Por. Leonardo de Chirico, Italia.
A medida que se acerca el 500º aniversario de la
Reforma Protestante, no es sorprendente encontrar libros que desean ofrecer
descripciones naturales de la teología y del legado de Martín Lutero. ¿Quién
fue este hombre? ¿Cuál fue su mensaje entonces y como lo entendemos cinco
siglos más tarde?
El reciente volumen de Walter Kasper sobre Lutero (en
alemán: Martin Luther. Eine ökumenische Perspektive [una perspectiva
ecuménica]; en italiano: Martin Lutero. Una prospettiva ecumenica) es
una valiosa contribución al debate permanente sobre la significancia teológica
e histórica de los principios de la Reforma.
El Cardenal Kasper es uno de los teólogos vivos más
autoritativos de la Iglesia Católico Romana y es sumamente apreciado por el
Papa Francisco a causa de su obra sobre la teología de la misericordia, el
centro del pontificado de Francisco. Desde que Kasper fue presidente del
Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, de 1999
hasta 2010, su análisis de Lutero también vale la pena leerlo porque da voz a
evaluaciones y preocupaciones ecuménicas generalizadas.
Interpretación dialéctica
El libro de Kasper enfoca la lejanía de Lutero
con respecto a nuestra cultura contemporánea. A partir de la introducción y
de forma progresiva Lutero es presentado como un ser “desconocido” para la
opinión pública moderna. Muy pocas personas entienden hoy en día sus preguntas
existenciales enmarcadas en el lenguaje del pecado, una conciencia culpable y
el miedo al juicio divino. Aquellas categorías teológicas y las controversias
sobre las mismas parecen “irrelevantes” actualmente. Son temas “anticuados” que
proceden de un carácter démodé inmerso en el misticismo medieval y las
polémicas anti-escolásticas. Sin embargo, según Kasper, Lutero estuvo luchando
con la “cuestión de Dios” con sus propias formas y patrones. El está anticuado
pero sus preocupaciones básicas son perennes. Tienen que ser decodificadas en
gran medida con el fin de estar representadas de una manera más agradable y
sean finalmente apreciadas.
La interpretación de Lutero por Kasper es, por
consiguiente, dialéctica: por una parte, Lutero parece estar muy lejos y con la
necesidad de un filtrado significativo para tratarle; pero por la otra Lutero
hace las preguntas vitales, siempre y cuando uno entienda lo que dice. Hay
alguna verdad en esto, por supuesto. Como en el caso de cualquier carácter
histórico, Lutero pertenece a un mundo remoto y hay que construir puentes
culturales para encontrarle. El Cardenal, no obstante, parece distanciar al
lector para que se acerque a Lutero con sus propios términos alentándole a
aplicar una interpretación deconstructiva que moderará al reformador alemán y
le hará más próximo a nosotros, los occidentales postmodernos. La impresión es
que Lutero necesita ser liberado de sus fronteras idiosincráticas y esto es
algo que una reinterpretación ecuménica de su persona puede ayudar a hacer.
Kasper sugiere muchas observaciones preventivas
para encontrarse con Lutero, quizás demasiadas para permitir a Lutero que hable
por sí mismo. Por ejemplo, ¿estamos seguros que las preocupaciones de
Lutero (el pecado, la culpa, el juicio y por tanto la gracia, la fe y el
Evangelio) pertenecen a un bagaje enterrado teológicamente que es necesario
poner al día con estándares actuales más acogedores? ¿No estaba Lutero
redescubriendo las verdades bíblicas que eran confusas en el cristianismo
medieval, pero que son centrales para la fe cristiana de todas las épocas? Por
último, la cuestión en juego está en si Lutero tiene o no que ser rescatado de
sí mismo para que le oiga la iglesia y el mundo. Kasper parece oponer el Lutero
“malo” confesional al Lutero “bueno” ecuménico. ¿Es ésta una forma justa de
llegar a un acuerdo con Martín Lutero?
¿Reforma o Nueva Evangelización?
Después del Vaticano II (1962-1965) en los eruditos
católico romanos que estudian sobre Lutero se ha visto un significativo cambio
de perspectiva. Durante siglos se le culpó de todos los posibles males
teológicos (p.e. ser hereje y esquemático) y fracasos personales (p.e. propenso
a la embriaguez y acoso a las mujeres). Desde la obra de los historiadores de
la iglesia como Joseph Lortz, Lutero ha sido levemente apreciado como un
sincero reformador que trágicamente ha ido por mal camino. Actualmente, los
eruditos consideran a Lutero como un chico rebelde de la iglesia, con tal de
que sean eliminados de su obra todos los elementos protestantes de línea dura.
También Walter Kasper está convencido de esto.
De acuerdo con el Cardenal, Lutero pertenece a
una nube de testigos que a través de los siglos han buscado introducir medidas
de renovación en la iglesia. Kasper menciona a S. Francisco de Asís como
uno de ellos, precediendo a Lutero, aunque el reformador alemán fue más lejos
de manera dramática. Con su doctrina del sacerdocio de todos los creyentes
socavó la estructura sacramental de la iglesia. Con su insistencia sobre la
primacía de la gracia rompió su teología del optimismo del humanismo cristiano.
En lugar de ejercitar la paciencia y soportar el largo sufrimiento, Lutero
cambió una situación de emergencia de las tensiones dentro de la iglesia en una
condición ordinaria de separación y controversias. El resultado fue el cisma y
el comienzo de una época confesional fracturada que ahora necesita superarse en
la era ecuménica. La pregunta es: ¿Las cuestiones fundamentales de Lutero han
sido establecidas para moverse del conflicto a la comunión?
Kasper está convencido de que si Lutero apareciera
hoy apoyaría la Nueva Evangelización en la que la Iglesia Católico Romana está
comprometida, o sea, el intento de llamar a los bautizados pero no a los
practicantes católicos de vuelta a la Iglesia, reafirmando así el cuerpo
tradicional de las enseñanzas y prácticas católicas. El libro es una tentativa
de salvar a Lutero de sí mismo y facilitar su retorno simbólico a la Iglesia
Católico Romana, dejando caer sus enseñanzas de la gracia sola, la sola
Escrituran y sólo Cristo. La Nueva Evangelización es el programa re-envasado
católico romano de renovación interior que ha absorbido algunos aportes de la
reforma mientras rechaza su principal punto de vista doctrinal. ¿Aceptaría
Martín Lutero este trato? Puede que el libro hable más de Kasper y de las
actuales reinterpretaciones de la historia católico romanas que de Lutero y su
permanente llamado a recuperar el Evangelio de Jesucristo.
Fuente: Protestantedigital, 2016
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