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jueves, 1 de octubre de 2015

Evangelio del reino y de Cristo: ¿dos o uno solo?



Por. Juan Stam, Costa Rica
A mediados del siglo XX los evangélicos, al romper con el fundamentalismo, se abrieron a las problemáticas sociales. Encontraron una fuerte luz bíblica en "el evangelio del reino".
En mis primeros años de estudio bíblico entendía que "el reino de Dios" era el cielo. "Venga tu reino" era una oración por la pronta venida de Jesús. "Buscad primeramente el reino de Dios" no significaba "buscad la justicia propia del reino de Dios" sino desear sobre todas las cosas ir al cielo cuando muera. La "teología del reino" era el "evangelio social" de los modernistas.
El evangelio nuestro era la buena noticia de la muerte y resurrección de Cristo. ¡Qué equivocado que estaba! El reino que Jesús nos enseñó a pedir consiste precisamente en que se haga la voluntad de Dios en la tierra, en nuestros países y en nuestros gobiernos, aquí y ahora. Aún mayor fue mi sorpresa al descubrir que "el reino de Dios" fue el tema central del ministerio de Jesús, según los tres evangelios sinópticos. Jesús anunciaba "el evangelio del reino" (Mt 4:23; Mr 1:14), aunque lo llama también "el evangelio de Jesucristo" (Mr 1:1). Estudié más el tema y me topé con otra sorpresa: ¡las epístolas de Pablo, todas ellas escritas años antes de todos los evangelios, hablan muy poco del reino de Dios y nunca emplea la frase "el evangelio del reino", aunque según Lucas, Pablo pasó los dos últimos años de su vida "predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo" (Hch 28:31). Eso deja claro que no se trata de dos evangelios sino de dos enfoques o dos versiones de un solo evangelio.
Ese tema resultó ser un poderoso mensaje de Dios a las iglesias en busca de su "misión integral" en la iglesia y en el mundo. Podemos decir que las iglesias se han transformado considerablemente y se han despertado a la acción social. Lo que urge ahora es llevar el mensaje del reino al nivel político de la formación cívica de las comunidades. Es urgente que las iglesias tengan más madurez política para que vean con más claridad las realidades de la vida nacional e internacional, incluso de los partidos y los y las políticos "cristianos" de cada país.
En CLADE V se habló mucho de los problemas sociales pero muy poco sobre cómo transformar a las iglesias políticamente. A pesar del gran valor que ha tenido el tema del reino, "el evangelio del reino" no es la única formulación del evangelio y por sí solo no articula todo nuestro mensaje y nuestra misión. Las mismas "buenas nuevas del reino" se definen en Mr 1:1 como "el evangelio de Jesucristo el Hijo de Dios" (cf. Rom 1:9; 15:19). Para Pablo es "el evangelio de la gracia de Dios" (Hch 20:24), "el evangelio de la gloria de Cristo" (2Co 4:4 RVR) y "el evangelio de vuestra salvación" (Ef 1:13 RVR). San Pablo define el evangelio por tres hechos históricos (¡incluso un entierro!):

“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado... Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las escrituras; y que fue sepultado; y que resucitó al tercer día conforme a las escrituras, y que apareció a Cefas... y de último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.” 1Co 15:1-8

Creo que ahora, sin desatender el mensaje del reino de Dios, debemos volver a destacar el evangelio de la muerte y resurrección de Cristo. Creo que junto con las tareas sociales y políticas que nos van a tocar, tendremos también urgentes tareas propiamente teológicas. Tanto la muerte redentora de Cristo como su resurrección corpórea -que es el sentido bíblico del término- son actualmente temas de debates acalorados, o peor, temas indiferentes o ininteligibles.
Harán falta también profundizaciones en la humanidad de Jesús como Verbo encarnado. Como nos señaló el Dr. Tamayo en CLADE V, el tema de la trinidad divina y hasta el monoteísmo provocan debate también. Además, la crisis de autoridad que nos trae la posmodernidad pone bajo cuestionamiento la autoridad de las escrituras y hasta la de Dios mismo ("el Dios autoritario", en la frase de Tamayo). En esto debemos volver a la Reforma, a quienes les tocó una revolución en la historia humana en medio de una crisis de autoridad. Pero "volver" no significa repetir las enseñanzas de ellos sino saber hacer hoy lo que hicieron ellos ayer.

Fuente: Protestantedigital, 2015.

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