Por Emilio Monti, Argentina
JUNTOS
EN EL DISCIPULADO
Evangelizando
y evangelizándonos.
Espero que si algo ha quedado claro de todo lo
dicho, sea el hecho de que la misión de la iglesia es un todo orgánico. Las
dimensiones de la fe y de la misión (experiencia, mensaje, comunión y
compromiso, en sus distintas modalidades) se superponen y se entrecruzan. Es lo
que quisimos representar gráficamente en el cuadro que presentamos. Las
personas que se inician pueden entrar en contacto con la Iglesia en cualquiera
de esos cuatro momentos con todas sus variantes y pueden hacerlo por cualquier
motivo. Llegan a nuestra comunidad, generalmente, buscando respuesta a sus
necesidades inmediatas sentidas, con creencias a veces confusas y aun
contradictorias. Pero que hayan llegado hasta nuestra comunidad, generalmente,
buscando respuesta a sus necesidades inmediatas sentidas, con creencias a veces
confusas y aun contradictorias. Pero que hayan llegado hasta nuestra comunidad,
“buscando algo”, nos hace responsables. Responsables por ayudarles a descubrir,
tras las necesidades inmediatas y sentidas, sus necesidades ocultas.
Responsables por llevarles a una relación mas profunda en el encuentro con
Jesucristo, ayudándoles a vivir la plenitud de la vida.
Responsabilidad, en suma, hacia aquellos que han
tenido una experiencia, de profundizarla con entendimiento mediante el mensaje,
la comunión y el compromiso.
Responsabilidad de compartir el mensaje no
como mero discurso, sino como la Palabra que renueva constantemente la experiencia,
la comunión y el compromiso.
Responsabilidad de compartir con ellos la comunión
como medio (no el único) de vivir la experiencia de fe, compartir el mensaje
y cumplir juntos con el compromiso.
Responsabilidad de encarar el compromiso con
un sentido de comunión, entre aquellos que viven una experiencia de
fe, fundad en el mensaje de la Palabra, que le lleva a servir a los
demás.
En cualquiera de estas cosas estamos evangelizando y
evangelizándonos, ayudando y ayudándonos, porque en esta relación toda la
comunidad crece, en Jesucristo, hacia la unidad de la fe y del conocimiento, y
en plenitud de vida. Por lo cual, espero que también otra cosa quede clara:
todos estamos involucrados en este crecimiento, puesto que nadie puede decir
que vive “en plenitud”. Una vez que hemos llamado a la gente y ellos se nos
unen, todos estamos en el camino del discipulado, aunque sea en distintos
momentos, y somos enviados con una misma misión. En el camino del discipulado
no hay “nuevos”, todos estamos siendo “hechos nuevos” por la obra del Espíritu.
El camino del discipulado es también camino de santificación.
Evangelizar es también crecer juntos en este
caminar. En esta realidad como un todo, los métodos de la misión en general y
del discipulado en particular son múltiples. Ningún método en particular puede
servir para todas las situaciones, por lo cual hay que encontrar un
acercamiento apropiado para cada persona. La prueba final de un método adecuado
es el grado de respuesta significativa de las personas a la fe y al seguimiento
de Jesucristo. Y en ello estamos involucrados “como una sola fuerza” en Jesucristo,
por la obra de su Espíritu.
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