Por.
Juan Stam, Costa Rica*
Por
supuesto Jesús no era frívolo, pero es claro que a menudo decía cosas bastante
chistosas, por mucho que nos sorprenda eso.
Jesús
era plenamente humano, aunque sin pecado, y ser humano significa tener sentido
de humor. Por lo general tenemos una imagen de Cristo tan poco humano que nos
cuesta imaginarlo con una sonrisa, mucho menos riéndose o diciendo algún
chiste. Por eso no vemos lo mucho de humor que hay en los evangelios, o peor,
tratamos de volverlo serio. Por supuesto Jesús no era frívolo, pero es claro
que a menudo decía cosas bastante chistosas, por mucho que nos sorprenda eso.
La forma especial del humor de Jesús
era la ironía, algo
así como las caricaturas, con la que nos hace pensar en alguna situación
chistosamente ridícula. Pensemos por ejemplo en la famosa frase de "pasar
un camello por el ojo de una aguja" (Mt 19:24). Yo a lo menos tengo tan
mala vista, y la mano tan poco firme, que ni puedo pasar un hilito por la
aguja, ¡mucho menos un camello, con todo y joroba! Pero algunos nos quieren
decir que no, que eso era una puerta pequeña en el muro de Jerusalén que
llamaban "el ojo de la aguja", por lo que sería algo difícil pasar un
camello. El único problema es que nunca existió tal puertita con ese nombre.
Jesús utilizó una figura bien cómica, de alguien tratando de jalar un pobre
camello por esa micro-apertura de una aguja, pero nosotros insistimos en
banalizarlo, hasta con teorías e inventos.
Aquí otro sobre los camellos: "Guías ciegos, que colaís el
mosquito y tragaís el camello" (Mt 23:24-25). ¡Imagínese el epiglotis que
necesitan, para que pase ese camello por su garganta! En el versículo que
sigue, Jesús acusa a los escribas y fariseos de limpiar super-bien su taza por
fuera, dejando dentro de la taza toda la basura que traía! ¿Para qué limpiar
escrupulosamente las afueras de la taza, si por dentro sigue siendo pútrida?
Otro
chiste simpático: "echar perlas ante los puercos" (Mt 7:6). En
nuestra finca en Sabanilla hemos tenido cerdos, y hemos sabido por experiencia
lo cochino que son. Pero cómo sería si yo le dijera a mi esposa, "Mirá, mi
querida Doris, vos sabés cuánto quiero a nuestras chanchitas, ¿no me prestarías
tus perlas para ponerselas a ellas?" ¡Chistoso, verdad! Igual sería
"tirar" las grandes verdades del evangelio y de las escrituras ante
personas no aptas para recibirlas.
¿Y qué de este otro? "Nadie
prende una lámpara y la pone debajo de una canasta" (Mt 5:15). ¡Qué
gran tontería que sería eso! ¿Para qué prender una lámpara, sólo para
esconderla? No sólo opacaría toda la luz de la lámpara, sino que correría un
peligro serio de causar un incendio. Pero en la vida real, es igualmente
ridícula nuestra conducta cuando, habiendo recibido de Cristo la luz de la
vida, hacemos todo lo posible por esconderla.
Y piensen en esta figura cómica: los
fariseos son "lobos vestidos de oveja" (Mt 7:15). No sólo van los dos simbolismos totalmente
contrastantes del lobo y la oveja, sino el de "vestir" a un lobo como
una oveja (¿quién se encargaría de tal tarea?), un poco así como Jacob se
vistió como su hermano Esaú para engañar a su padre. Literalmente, y sin humor,
Jesús hubiera dicho, "esos no son ovejas, son lobos". Pero cuando
visualizamos la figura de lobos vestidos (!), y vestidos de oveja, resulta
mucho más simpática la expresión.
Jesús se refería algunas veces al ojo
humano con fina ironía.
"¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de
ver la viga que está en tu propio ojo?" (Mt 7:3). Parte de lo simpático
aquí es contrastar algo muy común, que todos conocemos, con algo totalmente
imposible. Todos hemos experimentado alguna vez una basurita en el ojo, ¿pero
todo un palo en un ojo? ¡Difícil imaginarlo! ¡Qué ojote más enorme para que
cupiera esa viga! Jesús aprovecha ese contraste tan dramático y exagerado para
ridiculizar el espíritu de criticonería de los que juzgan a otros sin
examinarse a sí mismos.
Y
otro, entre muchos más que quedan: "Si tu ojo derecho te es ocasión de
caer, sácalo y échalo de ti... Y si tu mano derecha te es ocasión de caer,
córtala y échala de ti" (Mt 5:29). ¡Qué consejo este! Si lo tomáramos en
serio, los basureros estarían llenos de órganos extirpados y el mundo, lleno de
tuertos y mancos. ¿Estaría hablando Jesús en serio? Sí, y no; está hablando
"en broma y en serio", ¡pero demasiado serio! Aunque los verbos van
en el modo imperativo, Jesús no nos está ordenando mutilar nuestros cuerpos.
Más bien, el contraste tan exagerado, y tan lleno de ironía cómica, nos enseña
la terrible gravedad del pecado y la urgencia de santificar nuestras vidas. El
Jesús de los evangelios era (y es) plenamente Dios, pero también plenamente
humano, con todo y el sentido de humor que aporta tanto a nuestra vida como
imagen y semejanza de Dios.
Fuente:
Protestantedigital, 2015.
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