Por. Juan Stam,
Costa Rica
A mediados del
siglo XX los evangélicos, al romper con el fundamentalismo, se abrieron a las
problemáticas sociales. Encontraron una fuerte luz bíblica en "el
evangelio del reino".
En mis primeros
años de estudio bíblico entendía que "el reino de Dios" era el cielo.
"Venga tu reino" era una oración por la pronta venida de Jesús.
"Buscad primeramente el reino de Dios" no significaba "buscad la
justicia propia del reino de Dios" sino desear sobre todas las cosas ir al
cielo cuando muera. La "teología del reino" era el "evangelio
social" de los modernistas.
El evangelio
nuestro era la buena noticia de la muerte y resurrección de Cristo. ¡Qué
equivocado que estaba! El reino que Jesús nos enseñó a pedir consiste
precisamente en que se haga la voluntad de Dios en la tierra, en nuestros
países y en nuestros gobiernos, aquí y ahora. Aún mayor fue mi sorpresa al
descubrir que "el reino de Dios" fue el tema central del ministerio
de Jesús, según los tres evangelios sinópticos. Jesús anunciaba "el
evangelio del reino" (Mt 4:23; Mr 1:14), aunque lo llama también "el
evangelio de Jesucristo" (Mr 1:1). Estudié más el tema y me topé con otra
sorpresa: ¡las epístolas de Pablo, todas ellas escritas años antes de todos los
evangelios, hablan muy poco del reino de Dios y nunca emplea la frase "el
evangelio del reino", aunque según Lucas, Pablo pasó los dos últimos años
de su vida "predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor
Jesucristo" (Hch 28:31). Eso deja claro que no se trata de dos evangelios
sino de dos enfoques o dos versiones de un solo evangelio.
Ese tema resultó
ser un poderoso mensaje de Dios a las iglesias en busca de su "misión
integral" en la iglesia y en el mundo. Podemos decir que las iglesias se
han transformado considerablemente y se han despertado a la acción social. Lo
que urge ahora es llevar el mensaje del reino al nivel político de la formación
cívica de las comunidades. Es urgente que las iglesias tengan más madurez
política para que vean con más claridad las realidades de la vida nacional e
internacional, incluso de los partidos y los y las políticos
"cristianos" de cada país.
En CLADE V se
habló mucho de los problemas sociales pero muy poco sobre cómo transformar a
las iglesias políticamente. A pesar del gran valor que ha tenido el tema del
reino, "el evangelio del reino" no es la única formulación del
evangelio y por sí solo no articula todo nuestro mensaje y nuestra misión. Las
mismas "buenas nuevas del reino" se definen en Mr 1:1 como "el
evangelio de Jesucristo el Hijo de Dios" (cf. Rom 1:9; 15:19). Para Pablo
es "el evangelio de la gracia de Dios" (Hch 20:24), "el
evangelio de la gloria de Cristo" (2Co 4:4 RVR) y "el evangelio de
vuestra salvación" (Ef 1:13 RVR). San Pablo define el evangelio por tres
hechos históricos (¡incluso un entierro!):
“Además os declaro, hermanos, el
evangelio que os he predicado... Porque primeramente os he enseñado lo que
asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las
escrituras; y que fue sepultado; y que resucitó al tercer día conforme a las
escrituras, y que apareció a Cefas... y de último de todos, como a un abortivo,
me apareció a mí.” 1Co 15:1-8
Creo que ahora,
sin desatender el mensaje del reino de Dios, debemos volver a destacar el
evangelio de la muerte y resurrección de Cristo. Creo que junto con las tareas
sociales y políticas que nos van a tocar, tendremos también urgentes tareas
propiamente teológicas. Tanto la muerte redentora de Cristo como su
resurrección corpórea -que es el sentido bíblico del término- son actualmente
temas de debates acalorados, o peor, temas indiferentes o ininteligibles.
Harán falta
también profundizaciones en la humanidad de Jesús como Verbo encarnado. Como
nos señaló el Dr. Tamayo en CLADE V, el tema de la trinidad divina y hasta el
monoteísmo provocan debate también. Además, la crisis de autoridad que nos trae
la posmodernidad pone bajo cuestionamiento la autoridad de las escrituras y
hasta la de Dios mismo ("el Dios autoritario", en la frase de
Tamayo). En esto debemos volver a la Reforma, a quienes les tocó una revolución
en la historia humana en medio de una crisis de autoridad. Pero
"volver" no significa repetir las enseñanzas de ellos sino saber
hacer hoy lo que hicieron ellos ayer.
Fuente:
Protestantedigital, 2015.
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