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martes, 15 de noviembre de 2016

El falso profeta de Apocalipsis



Por. Juan Stam, Costa Rica
Contra el trono de Dios y del Cordero, se levanta el "trono de Satanás" (2.13) y su bestia feroz. Apocalipsis lo explica por medio de un fascinante drama de cuatro personajes malévolos: el dragón, la bestia, el falso profeta y la ramera.
Como anunciamos, esta semana seguiremos con el tercero de los otros dos personajes que se añaden al dragón y la bestia: el falso profeta (dejamos para la próxima semana a la gran  ramera).
El falso profeta (13:11-18): Esta segunda bestia, con cara de cordero pero voz de dragón, procede de la tierra, lo cual sugiere que probablemente era un personaje conocido en Asia Menor. Barclay observa al respecto que el culto al emperador no se impuso desde arriba, desde Roma, sino al contrario surgió desde abajo promovido por los pueblos de provincia (p. 323).
En ese proceso, toda la organización política y religiosa de las provincias, con sus magistrados, diócesis, y sacerdocios regionales, hacía su aporte a la promoción del culto imperial. Así fue como la segunda bestia surgió "de la tierra" asiática (pp. 326,338).
Aunque la segunda bestia parece inocente y relativamente débil, de hecho "ejerce todo el poder de la primera Bestia en servicio de ésta" (13:12 BJ). Como representante oficial del imperio y Sumo Sacerdote de la religión imperial, logra que las masas rindan culto a la imagen del emperador.
Persuade a la gente erigir una inmensa imagen del emperador como objeto de su adoración (13:14-15),[28] y utiliza cuatro métodos para engañar a la gente e inculcar la idolatría imperial:
(1) la poderosa retórica de su "voz de dragón" (13:11);
(2) sus sensacionales prodigios (13:13-15);
(3) severas sanciones económicas contra quienes no reciben la marca de la Bestia (13:16-18); y
(4) la pena de muerte contra los "disidentes" que no la adoran (13:15).
Como "Ministro de Propaganda", el falso profeta promueve "la ideología del poder" que sacraliza al imperio (Barsotti, op.cit. pp. 180-185.).Cullmann (op.cit., p.92) resume muy bien su función dentro del sistema total:
La segunda bestia representa el poder de la propaganda religioso-ideológica del Estado totalitario. En esta pretensión seudo-religiosa se manifiesta lo diabólico de este falso profeta, que se presenta como si fuese el verdadero profeta del verdadero Dios. En realidad hace propaganda para su dueño, el diablo, el Estado totalitario... Todo Estado totalitario necesita una ideología que sea una parodia de la fe.
El tema central en la exposición de estos tres personajes -el dragón, la bestia y el falso profeta- es la denuncia de la idolatría en que se fundamenta el imperialismo, con sus reclamos de poder absoluto. Era una idolatría sutil, a menudo velada, capaz de seducir también a muchos cristianos, como los nicolaítas. En su mensaje anti-idolátrico, Juan sigue a la iconoclasia de los profetas hebreos. La denuncia de ellos debe darnos mucho que pensar ante los nuevos ídolos del mundo moderno.[29]
NOTAS AL PIE
[28] Es probable que Juan se refiere a la colosal estatua de Domiciano en el templo en Éfeso. La estatua, en proporciones cuatro veces al tamaño normal, representaba al emperador sentado entre candelabros.Los restos de dicha imagen se encuentran ahora en el museo de Éfeso.
[29] Ver "¿Es posible ser idólatra sin darse cuenta?" y "¿Puede existir el imperialismo sin idolatría?", en Tomo III del comentario del Apocalipsis.
[30] Por eso, es difícil entender por qué algunos autores interpretan Ap 17-18 en términos de "Babilonia eclesiástica", la falsa religión, una iglesia universal, etc.

Fuente: Protestantedigital, 2016

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