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lunes, 7 de noviembre de 2016

Comunidades evangélicas demuestran su creciente fuerza política en América Latina



Por. Jean Palou Egoaguirre
Tanto en el impeachment a Rousseff en Brasil como en el "No" en el plebiscito en Colombia, el voto evangélico fue determinante. Organizados, ganan peso electoral e influencia en el debate público.
En Brasil ya se le conoce como la "bancada de Dios". El Frente Parlamentario Evangélico está compuesto por 92 diputados de 14 partidos diferentes que votan en bloque, y se ha convertido en una de las fuerzas políticas más cortejadas del país: los votos de estos parlamentarios fueron claves para el impulso del impeachment contra Dilma Rousseff, y el actual Presidente Michel Temer les ha dado prioridad absoluta, recibiéndolos antes que a nadie en su despacho y nombrando a pastores evangélicos como ministros de su gabinete.
El creciente poder político de la comunidad evangélica en América Latina también comprobó su peso en Colombia, donde se considera que el electorado protestante fue determinante para inclinar la balanza hacia el "No" en el reciente plebiscito sobre el acuerdo de paz del gobierno con las FARC.
Los casos se repiten en una región cada vez menos católica y más evangélica.
Según un estudio de Pew, hoy el 19% de los latinoamericanos se describe como miembro de alguna vertiente del protestantismo -la mayoría pentecostales, que constituirían cerca del 85%-, frente al 69% que se considera católico. Se trata de un cambio acelerado: de acuerdo con un informe de Latinobarómetro, entre 1995 y 2014 las personas que se declaran católicas cayeron en promedio 13 puntos, principalmente en países centroamericanos como Nicaragua (-30), Honduras (-29) y Costa Rica (-19), lo que ha ido a la par con el fuerte aumento de los evangélicos. También se ha reforzado la penetración de confesiones cristianas no católicas en Brasil, cuyos fieles pasaron del 6% al 21% en dos décadas, así como en Colombia, del 3% a 14%.
"Ha habido un crecimiento impresionante del número de evangélicos en los últimos años. Pero además están teniendo una mayor presencia dentro de la sociedad, lo que no es lo mismo", afirma Rubén Ruiz, director del Centro de Investigaciones sobre América Latina de la Unam y experto en diversidad religiosa. "Esto obedece a una actitud, a una política muy clara de los liderazgos sobre la importancia de tener una mayor presencia e impulsar una agenda propia".
El paso hacia la política, de algún modo, era inevitable. Y si a comienzos del siglo XX la lucha de los protestantes -luteranos, anglicanos, presbiterianos, bautistas, metodistas y pentecostales, entre otras vertientes- era por la libertad de conciencia y la separación de la Iglesia y el Estado, actualmente las iglesias evangélicas tienen una agenda clara en contra de políticas como la despenalización del aborto o el matrimonio igualitario, en lo que han coincidido con la jerarquía católica.
"Los evangélicos, en general, no están muy orientados hacia la acción política. Pero de la vereda del frente, los políticos sí miran a los evangélicos como un capital demográfico interesante", destaca Hilario Wynarczyk, sociólogo experto en religión y autor de "Ciudadanos de dos mundos. El movimiento evangélico en la vida pública argentina". "Y sí, hay líderes evangélicos que perciben la importancia que tienen y piensan que para los intereses de sus iglesias puede llegar a ser bueno aceptar la 'tentación' de la política".
41% de los hondureños se identifica como evangélico. Es el país de la región con la mayor penetración de iglesias protestantes.

Fuente: “Economia y negocio”, en El Mercurio,
domingo, 16 de octubre de 2016.

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