca de ministros
evangélicos sobre la cristocentridad del Papa, pero sus actitudes y devociones
públicas constantes hacen que uno presuma que tales afirmaciones fueron hechas
con el fin de satisfacer la conocida postura evangélica ante tales credos y
prácticas.
–¿Qué
desafíos planteó y aún plantea el papado de Francisco a las iglesias
evangélicas de su país, de América latina y del mundo, y en sus pastores y
dirigentes?
–Sería
muy triste que la Iglesia Evangélica se sintiera desafiada por un Papa o un
credo.
La
tarea evangelizadora y pastoral de la Iglesia está en permanente desafío al
contemplar las distintas problemáticas en los diferentes lugares del planeta.
Jesús
nos encomendó llevar el Evangelio a toda criatura en todo el mundo, ese es
nuestro desafío. Una vez alcanzadas las gentes y los pueblos, debemos
enseñarles a guardar Sus enseñanzas y cuidar de las vidas. En este sentido, la
inserción de la Iglesia en la sociedad debe ser todo lo profunda que pueda. Los
problemas de la gente son nuestros problemas.
Creo
que Mateo 25 nos da un panorama de los tiempos en los cuales vivimos y nos
advierte, primero a estar velando lejos de toda distracción, como las vírgenes
que tenían aceite en sus lámparas, luego a usar los talentos que en nosotros
han sido depositados para cumplir nuestra misión y, finalmente, tener muy en
claro los parámetros del juicio que hará el Señor, los cuales marcan nuestra
conducta para estos días: cuidar a los necesitados y proveer solución para sus
dolores; visitar a los encarcelados y recoger a los forasteros o inmigrantes,
para expresarme con mayor claridad, recordando que para JESÚS no existen los
ilegales, porque cuando creó la Tierra, no diseñó frontera alguna, eso es obra
de los hombres.
Cabe
remarcar que estas palabras son puntos de un mismo mensaje proclamado por el
Señor ante quienes ya había hablado de las señales del fin.
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