CHILE-
El pasado martes Chile fue sacudido por otro
femicidio. Elizabeth Uribe Troncoso, de 54 años, fue asesinada a puñaladas
por su cónyuge. Elizabeth era profesora de religión y miembro de la iglesia Metodista de Chile. Adriana
Paredes Apablaza, predicadora laica de la Iglesia Metodista de San Bernardo,
hizo pública una Carta abierta por Elizabeth Uribe.
Reproducimos la carta completa:
Dentro del transcurso del año 2016 han existido a
la fecha 31 muertes de mujeres en manos de sus parejas. Esta cifra es alarmante
y se puede explicar desde una estructura social patriarcal donde el machismo
como orden social rige en nuestras comunidades, familias y escuelas; en el cual
es mal visto ejercer violencia física contra nosotras, pero no, diferenciarnos,
excluirnos e invisibilizarnos.
Es en esta sociedad jerárquica basada en las
relaciones de poder donde nos hemos forjado, a veces cuestionando el rol que
por mandato nos han impuesto, otras veces solo acatando o minimizando las
muestras diarias de discriminación como actos violentos.
Es dentro de este contexto social que vivimos como
iglesia, que tenemos una voz ante los actos de injusticia, que nos
desarrollamos estando inmersos en la pobreza, el dolor y la desesperanza, es
desde esta trinchera donde entregamos mensajes de amor y consuelo a realidades
donde en algunas ocasiones solo conocían el concepto de estas palabras como
definición y no como actos empíricos.
Pero vencer estos dogmas sociales, este sistema de
valores es trabajo de todos/as. La violencia de género no se traduce en actos
de violencia física, psicológica, sexual o económica dentro de la relación de
pareja; es esto solo una arista de las múltiples manifestaciones que podemos
percibir día a día. Se visualiza en chistes sexistas, en la diferencia
salarial, en el privilegio que sienten algunos hombres solo por el hecho de
serlos, en conversaciones cotidianas donde atribuimos a las mujeres un rol en
particular, sin la intensión de ofenderlas; es precisamente eso lo que se
busca. Por eso es fundamental replantear las masculinidades de las que son
partes y hacerlas vivas mas allá de un discurso religioso.
Cuando un miembro del cuerpo se duele, todo el
cuerpo se resiente con él,( 1 Cor.12:26) pero que pasa cuando un miembro del
cuerpo deja de existir, cuando una de nuestras hermanas muere, no por el orden
natural biológico, sino porque otro, el cual prometió amarla y respetarla, es
el causante de su muerte. Es esto lo que me impulsa a escribir esta carta,
porque como iglesia cumplimos un rol social y no podemos obviar la violencia
estructural de las cuales hemos sido víctimas o quizás partes de ésta,
perpetuándola.
Estas muertes violentas, injustas, horrorosas,
totalmente contrarias a la voluntad de Dios, que ahora han tocado a nuestra
comunidad de fe, en la persona de nuestra hermana Elizabeth Uribe; nos deben
mover a orar, reflexionar y actuar como iglesia para ser una voz potente, para
que ésta situación no se siga replicando, tanto en nuestra iglesia como en
nuestra sociedad.
Fuente: ALCNOTICIAS, 2016
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